‘El diablo entre las piernas’: RIPstein, la repetición

El filme se proyectó de forma simultánea a las ganadoras del Oscar 2021, El padre y Nomadland, que no la dejan bien parada
Ripstein, Costa-Gavras, Cineteca, Carrière, premios oscar

El cine del maestro Arturo Ripstein envejeció, literal. Su más reciente película, El diablo entre las piernas (2019), sobre la sexualidad en la vejez, expone las arrugas de una filmografía prolífica que nació en 1965 con un guion de Carlos Fuentes basado en un relato de Gabriel García Márquez y que dio a luz joyas como El castillo de la pureza, El lugar sin límites, La viuda negra o El imperio de la fortuna, clásicos que, en lugar de avinagrarse con el tiempo, rejuvenecen con cada nueva generación.

Sus ancianos protagonistas, interpretados por Sylvia Pasquel y Alejandro Suárez, repiten la relación de abuso, misoginia y celos que mantenían sus pares de la primera gran película de Ripstein, El castillo de la pureza (1972), encarnados por Claudio Brook y Rita Macedo, aunque entonces el guion era del cineasta y de José Emilio Pacheco, no de Garciadiego. La repetición como síntoma del envejecimiento.

También te puede interesar: ‘Belle Époque’, la comedia francesa que te regresa al cine

Con casi medio siglo de diferencia, incluso el personaje femenino se llama en ambas cintas: “Beatriz”.

Ripstein Sylvia Pasquel, protagonista de la más reciente película de Arturo Ripstein

El estreno de El diablo entre las piernas se retrasó un año por la pandemia de covid-19, decretada por la Organización Mundial de la Salud, una semana después de que el filme se presentó a la prensa el 4 de marzo de 2020 en Cineteca Nacional. Y 14 meses después luce quizás más caduco, anquilosado, acartonado que entonces, aunque en España tuvo excelente aceptación de la crítica, hay que decirlo.

La historia de El Viejo (Alejando Suárez), que tortura verbalmente a su pareja de varias décadas (Sylvia Pasquel) por la supuesta promiscuidad que ella vivió antes de conocerse, resulta en los hechos inverosímil y mucho abona en ello la floja actuación del comediante en una cinta seria pero, sobre todo, su lenguaje ridículo, que suena anacrónico, fuera de lugar, forzado o sacado de lo más profundo de un diccionario rebasado, que ni siquiera usó en películas como El cartero alburero o A oscuras me da risa.

Que el personaje de Beatriz (Pasquel) cuente y anote el número de veces que El Viejo le repite, con voz forzada y estereotipada de alburero de película al estilo de La Pulquería, las palabras “puta”, “coger”, “panocha” o “verijas” sólo exhibe cuán fuera de lugar están las groserías en el diálogo en boca de un par de ancianos septuagenarios enfrascados en una vulgar anécdota de misoginia y celos que nada aporta.

Ripstein Escribió Octavio Paz en El laberinto de la soledad: “Palabras malditas, que sólo pronunciamos en voz alta cuando no somos dueños de nosotros mismos. Confusamente reflejan nuestra intimidad: las explosiones de nuestra vitalidad las iluminan y las depresiones de nuestro ánimo las oscurecen. Lenguaje sagrado, como el de los niños, la poesía y las sectas”. Pero en el filme no son motor, sino lastre.

Entre El Viejo y Beatriz media una joven, criada, literamente, por ambos, que sustituye a una hija de la que no se sabe nada. Dinorah (Greta Cervantes) tiene sus 15 minutos de fama en una escena previa al final, que lleva la historia a un clímax con su vuelta de tuerca para volver a encerrar a los protagonistas.

Otros actores de reparto,  figuras consumadas de la pantalla grande y chica en México, tampoco se llevan las palmas. Patricia Reyes Spíndola desentona en su personaje de amante peluquera y adúltera, con una voz de locutora –ahí el sonido es otro de los defectos de esta película, pues en muchos momentos está tan elevado que se encima a la acción de los actores–. Y Daniel Giménez Cacho no convence como compañero de clases de tango de Beatriz, ofendido e indignado por las insinuaciones sexuales de ésta. De Roberto Fiesco nunca habrá explicación de para qué aparece en comerciales anacrónicos en televisión. Sólo creíble está Erando González como portero de noche de hotel y amante fortuito de Beatriz, agent provocateur en un melodrama en el que él saca la mejor parte de sexualidad.

