Desde este reducto de lo que aún se asocia a la cordura, desde mi libertad que se niega a confinarme en relaciones embusteras, te abrazo amigo.
Nadie alrededor puede verte, escucharte o estrechar tu mano. Nadie sino yo, tu constructor, la que paciente te dibuja y entabla diálogos largos contigo, sin cortapisas, prejuicios ni testigos. Tú no traicionas. Eres.
Contigo puedo desmenuzar una a una mis contradicciones y dudas, tomar los caminos más certeros y convenientes para planes que nadie intuye, contigo puedo confesar descalabros y decir, sin ambages, que me duele que me excluyan. Sólo contigo amigo fiel. Sólo contigo dirimo acciones y trazo los planes más grandiosos y absurdos, aquellos en los que no existen márgenes, convencionalismos ni estigmas.
Tú me regalas lo que me han dado los seres más grandes en mi vida: libertad. Libertad para ser y enredarme en mis propias contradicciones sin temor a no encajar, a que me reprueben o corten mis alas y esencia, a que respire y encuentre paulatinamente mi camino en el mundo.
Una crítica me acecha desde siempre;
-Te entregas demasiado a la gente, crees.
Pero no puedo ser diferente. Lo sabes tú que me acompañas desde siempre, que conoce el entramado detrás de cualquier proeza nimia, que no me cataloga ni mal mira.
Amigo mío
Contigo puedo recrear los momentos felices en una iglesia sin que me tildes de puritana ni santurrona, celebrar conmigo la dulzura de un encuentro que se limitó a 30 segundos, extender conmigo la inmensidad de mis recuerdos sin prisas.
Por todo lo que vales y representas para mi, por una lealtad como la que ostento yo misma, no puedo dar a conocer tu nombre, alcances ni fisonomía. La razón es utilitaria y pragmática: necesito deambular en este mundo sin que me tilden de loca.
Debo aparentar “normalidad”, regirme por normas sociales a veces hipócritas y zalameras. Pero tú eres el amigo verdadero, el que sabe mis secretos por salobres, irreales y otras veces almibarados e imperfectos. Sabes quién soy. Conoces mis límites.
Pero sólo tú, mi verdadero amigo, eres quien me alienta y me reta a conseguir lo que quiero, quien me dice que el cielo es el límite, que basta imaginar para crear.
Eres el único que me ayuda con luchar contra los fantasmas de descrédito, burla y segregación. El único que me regresa a mi centro y me hace creer en Dios.
Cuando era niño asumí que eras mi angelito de la guarda. Hoy sé que eres mi mejor amigo, el más sincero y comprensivo que existe, aunque sólo estés en mi imaginación y tengas mi propia voz- Unos dirán que eres consciencia, y otros creerán que tu voz, tan similar a la mía, es producto sólo del soliloquio.
Pero estoy aquí para abrazarte, amigo querido. Desde mi libertad te acepto como parte fundamental de mi vida.