Decolorados, con abrasiones y suciedad fue como llegaron un saco y un quepí, pertenecientes al Heroico Cuerpo de Bomberos de Ciudad de México, para ser restaurados por alumnos de la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía “Manuel del Castillo Negrete”, los cuales fueron devueltos a esa institución, con 168 años de historia.
La dependencia del INAH fue la encargada de apoyar a este cuerpo dedicado al combate del fuego, al recuperar testigos de su memoria llena de proezas y altruismo, expresó el titular de la escuela, Gerardo Ramos Olvera.
El director general del Heroico Cuerpo de Bomberos, Juan Manuel Pérez Cova, agradeció la alianza con la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía, la cual permitió devolver la belleza y la dignidad a diversos de sus testimonios, mismas que formarán parte de una exposición que se prepara en el Museo Nacional de las Intervenciones para abril.
Sin duda, dijo, el saco y el quepí del siglo XIX, los cuales pertenecieron al primer comandante Agustín Pérez Martínez, se integrarán a esa muestra, que incluirá el decreto que instituyó este cuerpo de bomberos, el 25 de enero de 1856, en el gobierno de Ignacio Comonfort.
La jefa Académica de la Licenciatura en Restauración, Fanny Unikel, destacó el trabajo detrás de la recuperación de esta vestimenta de gala, la cual reunió la experiencia de una química, un biólogo, una ingeniera textil, una historiadora y restauradoras; además de alumnos, a quienes se les guío en la toma de decisiones adecuadas, a partir de la investigación, el juicio crítico y la aplicación de técnicas novedosas de restauración.
Tales aspectos fueron detallados por los alumnos que intervinieron el saco y el quepí: Fernanda Castro García, Theo Alerto Hernández Berges, Regina Jurado Reyes, Valeria Lash Brindis, Ximena Hizoan Méndez Luna y Minerva Salinas Ortega.
En su exposición, abundaron que el saco abreva del estilo de las casacas que portaban los húsares húngaros: cuello mao, cierre frontal de alamares y decoraciones en puños y espalda con nudos húngaros. Con el paso del tiempo, esta prenda militar se integró como uniforme para muchos cargos de servidores públicos, fue el caso de los bomberos parisinos, quienes también portaban quepís (gorras cortas con viseras).
Ambas piezas denotan calidad en los materiales y la atención al detalle en la manufactura, que retoman el gusto porfiriano por las técnicas europeas de confección de prendas de lujo. Estos aspectos determinaron el proceso de restauración, ya que orientaron la toma de decisiones hacia su conservación.
El quepí fue objeto de limpieza mecánica general y algunos de sus componentes, como el forro y la copa, que fueron separados para ello y realizar soportes auxiliares. Asimismo, se aprovechó para fijar los puntos débiles de la banda interna del cuero. Al final, todas las piezas se cosieron de nuevo con hilos de seda e hizo una reintegración cromática con colores pastel.
En tanto, el saco fue motivo de limpieza general para retirar polvo y excretas de polilla, y se reconstruyó el patrón que seguía el diseño de cordones decorativos de la espalda, los cuales posteriormente se fijaron con hilo negro de seda. En lo faltantes u orificios se colocaron injertos de paño de lana y reintegraron con colores pastel.
Los estudiantes concluyeron que, para promover la estabilidad a largo plazo de las piezas, se optó por crear soportes hechos a la medida y con materiales inertes que garantizan su conservación.
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— ENCRyM (@ENCRyM) February 19, 2024