En el mundo de las seis cuerdas existen músicos cuyo arte los lleva a explorar distintos efectos de pedales, a probar combinaciones de amplificadores, a jugar con distintos modelos de guitarra, y hay otros con un sonido que depende de la tecnología y el equipamiento.
The Edge, enorme guitarrista de la legendaria banda irlandesa U2, depende de un circuito de decenas de pedales, combinaciones de amplificadores, racks y un enorme trabajo de ingeniería para poder obtener su estilo característico. Hay otra especie de guitarristas clavados con la técnica cristalina y la velocidad, que en ocasiones los desconecta de lo más importante: transmitir y conectar con la multitud de una manera natural.
Un ejemplo es el maestro Michael Angelo Batio, nombrado en 2014 el guitarrista más rápido del mundo en los récords Guinness por su técnica con la plumilla (púa, pequeño plástico usado para rasgar la cuerda) prácticamente deshumanizada.
A estos mundos no pertenecía Jeff Beck, quien falleció a los 78 años en días pasados.
Beck era un guitarrista del tipo orgánico, la raíz de su sonido provenía de tres elementos: guitarra Fender, conectada principalmente a sus poderosos Marshalls, y su técnica de mano derecha sin plumilla. Su sonido es natural, sin maquillaje, sin cobijo de efectos, proviene de ambas manos trabajando en conjunto. Destaca su técnica con la mano derecha, ya que al no utilizar una púa, usa el dedo pulgar como principal eje atacante y los demás dedos como soporte.
Esta técnica ayuda a que su sonido tenga mayor cuerpo cuando ejecuta con el pulgar y hace uso de múltiples notas al mismo tiempo, dado que tiene la libertad de los otros cuatro dedos. Él mismo en entrevistas comentaba que la plumilla era un estorbo y que no dejaba libres los demás dedos para tocar. Al usar todos para atacar las cuerdas tenía la posibilidad de mayores notas al mismo tiempo.
Fue pionero en esa técnica y deja una escuela para los guitarristas actuales, como Richie Kotzen, quien perfeccionó la técnica con la púa, pero actualmente la dejó. Los guitarristas eléctricos se sentirían desnudos ante el público en su mayoría, sin la ayuda de la púa, pero Beck no, era su hábitat natural, su zona de confort. Muchos comentarán que los guitarristas flamencos y acústicos llevan la vida tocando sin púa, pero ese es un mundo aparte.
Otra de sus técnicas que pasa a la historia y a los libros es su habilidad de controlar el volumen de su guitarra mediante un potenciómetro. Suena sencillo y sin relevancia, pero este potenciómetro en manos de Beck hacía que su guitarra se convirtiera en un emulador de un instrumento de viento o inclusive daba el sonido a un cello. Sí, jugando con esa perilla al mismo tiempo que digitaba un traste y rasgaba la guitarra, producía esa variante como un instrumento de orquesta.
En la guitarra eléctrica se encuentra una palanca al final de las cuerdas, es el llamado puente flotante. Su función es jugar con la tensión de las cuerdas: si presionas el puente, las cuerdas se liberan de tensión y las notas que estén sonando se vuelven graves; por el contrario, si liberas el puente, las notas suben y se vuelven agudas. Jeff mantenía su mano derecha sobre este puente porque era parte de su voz, era parte de su naturaleza de estar constantemente utilizándola para darle color a sus notas.
Ojo, esta técnica va en conjunto con las anteriores, es decir, Beck era capaz de digitar los trastes con la mano izquierda y con la mano derecha tocar con el pulgar, con los siguientes dedos libres jugar con el potenciómetro y, al mismo tiempo, con la palma de la mano jugar con el puente flotante. Un monstruo de guitarrista y estamos hablando de que lo hacía en vivo en sus presentaciones.
Finalmente, no tiene caso ponerle tanta palabra a su técnica: te recomiendo que escuches y prestes atención a sus manos en el concierto Live at the Hollywood Bowl.
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Throwback to the Apollo in Manchester.
📸: Malcolm pic.twitter.com/W5ZerKpoPK— Jeff Beck (@jeffbeckmusic) June 15, 2022
