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‘Benedetta’, el feminismo al estilo Paul Verhoeven

Basada en la historia de la monja lesbiana del siglo XVI, la nueva película de Verhoeven da continuidad a su larga galería de mujeres poderosas en el cine

Desde sus primeras películas en su natal Holanda, Paul Verhoven (Ámsterdam, 1938) ha encumbrado a las mujeres como rebelión; desde Delicias turcas y Machos hasta El libro negro y Elle. No era para menos que la subversión de la mujer ante un statuo quo masculino fuera el tema de su más reciente filme, Benedetta (2021), con el que participó en la más reciente competencia del Festival de Cannes y que se ambienta en una época asolada por una pandemia: la peste bubónica de los siglos XVI-XVII.

Basada en la historia de Benedetta Carlini, la monja lesbiana del siglo XVI que llegó a abadesa del convento De la Madre de Dios de Pescia y que ha inspirado antes el libro Immodest Acts: The Life of a Lesbian Nun in Renaissance Italy, de Judith (Afectos vergonzosos: Sor Benedetta: Entre santa y lesbiana, Crítica, 1989) de la historiadora Judith C. Brown, y el drama Benedetta Carlini: Lesbian Nun of Renaissance Italy, de la dramaturga canadiense Rosemary Rowe, la nueva película de Verhoeven da continuidad a su larga galería de mujeres poderosas en el cine, incluso en su etapa hollywoodenses.

Desde la Olga (Monique van de Ven) de Delicias turcas (Turks fruit, 1973), la Flentje (Reneé Soutendijk) de Machos (Spetters, 1980), la Agnes (Jennifer Jason Lee) de Conquista sangrienta (Flesh & Blood, 1985), la Catherine Tramell (Sharon Stone) de Bajos instintos (Basic Instinct, 1992), la Nomi Malone (Elizabeth Berkley) de Showgirls (1995), la Rachel Stein, alias Elis de Vries (Carice van Houten) de El libro negro (Zwartboek, 2006) o la Michèle LeBlanc (Isabelle Huppert) de Elle (2016), que también estuvo en Cannes, al igual que Benedetta, las mujeres de Verhoeven se enclaustran en un universo opresor masculino, lo mismo de guerras que de restricciones e imposiciones ideológicas, políticas o religiosas, pero lo confrontan y subvierten a partir de sus deseos, sus intereses, sus normas.

Así, el cineasta holandés ha creado, sin duda, varios personajes femeninos de culto, quizás el más famoso de ellos haya sido el que catapultó a Sharon Stone a la categoría de vampiresa con IQ de genio.

Benedetta, encarnada por la belga Virginié Efira, no es la excepción. Una niña con visiones místicas es entregada a un convento por sus padres aristócratas, con una dote, porque los conventos no reciben a nadie de gratis, como dice la abadesa Felicita, magistralmente interpretada por Charlotte Rampling.

En un universo totalmente femenino, como es el de un convento, aunque sometido a las leyes de los hombres, el alto clero católico, Benedetta adulta cree haber visto a Jesús que la toma literalmente por esposa en sus éxtasis. La llegada al convento de la pastora adolescente Bartolomea (Daphne Patakia) violada por padre y hermanos, desborda la pasión de Benedetta y sus arrebatos religiosos, que derivan en estigmas que cuestionan la naturaleza misma del cristianismo, al exhibir la mano humana tras ellos.benedetta

A pesar de la sospecha de fraude en el milagro, el preboste Alfonso Cecchi (Olivier Rabourdin) ve la oportunidad de ascender a obispo a partir de la manipulación del estigma y hace a Benedetta abadesa, enfrentándola con Felicita y su hija, la monja Christina (Louise Chevillotte). Con el poder en sus manos, Benedetta revela, explora y desborda su homosexualidad con Bartolomea, en una parodia de la relación de Jesús con sus discípulos, a tal grado que la traición de ésta la considera parte de su pasión.

El drama entre mujeres llega al arbitraje de los hombres. Felicita descubre las relaciones sexuales entre Benedetta y Bartolomea y, a pesar de su voto de obediencia, viaja a Florencia a acusar a la nueva abadesa de crímenes “contranatura” y herejía ante el nuncio, el grandísimo actor Lambert Wilson.

El final es historia. Un juicio, una condena y la inteligencia de Benedetta para burlar a la muerte, pero, sobre todo, para burlarse de los hombres, de sus redes y reglas, de sus prejuicios y su poder.benedetta

La película de Verhoeven también sigue una tradición de filmes de mujeres que han confrontado y engañado a la jerarquía católica a partir de sus propios dogmas, como La pontífice (Die Päpstin, 2009), de Sönke Wortman, ambientada en la Edad Media, sobre el mito de una mujer que llegó a ser Papa.

El filme se estrenó el fin de semana pasado en México en salas comerciales y en Cineteca Nacional.

Uno de los grandes méritos de Benedetta son las actuaciones de su protagonista y reparto. Verhoeven, especialista en convertir en mitos a sus actores, como hizo con el recién fallecido durante la pandemia y siempre llorado Rutger Hauer, con la misma Sharon Stone o con Peter Weller (RoboCop, 1987), optó para Benedetta por Virginie Efira, una experimentada actriz con la que ya había trabajado y conocía –por su papel de Rebecca en Elle–  y que en los últimos años ha ganado el aprecio del público francés por comedias, como Hombres al agua, Un hombre a la altura, Adiós, idiotas o 20 años no importan.

A ella se sumó la sensualidad, entre ingenua y perversa, de otra belga Daphne Patakia, una jovencísima actriz (29 años) que ya ha trabajado con directores como los griegos Yorgos Lanthimos (Nimic, 2019), Alexander Voulgaris (Thread, 2016; Winona, 2019) o Antonis Tsonis (3000, 2016). La trinidad se consuma con Charlotte Rampling, que a sus 75 años y con un mito a cuestas, brinda otra de sus actuaciones memorables. Wilson, como siempre, es el amado y odiado Lambert Wilson, no hay de otra.benedetta

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