Cynthia Morris Sherman, fotógrafa, es conocida en el mundo del arte como Cindy Sherman. Logró fama por sus imágenes donde la modelo exclusiva es ella, sin ser autorretratos.
¿Cómo es posible? Simple: su cuerpo no la representa a ella exclusivamente, sino que se vuelve el medio a través del cual representa arquetipos, clichés, roles sociales y se burla de la sociedad actual, de los papeles impuestos a las mujeres y visibiliza la fealdad no sólo como una categoría estética, sino como un alarido disruptivo. Se hace presente y comunica.
«Soy buena usando mi cara como lienzo”, dijo en 2011 a The Guardian. Su trayectoria puede remitirnos a Orlan, la artista francesa multimediática caracterizada por hacer performances quirúrgicos realizadas en su cuerpo, las cuales, en ocasiones, transmite en vivo para algunas galerías y museos. No obstante, Cindy Sherman utiliza su cuerpo como lienzo, lo despersonaliza, es una materia prima, sí, pero en blanco. A diferencia de los artistas de perfomance donde el cuerpo es el medio de expresión, aquí se convierte en insumo para, sin considerarse feminista, denunciar los clichés que rodean a la mujer en una sociedad heteropatriarcal.
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Aquí radica la magia de Sherman. Logra lo que Didi Huberman, filósofo, historiador del arte y ensayista francés, uno de los teóricos de la imagen más reconocidos, clasifica como «aprender a mirar y plantear cuestiones a aquello que nos parece evidente”.
Sherman lo consigue y logra que las imágenes, en choque con el lenguaje, lleven a pensar y a reinventar la narrativa tradicional, incluso la feminista.
De esta manera su cuerpo solo es un medio para que la artista plantee la imagen y el espectador construya el mensaje. Esto es tan palpable en el hecho de que sus fotografías no llevan nombre. No se etiquetan por el autor. Cumplen con el efecto catártico del arte tan proclamado desde Aristóteles, pero no como efecto a causa de su creador, sino de la resignificación del lector de esta experiencia visual.
Como enuncia en una descripción del Museo Reina Sofía en su página web: «Su trabajo, en ese sentido, se ha destacado dentro del contexto del feminismo posmoderno, pues al tiempo que configura una crítica a los sistemas de construcción del género y su imagen mediática, hace uso de herramientas como el simulacro, la teatralidad y el propio cuerpo”.
Cindy Sherman comprueba que en la posmodernidad no sólo los espacios carecen de configuración y se vuelven circunstanciales, sino que también se puede despersonalizar el cuerpo mediante lo que no es, mediante filtros y realidades aumentadas.
Por ello no asombra que se defina a través de la refutación. No es fotógrafa, sino artista visual. No es feminista, sino una crítica de los roles impuestos a la mujer.
No es la imagen que nos muestra, sino la historia que podemos contar a través de ella. Y ante las miles de personalidades plasmadas en sus fotografías, sigue permaneciendo el cuerpo de Cindy Sherman sin que se muestre ella.