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[CUENTO] Bailando en el vagón

Por una semana lo estuvieron siguiendo, viendo cómo se pasaba de lanza con chavitas que se congelaban cuando él sacaba el pito frente a su cara

Sí le clavé la navaja un poquito más adentro, pero fue porque la Viri se arrancó con la rola La culebra en su bocina y un bato agarró a su morra para ponerse a brincotear. Pues ni modo, se me fue la mano. Cuando en la canción dice: “Y yo gritééé, ay, la culeeebraaa”… el cuatito también echó tamaño gritote y entonces una ruca mamona le jaló a la alarma y que llega el tira de la estación. Y pues ni pa dónde moverme, íngale. Le di al riñón. Ji, ji, ji.

Ya lo teníamos bien atorado al canijo, y mi amiguita la Alien le había pasado el cuchillo filoso y chiquito a la chava a la que íbamos a ayudar a hacerse fuerte. Si ella le hubiera metido una buena tasajeada al pilín, el tipo se queda ahí tirado chillando por lo perdido y con chorritos de sangre saliéndole por ahí, pero no, ni tiempo tuvimos. La verdad, no le puedo echar la culpa a la Viri, porque ella trabaja vendiendo sus discos… para eso debe ponerlos a todo volumen. A veces la banda baila bien recio en el vagón.

Bueno, si se muere el puerco ese, está chiro. Estuvimos siguiéndolo por una semana viendo que se pasaba de lanza con chavitas y las muy babas se congelaban cuando él sacaba el pito frente a su cara. A mi amiga le pasó así, pero muy temprano, en unos puestos, mucha gente andaba y nadie le ayudó. Por eso le gusta ver cómo se les ponen rojos los pantalones mientras se retuercen, así como lombricitas. Ja, ja.vagón

A lo mejor nos tardamos, hubiera estado bueno terminar antes de Balderas para salirnos a Río de la Loza y meternos rapidito al bar El Tecolote. Ahí ya nadie nos agarra. En las tardes llevan quesadillas con frijoles y arroz, las dejan en 25 pesitos. No están así re buenas, pero siempre hace hambre. Dicen que la jefaza hizo un trato con la fritanguera para el precio. No lo sé, nunca la he visto, dice la Alien que es chingona. Yo le creo. A veces va un vato mamón al lugar, dicen que se llama Portugal, para mí que tiene cara de piedroso o que se picaba, porque a esos se les queda la cara de testimonio.

Pero a ver, cuando el tipo se abrió el cierre, yo ya estaba detrás de él, pero la Alien se tardó en agarrar a la chava. Igual ahí perdimos chance. Híjoles. La esperé, y ya que mi amiga estaba lista, ora sí le puse la navaja en la espalda al ojete. Le dije: “Quieteciiito, o te chiiiingo aquí mismo, valiendo madre”. A veces mi voz suena bien bonito. Y pues el güey se puso frío, con el pito afuera. Seguramente abrió mucho la boca, todo paniqueado.

Alien hizo lo mismo con la chava, pero a ella le prestó un fierro para que le diera unos llegues al muy ojete. La morra no entendió, se puso a temblar con el cuchillo en la mano, así toda loca. La verdad, una nomás está enseñándoles a defenderse, porque si se están quietas las hacen como trapo. Y pues ahí estábamos los cuatro hechos chánwich en el vagón rumbo a Balderas haciendo equilibrio, y luego,  el Metro iba moviéndose todo acá, de un lado pa’l otro, y también brincamos. La chava no se animaba y a mí se me hacía que el pinche mono ese se nos iba a pelar al llegar a los andenes.

Abrieron las puertas, sentí que el cuatito se me iba a ir, la chava no se movía, la Viri prendió su bocina asomándose a ver si no llegaba el policía y puso La culebra. Híjoles, el bato agarró a su morra para ponerse a brincotear… y se me fue la mano con la navaja y el ojete gritó. La mamona jaló la palanca y vino el tira.

Nos llevaron a las tres al cubículo de la estación. Ahora le podemos enseñar a la carnalita cómo salirse. Se me hace que ya no se queda fría. Je, je, je.vagón

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