Paul Auster deja un barrio en orfandad literaria

Durante su estancia en el barrio de Park Slope escribió prácticamente la totalidad de su obra, desde su debut “The Invention Of Solitude” hasta el recién publicado “Baumgartner”
Unas horas después de su muerte, fui a la casa de Paul Auster calculando que habría un homenaje vecinal pero sólo encontré a una periodista del canal brasileño Tv Globo
La reportera de Tv Globo frente a casa de Auster. Foto: Juan Alberto Vázquez

Brooklyn. Unas horas después de su muerte, fui a la casa de Paul Auster calculando que habría un homenaje vecinal pero sólo encontré a una periodista del canal brasileño Tv Globo.

Luego de que ella acabara de grabar un fragmento, vimos cuando una joven subía las escaleras para entregar un arreglo floral a nombre de la viuda, Siri Hustvedt.

Una mujer salió a recibirlo y se metió. El camarógrafo nunca dirigió su mirilla hacia la secuencia en la casa del escritor pese a que le hacía señas de “te estás perdiendo de una buena imagen”.

Luego la reportera me entrevistó como vecino y fanático del hombre fallecido ayer de cáncer y por quien aposté en más de una ocasión a que obtendría el Nobel de Literatura. Cosa de la que no me arrepiento, pues los miles de dólares que perdí en las casas de apuestas fueron compensados con abundantes dosis de gozo y sabiduría obtenidas leyendo obsesivamente su obra.

Al culminar la charla, salió la misma mujer que tenía el color de pelo y facciones de miss Hustvedt. No puedo asegurar que era ella y menos por su atuendo con pantalón de mezclilla clara, tenis y playera azul pálido. No parecía un atuendo apropiado para afrontar el duelo.

Nos increpó.

“¿Qué están haciendo?”.

“Somos de Tv Globo”, respondió la periodista.

“No está cool lo que hacen”, se quejó la dama que tenía el cabello más largo a cómo lo suele usar la viuda de Auster y pudo ser una de sus hermanas “a las cuáles Paul amaba «como si fueran suyas”, según confirmó la misma Hustvedt.

Paul Auster y un luto arrebatado

La rispidez de la representante de los Auster- Hustvedt la explicó más tarde Siri en su cuenta de Instagram.

“Algún tiempo después, descubrí que incluso antes de que sacaran su cuerpo de nuestra casa, la noticia de su muerte ya circulaba en los medios y se habían publicado obituarios. Ni a mí ni a nuestra hija Sophie ni a nuestro yerno Spencer ni a mis hermanas, a quienes Paul amaba como a sus propias hermanas y presenciaron su muerte, tuvimos tiempo para asimilar nuestra dolorosa pérdida. Ninguno de nosotros pudo llamar o enviar correos electrónicos a nuestras personas queridas antes de que comenzaran los gritos en línea. Nos robaron esa dignidad”.

La también escritora, que se asume ingenua, pues “había imaginado que sería yo quien anunciaría la muerte de mi marido”, dice desconocer cómo pudo eso suceder, pero no hay más que dos vías: Alguno de los que acompañaron al escritor a la hora de su muerte en su “habitación que amaba, la biblioteca, con libros en cada pared desde el suelo hasta el techo y ventanas altas que dejaban entrar la luz”, es decir su hija Sophie, el yerno Spencer o las hermanas de la viuda pudieron filtrar secretamente la muerte a la prensa, o los empleados de la funeraria que se llevaron el cuerpo ese 30 de abril del 2024 luego de las 6:58 pm, hora en que falleció el escritor.

Considero que Siri Hustvedt tiene toda el derecho de exigir respeto a su duelo, así como lo tienen los seguidores de Auster de montar una oleada de idolatría y hacer como que sufren la pérdida (puede que el dolor de algunos sea legítimo y sincero, ¿por qué no? Personalmente fue un día de mucha nostalgia y desazón).

Unas horas después de su muerte, fui a la casa de Paul Auster calculando que habría un homenaje vecinal pero sólo encontré a una periodista del canal brasileño Tv Globo
Edificio donde se halla librería de BF Foto: Juan Alberto Vázquez
Una historia de Nueva York

Nacido en 1947 en Nueva Jersey, Paul Benjamín Auster llegó a vivir al barrio de Park Slope en 1980 a sus 33 años, edad al parecer ideal para comenzar una nueva vida.

