Es posible que muchos de los que lean esta nota ignoren quién es Javier Corcobado (Frankfurt am Main, 1963), así que lo presento breve: es un compositor, cantante y escritor español con cuarenta años de trayectoria en el medio ‘underground’. A lo largo de esas décadas, ha sido relacionado con la escena dark y gótica, emparentada con Joy Division y Bauhaus, en principio, aunque su audiencia se ha diversificado para bien de su música, que es universal y habla de la experiencia humana en el mundo, a través del amor, la ausencia o la muerte.
Su relación con México es significativa debido al número de seguidores que tiene en el país y también porque desde su primera visita al país (1992), conectó de forma natural con un público que lo ha seguido de manera puntual. De manera esporádica publica libros de poemas, por lo común de difícil acceso, y que se comparten de mano en mano. En 2005 se estrenó como narrador con una novela: El amor no está en el tiempo. Sus canciones se corean a golpe de pulmón en México y España, y es una figura que se sigue con atención por su innovación permanente y su búsqueda de nuevos modos de abordar la música.
La música prohibida (2023) es su título más reciente y al que llama “novela”, si bien pareciera que es el relato de su vida a lo largo de más de ochocientas páginas. Uno intuye que el mote de novela acomoda como una prevención de fidelidad a los hechos, ya que nadie tiene la memoria suficiente como para resguardar con absoluta veracidad lo sucedido a lo largo de más de sesenta años de vida. ¿Qué hay en este libro? El retrato de un hombre y una voluntad: ser músico y un artista en un mundo en el que todo se opone a ello. Es un recuento pormenorizado de lugares, personas, viajes y epifanías que abrieron o cerraron caminos hasta lograr que Corcobado, al filo de los sesenta años, se mire al espejo con un mínimo de satisfacción por las victorias obtenidas. Es el triunfo del individuo por encima de la circunstancia.
El relato de La música prohibida se abre con la vuelta de sus padres de Frankfurt a España y recorre la totalidad de su vida hasta llegar a 2023. Es un recorrido largo y memorioso. Llamarle “novela” nos impide tomarlo como un relato veraz, no obstante, es difícil leerlo de otro modo. Quizá alguno de los protagonistas del libro, diga: “esto no fue así” o “ese recorrido se hizo de noche”, por ejemplo. Es irrelevante que lo digan. Los lectores de la historia carecen de elementos de juicio. Lo que aparece frente a sus ojos sucedió, no hay más. Así que La música prohibida es el relato de una vida entre dos siglos: XX y XXI.
A decir de Javier Corcobado, La música prohibida se escribió durante la pausa forzosa de la pandemia. Es creíble. Un ejercicio escritural cercano a las mil páginas presupone una disciplina que no siempre tiene el escritor sujeto a las distracciones de nuestro tiempo: comunicaciones ultrarrápidas, plataformas de streaming, accesibilidad total… Con toda seguridad, más de una vez, el autor se habrá rascado la barba calibrando si la empresa monumental (no puede llamarse de otro modo), valía la pena en tiempo y dedicación. Estos cuestionamientos son usuales, más aún cuando se escribe sin una oferta editorial anticipada. Al final, es un ajuste de cuentas consigo mismo y con España. Cualquier escritor llega a esa encrucijada en su vida.
¿Qué hay para un lector que no conoce a Corcobado? Poco, en realidad. Es la historia de un músico que venció lo que halló a su paso y consumó su pasión. Ese lector carece del añadido de una historia personal de seguirlo en los escenarios, sus discos, las entrevistas. Aquella será una lectura parcial y empobrecida. El libro caerá de sus manos, pues la narrativa es eficaz, sin juegos de estilo. Es una crónica que carece de embellecedores, con saltos en el tiempo, con el hito de cada disco, hasta llegar al presente. De ahí que el público de La música prohibida es su público y quienes lo serán en algún momento, ya que su música es un piquete de escorpión: una vez que entra, ya no sale.
He seguido su carrera al menos veinte años. Cada disco me ha parecido mejor que el anterior. Sus letras han alimentado mis silencios y mis euforias, me acompañan en la depresión y el éxtasis. Pero la canción es diferente a la narrativa y Corcobado hace sus primeras entregas narrativas con las herramientas exclusivas de su intuición, que orienta, sí, pero sólo hasta cierto punto. La literatura, la gran literatura, es un oficio de técnicas y dedicación, de empeño y sudor y lecturas esenciales. Ignoro qué tanto una carrera de músico, en medio de los excesos que él mismo revela en las páginas del libro, permite ejercer la escritura como una disciplina vital. Me parece improbable que así suceda. La música prohibida es un testimonio de urgencia y así debe leerse. Pasarlo por el filtro de la exigencia literaria (o aún editorial: el volumen está lleno de erratas), extravía su propósito y lo hace ver como un naive, luego de una carrera larga en el medio musical. Nadie quiere eso para Javier, que nos ha dado tanto.