Fortuna es una novela irónica. Se puede leer como una crítica a las grandes familias norteamericanas y, en alguna medida, fue financiada por algunas de ellas. Para la investigación, Hernán Díaz, su autor, tuvo acceso a los documentos de la Biblioteca Pública de Nueva York, que fue creada por John Jacob Astor, un empresario germano-estadunidense conocido por ser el primer multimillonario en Estados Unidos; y hacia el final de su escritura, la obra recibió una Beca Guggenheim, fondo económico establecido por Simon Guggenheim, otro hombre de negocios, filántropo y senador.
“En EU existe una mojigatería en torno al tema del dinero, creo que esto tiene que ver con una tradición literaria. Hay un silencio muy grande, existe una fuerza que lo permea todo y un silencio que lo rodea, existe un discurso arcano en torno al dinero y, de alguna manera, se nos pide que no nos entrometamos en las cuestiones acerca de la riqueza. Esto es muy interesante para mí”, señaló el escritor argentino.
La obra, más allá de ser una pieza específicamente sobre el capital, es una novela que habla sobre cómo se crea riqueza. “En general, en Estados Unidos donde el capital ocupa un lugar casi trascendental, en todas las novelas que pensamos que tratan acerca de la acumulación del dinero las fortunas aparecen como algo dado, el dinero ya está hecho. A mí me interesa la parte previa: cómo se genera, cuáles son los mecanismos del capital, esa es la exploración de esta novela”, afirmó.
La entrevista tuvo lugar el pasado 29 de junio. Desde Brooklyn, Hernán Díaz habló, a través de una reunión virtual, por primera vez con periodistas mexicanos desde que se anunció, junto a la estadunidense Barbara Kingsolver, que su novela obtuvo el premio Pulitzer 2023 en la categoría Ficción. Fortuna es una rigurosa mezcla de ficción y relato testimonial que se beneficia de muchos géneros —parece diario, biografía, autobiografía y novela— a condición de no ser ninguno de ellos. Alterna espacios, tiempos y la perspectiva de la historia a través de cuatro narradores que conforman las cuatro partes del volumen. La obra comienza con la historia del protagonista, un heredero de una fortuna que proviene del tabaco y del azúcar, ambas industrias ancladas en la esclavitud, y a través de sus maniobras bursátiles multiplica esa fortuna a un nivel cósmico. Pronto, el lector descubre que el volumen es una especie de muñeca rusa, cuando uno avanza en la lectura se descubre que no es uno, sino cuatro libros que pertenecen a cuatro fuentes diferentes —cuatro autores fantásticos.
El primero de los libros, Obligaciones, es una novela ficticia —de unas doscientas páginas— aparentemente publicada a mediados de la década de los años 30 del siglo pasado, firmada por Harold Vanner. Esta novela narra el ascenso del hombre más poderoso económicamente del planeta Tierra, alguien estratosféricamente rico, y la relación complicada con su esposa. Mi vida, el segundo libro —el más breve de los cuatro—, es una autobiografía fragmentada y dispuesta como esquirlas. Son los restos de un libro inacabado. Es la autobiografía de Andrew Bevel, un magnate de la vida real, sobre quién está basada la primera novela. El autor está bastante descontento con el modo como fue representado en aquella ficción que abre el libro y quiere corregir el retrato que en ella se ofrece. El tercer libro es Recuerdos de unas memorias, escrito en 1985 por quien fue, en la década de los 30, la secretaria del magnate real. Ida Partenza, la autora, está reconstruyendo su vida y la relación con su jefe, quien murió hace varios años y echa mano de diferentes documentos, incluyendo el diario personal de la esposa de Bevel, para ejecutar su retrato. La obra cierra con Futuros, la transcripción del diario de Mildred Bevel, esposa de Andrew. El lector finalmente escucha a Mildred directamente a través de su diario, descubierto por Ida durante su investigación e incluido como coda. Fortuna es una litosfera fragmentada en una serie de placas tectónicas que hace recordar a novelas como Pálido fuego, de Vladimir Nabokov; La piedra lunar, de Wilkie Collins; El cuarteto de Alejandría, de Lawrence Durrell; Las amistades peligrosas, de Choderlos de Laclos, o 4 3 2 1, de Paul Auster.
Neutro y sofisticado, vestido con una camiseta gris y recibido como una estrella por decenas de periodistas interesados en su obra como en sus críticas opiniones acerca del canon literario norteamericano, Díaz fue invitado por la editorial Anagrama a presentar su trabajo dentro de la gira americana de la promoción de Fortuna. La crítica lo señaló como el autor de una novela que se lee como una de las grandes críticas norteamericanas. Lo sea o no, es un trabajo ambicioso y lo es por la preocupación de visibilizar distintas voces que fueron silenciadas por los discursos oficiales.
“Al realizar la investigación para mi trabajo, una cosa que me sorprendió es la ausencia total de las mujeres en las narrativas del capital. Esto es un interés central para mí, porque es una exclusión absolutamente planeada, absolutamente deliberada, la primera mujer insertada en la bolsa de valores lo fue hasta 1975, esto habla muy bien de lo intencional que fue esta segregación, esa es la palabra. Me interesa también mucho que las mujeres, en estas narrativas, fueron adjudicadas en un rol de esposa obediente, ese fue su lugar más primordial. En ese sentido, la cuestión de la voz fue muy importante para mí, a quién se le da un megáfono en la historia y quién fue amordazado”, señaló.
