El martes 9 de octubre de 2012, don Emilio Echevarría me obsequió media hora de su tiempo en su hogar de la entonces delegación Tlalpan y aquí parte de esa charla.
Hasta 1975, su vida transcurrió como la gran mayoría de los mexicanos, casa-oficina-casa. En aquel entonces, su mayor preocupación era que no se equivocara en algún número y entregar las cuentas exactas en la empresa que laboraba. Pero a finales de ese año se da un cambio donde de contador de números, Emilio Echevarría, de 68 años, se convertiría en contador de historias.
—¿Por qué dejó la contaduría?
—José Luis Ibáñez (Los Caifanes, 1967), Jaime Humberto Hermosillo (La Tarea, 1980), quienes también dejaron la contaduría, y la dramaturga Berta Hiriart, me dijeron que si no quería participar en una obra. La verdad, tenía mucha envidia de ver a la gente mostrar su quehacer porque yo quería contar historias pues siempre he considerado que eso es lo más valioso de la humanidad, eso es mágico, pues los pueblos, al hablar de los demás, hablan de ellos mismos… es como un espejo fiel, y por eso acepté. Entré a la compañía Circo, Maroma y Teatro, y me seguí, poco a poco fui dejando la contaduría numérica y me dediqué a la de historias, a partir de enero de 1976.
—¿Siguió en el teatro llamado comercial?
—Fue más bien en el universitario. Llego una, dirigida por Ludwik Margules, basada en una película de Ingmar Bergman (De la Vida de las Marionetas, 1980), de ahí a otras obras más, algunas con Hugo Hiriart, como El Tablero de las Pasiones de Juguete, en donde hacía a varios personajes Mefistófeles y Cicerón, fueron algunos.
—¿Y el cine?
—De la puesta anterior me hicieron la primera invitación para el cine y fue con Maricarmen de Lara que se llamó Desde el Cristal con que se Mire, de 1984. Hacer la primera fue hacer la segunda, Un día Crucial Para Ausencio Paredes (Eduardo Herrera Fernández) y la tercera La Cantante que Quería ser Como Janis Joplin (Francisco Athié), ambas de 1987. Seguía con el teatro he hice nueve películas antes de que llegara Amores Perros (2000).
—Fue un proyecto afortunado…
—Fue parteaguas en la carrera de todos. Su director Alejandro González Iñárritu, ganó el BAFTA, de Londres, 11 premios Ariel y representó a México en el Oscar. El personaje que hice de El Chivo, fue creado por Guillermo Arriaga, yo sólo le di el toque que él le había puesto en el papel, porque la línea es la última expresión que ha propuesto el escritor para llegar a saber el porqué.
«Alejandro tuvo el apoyo de Guillermo del Toro, quien estaba con Almodóvar y vino a México, se hospedó en la casa de Alejandro para echarse toda la película, igual que Alfonso Cuarón, y creo que fue el último quien dijo que no se podía terminar una película con una subhistoria, ya que estaba planeado que la cita se acabara cuando El Chivo cierra el portón de su casa y se escucha un disparo y no se sabe quién de los hermanos, ‘Luis’ (Jorge Salinas) o ‘Gustavo’ (Rodrigo Murray), disparó».
—¿Qué le dejó esa película?
—Además del premio al Mejor Actor en el Festival de Chicago junto a Gael García Bernal, algo que a la fecha lo recuerdo perfectamente fue cuando en el cóctel, una chica se me acercó y me dijo: ‘Perdóneme, no resistí saludarlo, pues la llamada que le hace a su hija en la cinta es la misma que he esperado desde hace 15 años de mi padre’. Esa es una de las razones por lo que soy actor, meto el remo en esa embarcación para contar un asunto que le diga algo a la gente”.
¿De ahí dio se fue a codear con James Bond?
—Hacía Y tu Mamá También (2001), cuando me llegó la invitación de Londres por parte del director Lee Tamahori para estar en Otro día Para Morir y en 2002, entre en el mito del agente 007 y conocí a Chris Munro, el ganador del Oscar el año anterior por La Caída del Halcón Negro (Ridley Scott), era quien se encargaba de los efectos de sonido.
«Al filmar en Cádiz las escenas que se suponen eran en La Habana, yo era ‘Raoul’, uno de los aliados de Bond, comencé a trabajar, tardamos 9 días en hacerlas porque no salía el sol como en La Habana, al grado que cuando Halle Berry sale del mar hacía un frío terrible. Sentí muy bonito estar con actores como ella o Pierce Brosnan, pero lo que me llamó la atención fue su profesionalismo y como no hacían alguna diferencia entre unos y otros, aprendían de todos de todos. Fue un honor ser parte de ese mundo».
—¿Qué me dice de El Álamo?
—Ya había hecho a Antonio López de Santana en teatro (Manga de Clavo, Juan Tovar), y había abrevado muchos libros sobre Santana, y para la película leí directamente sus memorias. Me paree que históricamente le tuviéramos una especie de asco porque nos duele el corazón y porque es como una cosa juzgada pero hay que voltear y ver a esa sociedad, a la iglesia, ver porqué se tomó esa decisión, como está en la novela de Enrique Serna, El Seductor de la Patria.
«Pero fui a lo mío, y cuando el director John Lee Hancock dio la pauta para empezar, me dio una vergüenza espantosa y me entró un coraje de la chingada, pues sí había forma de mantener a Texas en México».
—Hoy lo vemos como “El Sabio” en Memorias de mis Putas Tristes, ¿siente que el cine no plasma lo que el autor en su libro?
—¡Imagínate, un danés Henning Carlsen, dirigiendo algo de Gabriel García Márquez! En un principio rechacé el papel pues no podía dar el personaje de un anciano de 90 años, hasta le llevé un par de nombres de buenos actores que lo podían hacer, pero Carlsen me dijo que no existen edades estándar, me dio su guion porque tenía de su propia mano el storyboard y me lo llevé a mi casa ¡en el Metro!
«Siempre establecemos comparaciones entre las novelas y sus películas y no puede haber ese hándicap, las novelas suelen ser de una cierta duración y si se leen de corrido tomaría mucho tiempo, así que, para dejarla en hora y media o dos horas, había que amputar. En este caso que fuera corta nos dio algunas facilidades. El modo de contarla, me pareció prodigiosa, conserva y prepara al espectador para dar emociones».
—¿Qué sigue para Emilio Echevarría?
—Hice un corto para Guillermo Arriaga, La Sangre de Dios, con Damián Bichir, es un proyecto de él para que directores en el mundo hagan cortos sobre religión, este es del ateísmo. Habrá otros sobre sexo y otros de política con la pretensión de armar un largo, pero dice Arriaga que será un proyecto para cinco años. Mi vida en la actuación ha sido maravillosa, no puedo decir que tengo una cinta favorita, me gusta participar en una película que cuente una historia, quizá El Chivo y ‘El Sabio’, son de los personajes que más he disfrutado por su magia, pero hasta ahí.
Cineteca Nacional se une a la pena que embarga a la familia y cercanos de Emilio Echevarría, prolífico actor mexicano que durante más de 40 años dio vida a entrañables personajes en el teatro, cine y televisión. Nominado en tres ocasiones al premio Ariel, lo recordaremos por su… pic.twitter.com/CnXqUzOUJO
— Cineteca Nacional (@CinetecaMexico) January 5, 2025
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