Muerta de vida
Al verse en el espejo, se murió del susto la muerte; y ahí quedó tumbada, muerta de vida la muerte, para toda la vida.
La vida de los muertos
En el mundo de los muertos todo era tranquilidad y sosiego, y sólo temida la vida. Cuando alguien era contagiado por ésta, le sobrevenía asfixia y amnesia, seguido de llanto y frío. Así era el comienzo. La singular experiencia podía alcanzar los 95 o 100 años a lo mucho, al cabo de los cuales, quien la padecía, terminaba por sanar, regresando así, felizmente, a su mundo: el de la dulce inexistencia.