Durante su estancia en este barrio escribió prácticamente la totalidad de su obra, desde su debut The Invention Of Solitude (1982), hasta el recién publicado Baumgartner (2023), pasando por el laureado The New York Trilogy (1987) y sobre todo The Brooklyn Foolies (2005), el cual transcurre, al menos en su primera mitad, en estas mismas calles donde ayer dejó de existir luego de una batalla de año y medio contra “la enfermedad mortal”, según escribió Hustvedt, citando a Kierkegaard.

Los vecinos acostumbrados a su presencia ya no lo verán caminar a la oficina de correos de la séptima avenida, a sólo media cuadra de su casa, ni subir o bajar con las manos en su chamarra invernal, debajo del exceso de robles o cherry blossoms que inundan estas calles construidas sobre una cordillera de rocas formadas por el empuje de hielos del tamaño de un rascacielos de la segunda era del hielo. De donde derivó el nombre de Parque en Pendiente (Park Slope) desde cuyas azoteas se miran los luminosos rascacielos del bajo Manhattan.

Este es un barrio habitacional casi en 90 por ciento, con sus avenidas 5ª y 7ª dedicadas a los comercios que, salvo restaurantes, farmacias y delis (la versión old style de un Oxxo) cierran antes de las 9 de la noche. A esa hora disminuye la circulación de autos y las calles mutan de Funky Town a Pueblo Quieto, con toques bucólicos en el que cualquier escritor cosmopolita quisiera naufragar: tan cerca del Prospect Park con su lago y festival veraniego e igualmente cerca Manhattan con su locura de actividades y fenómenos infrahumanos a 30 minutos, sea en auto o trasporte público.

El que esta colonia haya funcionado como musa para Auster se reflejó sobre todo en Brooklyn Follies (BF), una de sus novelas menos oscuras, pero más humanas. Ahí asistimos al tercer acto de Nathan Glass, un vendedor de seguros jubilado de 59 años, que se recupera de un cáncer de pulmón (casualmente mismo de Auster), recién divorciado, peleado con su hija y que, buscando un lugar para morir a gusto, llega a rentar una casa en la Calle 1.

En una extensa entrevista que dio a la periodista Rhonda Shafner para la agencia AP, Auster, un demócrata entusiasta, acepta que al momento de escribir BF se hallaba deprimido tras cinco años de sufrir la presidencia de George W. Bush.

Auster dijo a Shafner que para BF atendió un consejo del director Billy Wilder: “Cuando te sientes en la cima del mundo y todo te va bien, ese es el momento de escribir una tragedia. Y cuando te sientes triste y deprimido, ese es el momento de hacer una comedia”.

“Quería recordarme (en la novela) que no importa cuán oscuro sea este periodo, en cierto sentido, la luz siempre se impone”, dijo Auster, quien en voz de los personajes de esta novela se queja de “los maníacos de la derecha cristiana, el movimiento antiaborto, el lobby de las armas, la propaganda fascista de los programas de radio y la cobardía de la prensa”. No imagino lo mal que se la estaba pasando con Donald Trump, ese polarizante, mitómano y desafiante criminal, emulo de Hitler que victimizándose como niño de cinco años quiere volver a ser presidente de la que se presume como la nación más poderosa del mundo.

En Brooklyn Follies se mencionan restaurantes reales, escuelas, el hospital Presbiteriano, la oficina de correos que menciono, la barbería, las mujeres sublimes de las brownstones (casas construidas con ladrillo café) que habitaban la Calle 3, la más elegante del barrio, y acudían al circuito del parque a extinguir su frustrada fogosidad pedaleando ante la ausencia de sus maridos frígidos.

Unas horas después de su muerte, fui a la casa de Paul Auster calculando que habría un homenaje vecinal pero sólo encontré a una periodista del canal brasileño Tv Globo
Edificio donde vivía sobrino de Nathan en BF. Foto: Juan Alberto Vázquez

Da miedo pensar que todo el regocijo que Auster abrevó de estas calles, la inspiración de la comunidad, fueron -por otra parte- el escenario de una tragedia que se presentó a cobrar la factura de tanta inspiración en el más reciente tramo de su existencia.

Ya desde 1998 su hijo adolescente Daniel recibió cinco años de libertad condicional por el asesinato del narcotraficante Andrés Meléndez en un apartamento de Hell’s Kitchen, en Manhattan, durante la ya decadente temporada de los raves. A Daniel le dieron 3 mil dólares para que callara el crimen que terminó con el cuerpo de Meléndez desmembrado flotando en el Hudson River.

