Los latidos del corazón no son uniformes. No ahora. Su marcha se detiene a momentos, sin patrones fijos. Sin embargo, el sonido total que alberga puede ser una de las sinfonías más tristes que puede experimentar el ser humano: el del desencanto.
Imagino que esto ocurre con una preciosa pieza de relojería: Alguien la estrella y después se pone a escuchar la maquinaria. Ya está desprovista de ritmo, suena cancina, está rota.
Si me revisaran los médicos ahora dirían que no tengo nada, ¿Qué sabe cualquiera del enorme peso de cuando recibes la humillación más grande? Porque eso es lo que padezco. Él me cosificó.
Ahora que hablan de infinidad de tipos de violencia sé que todos convergen en la transfiguración de mujer a objeto. La metamorfosis de un ser sintiente a cachivache que puede botarse, aprovechar, vejar, invisibilizar e ignorar.
El mensaje subyacente de quien aseguró amarme alguna vez es: no eres nada ni nadie, no te necesito.
El excesivo individualismo está inserto en la mentalidad machista. Una coraza impermeable para no dejar escapar el poder, talento, reconocimientos… pero tampoco comprensión, bonhomía ni cariño. Es optar por permanecer en el laberinto como lucha continua y avasallante, negarse a ver, a comprender y disfrutar de la ternura, amor y cuidado.
Los estereotipos matan el humanismo. Él me mira y trata como objeto. A cada nuevo episodio de violencia emocional, sexual o económica yo me alejo. Renuncio al nosotros. Ahora es él…y soy yo. Yo con todo el amor que no cabe dentro de mi cuerpo y que ahora racionalizo cada vez más para él, para que pueda protegerme.
¿Por qué actúa así si yo lo quiero?
No. No lo quieres. Quieres el cuento de hadas que construiste, el viejo cuento del amor romántico que trasforma realidades “y vivieron felices para siempre”. En pos de ese ideal imaginado eres capaz de arrastrar tu dignidad y valor sólo por un débil destello de que todo sea como antes, que te vuelva a decir “te quiero” y dos palabras borren enormes sombras de peleas y sombras.
¡Hey! Tú no estás loca. Si de repente sientes que no soportas más y te pones a llorar y gritas es porque ya no resistes más. Nadie puede soportar el abandono de quien eres, de tus necesidades personales y emocionales. No eres un traste viejo.
Pero estos arrebatos que te hacen dudar de tu propia cordura pasarán. Se irán diluyendo. Es cuando finalmente bajarás los brazos y decidirás que esta relación llena de altibajos y desgaste no es para ti.
No esperes ese momento. Puede ser muy tarde. Huye a la primera señal de abuso o violencia. Huye por tu vida. Literal. El desprecio de ahora se acrecentará, la cosificación es una ruta de la que no podrás escapar cuando alguien, un macho cualquiera, ya decidió que eras de su propiedad.
Huye ahora. No esperes quedar más embaucada e indefensa.
El señuelo de amor romántico es un cuento: no aparece ni es perfecto. Se trata de una construcción en la que ambos deciden poner todo para que funcione. No puede fincarse sobre el abuso.
Mientras haya vida existirán oportunidades de recobrar la marcha feliz del propio corazón.
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Con información de Xinhua @XHNews https://t.co/A4stVytpZR
— Fusilerías (@fusilerias) March 9, 2024