Al parecer en el Museo Reina Sofía, en España, se han propuesto romper con el ciclo de desigualdad en las direcciones este año.
El pasado miércoles se cerraron las bases del proceso selectivo para el puesto de dirección del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Entre los requisitos que se exigen a las personas candidatas que llaman la atención están los certificados de participación en investigaciones o estudios de género (mínimo de 15 horas lectivas), de impartición de cursos relacionados con género y cultura, así como las referencias a publicaciones realizadas sobre igualdad de género.
Es destacable pues las quejas al respecto eran ya muchas en la comunidad artística. Hasta 2018, la participación de artistas mujeres en la programación apenas suponía un 30 por ciento y en 2020, en una entrevista con El País, la ex ministra de Cultura y presidenta del patronato del museo reconocía la desigualdad en inversión: “Puede que hubiera que priorizar la compra de obra de mujeres”.
Sin embargo, en 2022 el Ministerio de Cultura compró para el Museo Reina Sofía obras de 11 mujeres en casi 310 mil euros, frente a los casi 800 mil euros para la adquisición de obras de más de 40 artistas hombres.
Esto no es novedad.
“Hay que terminar con la cantaleta de que están representadas igualitariamente en la actualidad”, denuncia la historiadora estadunidense Maura Reilly, de la revista especializada ArtNews.
“87 por ciento de las obras albergadas en los 18 grandes museos de Estados Unidos fueron realizadas por hombres, 85 por ciento por blancos”, añade Katy Hessel, historiadora del arte, citando un estudio de 2019 realizado por la revista Public Library of Science (La Jornada).
Esto parece confirmarse al revisar otros grandes museos; por ejemplo, en el Louvre, sólo aparecen 25 mujeres referenciadas en 3 mil 600 pinturas.
El museo justificó esta cifra “por el periodo histórico cubierto desde la antigüedad hasta 1848”. De esta manera el responsable no es el museo, sino la historia.
La diferencia la constituyó el Museo del Prado que, a finales de 2020, presentó la exposición Invitadas en la que se pone de manifiesto cómo en la historia del arte la representación de la mujer ha sido “esclava, bruja, prostituta o madre”, lo cual delata una misoginia histórica”.
El Prado se reconoció como corresponsable de esta misoginia y presentó esta muestra con propósito de enmienda.
La institución reconoció que existía una discriminación hacia las artistas femeninas, pero también en la forma de representar a la mujer en las obras adquiridas por el Estado y expuestas por el museo en esa época.
Asimismo, en el Museo de Orsay en París, que en 2019 consagró una amplia exposición a la pintora impresionista Berthe Morisot, debió admitir que sólo 76 obras son de mujeres contra 2 mil 311 de autores masculinos.
La historia difícilmente se puede cambiar. Pero si podemos enmendar el rumbo y transformar escenarios. Claro, todo es querer.
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— Museo Reina Sofía (@museoreinasofia) February 10, 2023