Como muchos otros vástagos de celebridades, Daniel Auster nunca halló el camino de la redención.

El 1 de noviembre del 2021, recién casado y con una hija de 10 meses, el hijo de Paul Auster esperó a que su mujer abandonara su pequeño departamento en Bergen Street, también en Park Slope, cercano adonde vivía su famoso padre, para inyectarse heroína. La mujer, Zuzan Smith, aseguró a la policía que la bebé estaba en perfecto estado cuando ella se fue a trabajar. En su declaración Daniel refirió a la policía que primero se inyectó, luego tomó una siesta y cuando despertó, encontró que su hija Ruby “azul, sin vida y sin responder”.

Entonces, para intentar reanimarla le administró Narcan, un medicamento utilizado para tratar las sobredosis de opioides, y llamó al 911. De nada sirvió, pues Ruby fue declarada muerta en el cercano Hospital Metodista NewYork-Presbyterian-Brooklyn, el mismo que apareció en BF, por cierto. ¿Causa de su muerte?: Intoxicación aguda por heroína y fentanilo.

El 16 de abril de 2022, Daniel fue oficialmente acusado de homicidio involuntario y detenido. Tras pagar una fianza fue dejado en libertad y cuando su proceso iba caminando, el 27 del mismo mes el hijo del escritor apareció muerto en una estación de la línea G de Brooklyn, muy cerca de donde sucedieron los hechos, diría un reportero de nota roja.

He leído a algunos que amparados bajo el “según estudios recientes” quieren convencer a otros de que el cáncer no tiene relación alguna con las emociones o el desconcierto y que simplemente te da porque te tenía que dar. Vamos, que no es como la “diabólica” (como llaman algunos chilangos ocurrentes a la diabetes), la cual te llega por herencia o debido a una mala alimentación.

Una lástima que ya no pudimos preguntar a Auster sobre la relación de Daniel, su hijo, con el cáncer, su enfermedad.

Como haya sido, en noviembre de 2022 tras sufrir fiebre casi cada tarde mientras escribía Baumgartner en su ya legendaria Olivetti, Paul Auster fue diagnosticado con cáncer.

“Paul ya había tenido suficiente”, señaló su esposa Siri en el mismo mensaje en Instagram. “Pero nunca, ni con palabras ni con gestos, dio muestras de autocompasión. Su coraje estoico y su humor hasta el final de su vida son un ejemplo para mí. Dijo varias veces que le gustaría morir contando un chiste. Le dije que eso era poco probable y él sonrió”.

Unas horas después de su muerte, fui a la casa de Paul Auster calculando que habría un homenaje vecinal pero sólo encontré a una periodista del canal brasileño Tv Globo
Templo en esquina donde vivía Auster. Foto: Juan Alberto Vázquez
Santo Patrono

Por esas palabras quizás llegue a comprender un poco más cuando Siri Hustvedt o una de sus hermanas que deben parecerse mucho a ella, se quejó frente la reportera de Tv Globo, a su camarógrafo y a mí:

“Todos aquí estamos muy conmovidos”.

“Lo sabemos, por eso no hemos hecho tomas su casa, ni el número ni nada. El encuadre es hacia el otro lado”, se defendió la chica de Ipanema con la que hablé en perfecto portuñol.

“Si, pero no es cool”, volvió a regañar la mujer que regresó a su casa y cerró la puerta sin interesarle el aprecio sincero que sentíamos por Paul.

Justo acababa de aclarar a la reportera en la entrevista que el vecino Auster tenía fama de ser muy amable y generoso. “Era muy querido aquí en el barrio, pero igual en mi país: Cuando iba a las ferias del libro se ganaba el cariño de la gente por su parsimonia y nula arrogancia”. Nunca se impregnó del espíritu insolente de los niuyorquers, aunque terminó siendo uno de ellos.

Aquí en su barrio nadie lo olvidará. A principios de siglo, cuando la Academia de Música de Brooklyn (BAM) proyectó la cinta que él dirigió, Smoke, protagonizada por William Hurt y Harvey Keitel, se proclamó oficialmente el 27 de febrero como Día de Paul Auster.

Otra ocasión la oficina del presidente del condado de Brooklyn dictaminó:

“En nombre de todos los habitantes de Brooklyn, saludo a Paul Auster que, al igual que Walt Whitman, puso a nuestro amado distrito en el mapa”.

Adiós de nuevo, mister Paul.

Ahora si te podemos llamar con todo merecimiento El Santo Patrono de Brooklyn.

 

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