Decidieron que la ciencia debe moverse en Combi. Un grupo de estudiantes encabezados por Cristóbal Miguel García y sus amigos, todos matriculados en la Facultad de Ciencias (FC) de la UNAM, llevan el conocimiento a las zonas de alta marginación del país, porque ahí están sus orígenes y por ello conoce bien sus necesidades.
El pasante de la licenciatura en Física y alumno de Matemáticas y sus coconspiradores universitarios adaptaron aparatos y equipos científicos para montar un laboratorio móvil a bordo de una emblemática camioneta germana Kombinationsfahrzeug azul, modelo 1992, también conocida como Combi.
Y ahora llevan a esos lugares remotos, de difícil acceso, la “Combi de la Ciencia. A.C”, vehículo con el cual acercan el conocimiento y detonan en los pobladores el gusto e interés por la ciencia. Hace una década salió de su pueblo natal, con el objetivo de forjarse como científico. Este verano volverá al sitio con el proyecto.
El proyecto forma parte de su servicio social como Físico, realizado en el Museo de la Luz de la Dirección General de Divulgación de la Ciencia (DGDC) de la UNAM, el cual fue pausado por la emergencia sanitaria y ahora lo retomará para realizar algunas “rutas científicas”.
“No quería hacer algo de oficina, que quedara engargolado en algún cajón, y decidí devolverle un poco al estado de Guerrero, de lo mucho que me ha otorgado, y decidí aportar desde mi trinchera; así nació la ‘Combi de la Ciencia’, transporte en el que transportamos gente y equipo y así hacemos divulgación, porque si la montaña no viene a Pedrito, los aceleradores de partículas van a la montaña”, señaló.
A lo largo de la pandemia trabajamos desde nuestra página de Facebook; afortunadamente previo a la emergencia sanitaria probamos nuestro primer evento en vivo desde Guerrero, impartimos talleres para hacer gel antibacterial, lavado correcto de manos, así como diversos experimentos de Física; hacíamos fuego controlado y otras prácticas con electricidad, explicó.
Divulgación en cuatro ruedas
García Jaimes aclaró que la “Combi de la Ciencia” es su iniciativa lograda “a punta de coperacha”, y será tras el término de su servicio social un proyecto extramuros que “no quedará ahí, como una llamarada de petate, como decimos en mi pueblo”.
Entre sus objetivos es que se motive a los universitarios a compartir algo de lo que saben, en comunidades con alta marginación. “Por ejemplo, uno de los proyectos que quiero agregar a esta Combi es un refrigerador solar para preservar la cadena de frío en antídotos contra picaduras de alacrán, debido a que hay comunidades que están tan alejadas, donde ni siquiera hay electricidad”, dijo.
El universitario aseguró que la actividad que realiza ha sido bien aceptada por la comunidad, de ahí que no dejará a la deriva el proyecto. “Ya tenemos nuestra ruta: queremos visitar las comunidades que circundan Taxco, Iguala, Chilpancingo y Acapulco, para demostrar que los jóvenes organizados podemos concretar proyectos y uno de éstos es regresarle un poquito a la sociedad que nos apoya con sus impuestos”.
Cruzar el Atlántico en combi
Hace cinco años, recordó, “llegó el internet a mi pueblo”, en ese tiempo ya radicaba en la Ciudad de México y viajaba de Santa Martha Acatitla, en Iztapalapa, a la Preparatoria 6 de Coyoacán; “pocas veces había visto tanta gente en mi vida, en esta ciudad la vi y me impresioné, es un monstruo; en mi pueblo, cuando me salí, éramos apenas tres mil habitantes”.
En la Prepa 6 refrendó su vocación por la ciencia y ahí conoció a Efraín Chávez Lomelí, investigador del Instituto de Física, quien motivó en él el interés por la Física Nuclear.
“Así, como lo he dicho antes, después de ocho meses, 23 días y 19 horas, logramos hacer un acelerador de partículas en miniatura para el concurso interprepas, que al fin y al cabo resultó el más barato del mundo, y con ello obtuve el Premio Nacional de la Juventud 2014, y logré irme a Suiza a impartir una conferencia con el acelerador de partículas más pequeño y de menor costo del mundo, como uno de los ‘200 líderes del Mañana’ por el Comité Internacional de Estudiantes”, subrayó con orgullo.
En 2016, en el marco de la reunión anual de estudiantes por el Día Internacional de la Paz, realizada en el salón de la Asamblea General de la ONU, el universitario presentó en Nueva York el trabajo que realizó en la Fundación Ciencia sin Fronteras, organización sin fines de lucro, creada por jóvenes y dedicada a divulgar conocimiento y cultura en comunidades marginadas del país.
Hoy en día consiguió su máximo objetivo: ser aceptado para realizar un posgrado en la Escuela Politécnica Federal de Lausana, Suiza, donde participará en el futuro Colisionador Circular Lepton que medirá 100 kilómetros de diámetro y “será la máquina más grande que la humanidad haya construido jamás”. El financiamiento para su estancia provendría de la organización internacional Fundación Marie Curie.
“Trabajaré mi proyecto con la investigadora italiana Tatiana Pieloni, quien concretó la idea de un sistema experto óptico para futuros aceleradores de partículas. El acelerador actual más grande mide 27 kilómetros de diámetro, pero la futura generación medirá 100 kilómetros y es en la que yo trabajaría, en el sistema óptico experto, y mi emoción es de ese tamaño, porque mi proyecto saldría de ahí”, explicó.
“Mi madre siempre me apoyó, criaba puercos para ayudarnos, a mí y a mis dos hermanos, yo aprendí a hacer longaniza también criando, pero me la paso emocionado todo el tiempo, por toda esta oportunidad que me dio mi familia, porque tengo claro que la Universidad no la hace un solo individuo, sino que la hacemos todos haciendo nuestro máximo esfuerzo en cada momento”.
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— Sala de Prensa UNAM (@SalaPrensaUNAM) July 15, 2021