Ambivalencia puede ser una palabra más o menos adecuada para describir las emociones y experiencias particulares que gran parte de niños, niñas, adolescentes y jóvenes ha vivido durante el confinamiento por la pandemia en curso. Al principio, muchos tomaron bien la posibilidad de no ir a la escuela, quedarse en casa y tener mucho más “tiempo libre”. Al paso de los días se dieron cuenta de que no es tan divertido, pues no podían salir de casa, ver a sus amigos y compañeros de la escuela. Tomar clases en la televisión o a través de las pantallas de un teléfono, computadora o tableta, no resultó tan divertido como jugar Minecraft o Free Fire.
¿En qué medida las condiciones materiales de una familia influyen en su modo de convivencia? Esta es una de las primeras preguntas que me parece importante analizar porque en momentos de crisis —como el que estamos viviendo— se puede observar, con mayor claridad, el impacto que tienen los recursos materiales, emocionales y sociales en nuestra capacidad de adaptación y resiliencia. En ese sentido, ¿cuáles eran las condiciones en las que se encontraba la niñez y la juventud mexicanas en el momento de la crisis sanitaria? ¿Qué tanto estas condiciones ayudaron o dificultaron enfrentar la mencionada crisis?
La pérdida —de un ser querido, del empleo, de los espacios de socialización, del entretenimiento fuera de casa, incluso de la rutina— es un tema que no sólo debe ser abordado por especialistas en medicina o psicología, sino que, considero importante, hay que desplegar sus dimensiones sociales, culturales, políticas, éticas y hasta estéticas. Es clave este análisis multidimensional, porque la pandemia —con sus más evidentes consecuencias— repercutirá en las generaciones más jóvenes: todavía no sabemos de qué formas ni en qué grado, pero en definitiva marcará —en varios sentidos— el desarrollo de la niñez y de la juventud.
El arte, las diferentes expresiones artísticas o comunicativas, pueden ser un medio que permita sublimar la tristeza, el temor, la frustración, la angustia o cualquier emoción que impida llevar una vida a la que le otorgamos la mayor y la menor de las importancias, al mismo tiempo. Como ejemplo podemos ver los dibujos mostrados en la exposición organizada por la UNAM que lleva por título “Lo que yo veo en la pandemia”.
*Texto a propósito del foro Educación, Covid y Arte de la Fundación UNAM.
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— FUNDACIÓN UNAM (@Fundacion_UNAM) August 26, 2021