Ripstein El diablo entre las piernas salió del espejo de Paz Alicia Garciadiego, guionista de cabecera de Ripstein, como ella cuenta en una nota publicada por La Jornada el 30 de abril pasado, en vísperas del estreno del filme: “Comencé a plasmarlo (el guion) después de verme en el espejo. Me habían pedido fotos, y entre mis fotos y la cara en el espejo vi una enorme diferencia. Eso me hizo reflexionar sobre la vejez, al punto al que he llegado, y me puse a escribir sobre mí, y sobre todo, sobre mi generación”.

El filme carece, sin embargo, de vitalidad (valga la expresión, aunque nada tiene que ver que sus protagonistas anden en los 71 años, Pasquel, y los 80, Suárez); para colmo se proyectó en carteleras, como la de Cineteca Nacional, de forma simultánea a las ganadoras del Oscar 2021, El padre (Florian Zeller, 2020) y Nomadland (Chloé Zhao, 2020), también sobre la vejez, que no la dejan bien parada.

Ripstein ‘El diablo entre las piernas’ es dirigida por Arturo Ripstein

Muy diferente fue el caso de El coronel no tiene quien le escriba, adaptación de Garciadiego de la obra maestra de García Márquez que Ripstein llevó a la pantalla en 1999 con el escritor todavía vivo y con un Fernando Luján más decoroso en su desempeño, que buscó llegar al Oscar sin éxito y que compitió en Cannes por la Palma de Oro contra una pléyade de obras de cineastas como Pedro Almodóvar, Jim Jarmusch, Peter Greenaway, Bruno Dumont, Atom Egoyan, David Lynch, Alexander Sokurov, Manoel de Oliveira y los hermanos Jean-Pierre y Luc Dardenne, que a la postre se llevaron el preciado trofeo.

La explotación del morbo que ha logrado Ripstein a lo largo de su filmografía (como con La calle de la amargura y El mismo castillo de la pureza, ambas historias salidas de la nota roja), en este caso sobre la sexualidad de una pareja de ancianos –en realidad dos parejas, la de La Amante de El Viejo (interpretada por una sobrada Patricia Reyes Spíndola, cuya voz se escucha más aburguesada que nunca para ser peluquera) y su marido sumisamente cornudo (Jean Meyer)–, ya no funcionó en esta ocasión.

El escenario grotesco de una casa de clase media en la que se amontonan maniquíes para prácticas médicas resulta un recurso de la dirección de arte por demás absurdo, sólo justificado en la historia al decir que El Viejo estudió para doctor y terminó de farmacéutico, nada de lo cual repercute en el filme. Hay que recordar que Gabriel Lima, el personaje de Claudio Brook en El castillo de la pureza, era un fabricante de veneno para ratas, que torturaba a su mujer por su supuesto pasado promiscuo también.

Incluso la canción Ich bin von Kopf bis Fuß auf Liebe eingestellt, de Friedrich Hollaender, cantada por Marlene Dietrich en Der blaue Engel (Sternberg, 1930), que se repite al principio y fin de El diablo entre las piernas parece forzada imposición para inventar mayor “sordidez” a la relación de pareja, un recurso que usó en sus películas más célebres David Lynch, con temas como Blue Velvet, por ejemplo.

Ripstein Arturo Ripstein escogió como protagonistas a Sylvia Pasquel y Alejandro Suárez

La elegante y preciosa fotografía en blanco y negro de Alejandro Cantú sólo esconde una película con poca historia, malas actuaciones y un lenguaje procaz fuera del tono, con tomas interesantes sobre los pasillos y espacios cerrados, que no logran salvar el melodrama del viejo Otelo al estilo Ripstein.

El blanco y negro es otro elemento del cine de Ripstein que se repite en sus más recientes filmes, como en La calle de la amargura, que incluyó las actuaciones de Patricia Reyes Spíndola y Sylvia Pasquel.

Ripstein Cartel oficial de la nueva cinta de Arturo Ripstein

Quizás lo rescatable en El diablo entre las piernas sea la actuación de Sylvia  Pasquel, al menos ella se tomó en serio su papel, tan parecido al de la otra Beatriz, el de Rita Macedo en El castillo de la pureza.

Total
0
Shares
Previous Article
Leonora Carrington

Leonora Carrington y lo más recóndito de su mundo en el Musa

Next Article
STEINEM

Escritora feminista Gloria Marie Steinem gana Premio Princesa de Asturias

Related Posts
Total
0
Share