La investigadora Julia Tuñón Pablos aseguró que la fascinación que ejercen las imágenes convierte al cine en un medio de “trampas”, cebos visuales que, particularmente en la llamada Época de Oro, contribuyeron a fijar estereotipos y arquetipos sobre las mujeres en la sociedad patriarcal mexicana.
Durante el estreno de la serie de cuatro conferencias sobre “Mujeres y representación” organizadas por la Coordinación Nacional de Difusión y la Dirección de Estudios Históricos, Tuñón hizo hincapié en que la composición cinematográfica guía la lectura del espectador, de manera que cada símbolo, encuadre, banda sonora, iluminación y edición de las escenas, entre otros elementos, sublima la percepción de quien ocupa la butaca.
“Las ideas que las personas tienen como arsenal para comprender el mundo, y aquéllas que se les quiere inculcar para cumplir con un determinado rol. Se confunde la moral social con las prácticas sociales”.
Durante la Época de Oro del cine mexicano llegaron a filmarse hasta 150 películas en un año, cantidad que contribuyó a generar un imaginario en torno al género femenino, el cual implicó ciertas características “para que se ejerciera eso femenino” desde los ámbitos sexual y cultural.
“Lo importante es preguntarse por qué y cómo se hace esto”
“En estas cintas son muy claros los estereotipos, entendiéndose como la simplificación de una serie de características humanas y, a su vez, estos crean arquetipos que encarnan conflictos medulares; por ejemplo, el amor imposible o el poder devorador.
“El primer arquetipo de la mujer que nos muestra el cine mexicano es como emanación de lo caótico, dadora de vida y de muerte”, argumentó la autora de Mujeres, entre la imagen y la acción.
Este principio, explicó, va a entrar en conflicto con las mujeres de carne y hueso, de ahí que —a propósito del Día Internacional de las Mujeres— debemos rescatar nuestra humanidad y nuestro ser, como sujetos sociales e históricos; de lo contrario, nos convertimos en un arquetipo sin lógica, sin coherencia y sin realidad propia.
La narrativa cinematográfica, dijo, “desarrolló este arquetipo de lo femenino a través de personajes dicotómicos, que se complementan y crean un absoluto. Así se tiene a la novia, la esposa, la prostituta, la joven, la vieja, la empleada, la rica, la santa y la pecadora […], mujeres que haciendo uso de sus ‘recursos’, van a manipular todas las tramas”.
De esta manera, “se plantea que las mujeres no son fiables, que con ellas no se sabe dónde acaba la virtud y empieza el vicio; subyace una entelequia muy poderosa y peligrosa de que, al final, todas son iguales. Esta idea de que, en el cine mexicano, las mujeres no se mueven: son abnegadas, sumisas, golpeadas y sin personalidad. Esto simplemente no es verdad”.
Tuñón detalló que el cine mexicano sublimó ese gran principio ambiguo de la mujer, el de alguien inasible, usando el “amor para otro” –principalmente hacia los hijos– como medio de control: “El amor de la buena mujer es absoluto, porque si es amor a ella misma, es una villana. Pasa de la cima, a la sima”.
El resto de las conferencias se llevarán a cabo los martes de marzo, de 17:00 a 19:00 horas; las especialistas de la Dirección de Estudios Históricos –Rosa Casanova, Esther Acevedo y Consuelo Maquívar– dictarán las ponencias De nahuas, faldas y corsés, La mirada masculina y la femenina en el retrato del siglo XIX y La mujer en la cultura de la Nueva España, respectivamente.
También te puede interesar:
Segunda edición de “Ellas programan”, cine hecho por mujeres
En el marco de la conmemoración del Día de las Mujeres, la Dirección de Estudios Históricos organizó el ciclo de conferencias “Mujeres y representación”.
Más información a través de nuestro #boletin de prensa: https://t.co/IvhPdKZ2Pz#INAHVirtual pic.twitter.com/KVMndoLaIA
— INAHmx (@INAHmx) March 11, 2023