Mentiras aceptadas
Dedicada a cuatro mujeres —Anne, Elsa, Marina y Ana— Fortuna es la obra más extensa de su trayectoria —supera en páginas A Lo Lejos, su primera novela— y es también la que trata de borrar las fronteras levantadas alrededor de la literatura de ficción y no ficción. “En el canon hay cierta desconfianza por la ficción, es como si de alguna manera la literatura renegara de ese aspecto y hay una vuelta hacia el giro testimonial en cierta porción de la literatura angloparlante”, señala, y luego, a manera de declaración de principios, continúa: “la idea del género discursivo, el género literario, es de una importancia capital, porque creo que una definición bastante aceptada de género es que es un sistema de expectativas y casi un sistema de causalidades”.
Hay ciertas expectativas en el género policial, que no son las mismas que en el cuento de hadas. En otro sistema de género, prosigue Díaz, como el histórico o la prensa política, que se presentan a sí mismos más robustamente anclados en lo referencial y la petición de principios que hacen a través de determinadas estrategias retóricas que dicen: “esto que estás leyendo es la verdad” y nosotros como lectores aceptamos esa petición de principios, aceptamos esos términos de un modo bastante acrítico.
“Mientras, la ficción es relegada a una especie de estudio discursivo, podría parecer que es un pasatiempo inocuo y yo creo que la ficción, para bien y para mal, puede dejar una huella, puede dejar una marca en la realidad. Más que presentar la novela de un modo didáctico, me interesa presentar la novela de un modo performativo que invita a los lectores a estar sujetos a estos decretos que guían la lectura en cada uno de ellos. Fortuna es un libro que mantiene conversación sobre qué es la ficción y qué la realidad con la esperanza de que al final sean los lectores los que se cuestionen lo trascendente que divide a estos discursos”.
El cuerpo del delito
Con un personaje central desdoblado en cuatro, el autor de Borges, entre la historia y la eternidad plantea una historia de contradicciones y disonancias. Aunque se trata de la misma historia, los autores de cada documento se refutan un poco mutuamente. El autor presenta al lector los materiales y lo invita a convertirse en una especie de detectives, los cuatro documentos son una evidencia y será tarea del lector ver cómo encajan las cuatro partes. No por repetidos pueden obviarse dos sucesos de una biografía, de lo que se trata en todo momento es de poner a prueba el ingenio del lector para recomponer el rompecabezas.
Fortuna, traducida por Javier Calvo, tiene ingredientes habituales de las novelas de detectives y policiacas. Para empezar, está escrita del modo menos ostentoso, vistoso o pirotécnico posible, denostando las altas esferas y los guardianes del gusto literario. Otro punto de encuentro es el planteamiento de un enigma, la perspicacia del autor que planteó el misterio es casi similar a la del lector que se devanará los sesos tratando de adivinarlo, es la base de la obra. “Especialmente en la novela policiaca clásica se parte del desorden, del caos, y tras la lectura de ese texto, ese orden es reestablecido al final. Un orden armónico donde todas las piezas encajan, todo encuentra su lugar”, cuenta el argentino.
La otra constante de la obra es su conciencia política y social, también presente en Fortuna por lo que encierra un viaje por la historia estadunidense del siglo XX. Las crisis financieras, las recesiones, los personajes que aparecen entre líneas… el libro está plagado de hechos históricos que, contrastados con la época actual, hacen pensar que las cosas no cambiaron mucho con el paso del tiempo.
Hernán Díaz es un hombre sencillo. Adoptó el inglés como lengua literaria porque le permite acercarse a algunos autores que forman un clan muy especial, entre ellos Vladímir Nabókov y Samuel Beckett. Afirma que le gustó el inglés como su lengua literaria por sus posibilidades sintácticas. Entre sus influencias cita a Borges, porque afirma “trata de escribir del modo menos ostentoso posible” y, como él, Díaz presenta una voluntad de elegir la opción menos vistosa y barroca posible. Es una especie de contrariador de las altas esferas y el gusto literario, en su trabajo rescata géneros totalmente despreciados como el policial y el western. Asimismo, es interesante porque rompe varios límites de la literatura contemporánea, por un lado apoya esa idea que dice que la mejor parte de la ficción actual se escribe en forma de no ficción y confirma que la autobiografía y la autoficción dejaron de ser centrales en la literatura de hoy y se pasó del monólogo a la polifonía.
El escritor visitará México en septiembre, invitado por el Hay Festival, donde sostendrá conversaciones con Felipe Bohórquez el jueves 7 de septiembre y con Elvira Liceaga el sábado 9 de septiembre.
«#Fortuna comienza versando sobre el capitalismo y, conforme avanzan las páginas, termina siendo una reflexión sobre el punto de vista, sobre la ficción y sobre el proceso de creación literaria.»
Elogiosa reseña del libro de Hernán Díaz en @zendalibros: https://t.co/HyS84CGTOB pic.twitter.com/Xml6Puzx2i— Editorial Anagrama (@AnagramaEditor) July 13, 2023