«El Aleph» o Borges sobre el amor platónico

Por eso, en el cuento nombra a Beatriz en homenaje a Dante de la «Divina Comedia», quien es el pretexto para contarnos otra historia.
. La 16 edición de la Feria del Libro Antiguo que acoge la ciudad argentina de Buenos Aires rinde homenaje este año al emblemático escritor Jorge Luis Borges
Edición antigua de «El Aleph», célebre obra de Borges. Foto: Alada

En un principio, Borges nos habla del amor: de aquel que no se declaró, del amor platónico, por eso nombra a Beatriz en homenaje a Dante de la Divina Comedia, quien es el pretexto para contarnos otra historia.

Y nos lo anuncia: “arribo al inefable centro de mi relato”, un sótano donde se ve un atisbo de luz y se escriben unos de los fragmentos, a mi parecer, más bellos de la Literatura: …y en la tierra otra vez el Aleph y en el Aleph la tierra, vi mi cara y mis vísceras, vi tu cara, y sentí vértigo y lloré… Me vio, esto produce infinita emoción y le da un lugar al lector en su cuento.

Jorge Luis Borges
Como todo buen escritor, sabe que no hay nada nuevo bajo el sol: Xinhua

Carlos Argentino es el ego del escritor, del seudointelectual, del que necesita ser visto, aplaudido, escuchado, la figura pública. Carlos es una burla que el autor hace de sí mismo, son las entrevistas, los círculos intelectuales, la figura aplaudida entre sus lectores. Y Borges personaje es el escritor, el que sufre de síndrome de impostor, no se cree suficiente, el artista solo en su estudio, donde nadie lo ve, donde se produce el arte, ese acto que dista de ser excéntrico, y solo es solitario, pero donde se da sentido a la existencia, donde la pluma o el teclado hacen que el día haya valido la pena.

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Borges y el atisbo de luz

Despojarse del Aleph, de todo lo que sabes para escribir algo “nuevo”, destruir una casa, ese sótano que podría asemejarse al pensamiento, en donde existen atisbos de luz, cargados de todos aquellos libros, experiencias, sapiencias. Todo eso que pueden representar una carga del escritor, que no ha encontrado su verdadera voz; por eso Carlos Argentino, gana los premios de la Academia, porque han tirado la casa. Pero Borges en el fondo a pesar de los reconocimientos, como todo buen escritor, sabe que no hay nada nuevo bajo el sol.

El personaje de Borges refleja la soledad y la ceguera que lo va dejando poco a poco en la obscuridad, en este caso esa sala donde le dictaba sus trabajos a su madre y luego a su editora, quien sería su esposa. Nos habla del lenguaje, de la imposibilidad de narrar todo al mismo tiempo, de la necesidad de la gradualidad. Cierra con maestría y nos engaña con datos que pudieran ser reales o falsos, los orígenes del Aleph (¿existió? Si, Borges lo hizo realidad, creó un concepto, un lugar común en la Literatura) y vuelve a jugar con nosotros, este Aleph el cual conté puede ser falso. La invitación siempre está abierta para entrar a esa casa y se divierta junto con el personaje a descubrir que significa para usted el Aleph.

 

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