Ganadora de la Palma de Oro en el Festival de Cannes de 2022 y nominada como Mejor Película en la pasada entrega del Oscar, la cinta El Triángulo de la Tristeza ha desatado discusiones acaloradas por su temática y su final abierto que va más allá de una simple incógnita.
Disponible en streaming en la plataforma Prime Video de Amazon, Triangle of Sadness es, de acuerdo con la sinopsis presentada por la Cineteca, “una sátira desinhibida y cruenta que aborda temas como la lucha de clases, la adicción al dinero y el valor económico de la belleza”. En tres actos, la película dirigida por el cineasta sueco Ruben Östlund da un recorrido por “una alegoría sobre el colapso moral que acompaña al capitalismo”.
Los modelos Carl y Yaya, interpretados respectivamente por el británico Harris Dickinson y la sudafricana Charlbi Dean (quien falleció repentinamente a finales de agosto de 2022, poco después del estreno de la película, con solo 32 años de edad), cuya relación de pareja transcurre a la par de documentar sus andanzas en redes sociales, son invitados a un crucero de lujo en el que conviven con personajes excéntricos, entre ellos un millonario ruso que gusta de debatir de marxismo con el capitán del barco cuyo comportamiento no es precisamente mesurado (una personalidad cínica acentuada por la interpretación del actor hollywoodense Woody Harrelson), así como una pasajera que obliga a que las trabajadoras del barco dejen su labor para disfrutar también de la alberca.
Una tormenta —que da lugar a una de las secuencias más comentadas de la cinta— da lugar a que los pasajeros del yate terminen en una isla. En el yate se reproduce la desigualdad del orden social pero es en la isla donde los roles se invertirán.
Entre los sobrevivientes se encuentran, además de Carl y Yaya, la gerente del barco, Paula, el oligarca ruso y una pasajera con discapacidad de movilidad, así como una empleada de servicio del yate, Abigail. Los náufragos denotan una total incapacidad para realizar cualquier actividad que les ayude a sobrevivir, a excepción de Abigail. Ella sabe pescar, hacer el fuego, cocinar; los demás, no.
En el yate era un personaje sin importancia que se encarga del aseo de los baños; el naufragio logra situarla de improviso en el liderazgo, el cual ejecutará de forma caótica. Pues acostumbrados los ricos e influencers a ser ellos quienes ponen las directrices, se verán dominados por una Abigail que no solo hace valer su autoridad legítima, sino que cobra venganza de los tratos sufridos y reclama lo que siente por derecho le corresponde.
El personaje interpretado por Dolly de León rechaza la autoridad de Paula y se nombra a sí misma “capitán” del (ya inexistente) yate. Es ella quien domina todo y todos lo aceptan, porque no tienen a la mano ni sus celulares ni cuentas bancarias.
Al final (alerta de spoiler), cuando Yaya y Abigail descubren que no están perdidos, sino en un resort de lujo y que el escape de esa realidad “fatídica” está al alcance de la mano, es cuando entra la disyuntiva de Abigail de optar por matar a Yaya y permanecer ahí o de volver a su status quo.
Con final abierto resulta imposible no evocar a Sartre en su obra A puerta cerrada cuando Garcín tiene la oportunidad de huir de esa estancia literalmente infernal y opta por permanecer la eternidad con sus verdugos.
Solo que aquí nos hallamos ante la lucha ética de alguien que de oprimida pasa a opresora. No obstante sacrifica al igual que Garcín la libertad, dejándonos para meditar si acaso la libertad no está sobrevalorada, o si esta en realidad existe como tal, pues en todo caso nuestros destinos van marcados. Sobre todo por el sino de la infelicidad.
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— NEON (@neonrated) March 2, 2023