Un total de 80 dibujos que Francisco Toledo (1940-2019) creó a finales de los años cincuenta, cuando era un joven estudiante de arte y todavía no encontraba un estilo propio, son los que el público puede apreciar por primera vez en la exposición Sementera. Dibujos adolescentes de Francisco Toledo, que abrió el 27 de octubre y estará hasta el 28 de enero en la Galería Arte Binario del Centro Nacional de las Artes (Cenart).
Los dibujos, propiedad de la Colección Ponce Kurczyn y que nunca antes habían sido exhibidos al público, dan cuenta de los primeros trazos que el artista realizó en Ciudad de México, a donde vino de Oaxaca para estudiar en el Taller Libre de Grabado de la Escuela de Diseño y Artesanías del INBA; tenía apenas 17 años, pero, en opinión de Bernardo González, curador de la muestra, ya hay en el incipiente creador una “auténtica consciencia” de ser artista.
En estas obras “plasma una visceralidad joven e inocente, observante e inmediata, las primeras semillas lanzadas de lo que germinaría como la vasta carrera de Francisco Toledo”, explica González en el texto que abre la exhibición, justamente nombrada Sementera en alusión a la acción de sembrar algo que muy pronto dará frutos, en este caso artísticos.
Realizadas con bolígrafo, lápiz y tinta, el joven creador “está inmerso en un ejercicio intenso de autodescubrimiento, aprendizaje y autorreflexión; plasma su realidad circundante más próxima y sus influencias artísticas más frescas. Se percibe al aprendiz más que al maestro”, afirma.
Durante un recorrido, González comentó que además de las claras influencias que se perciben de sus maestros Guillermo Silva Santamaría, su profesor de gráfica en el Taller Libre de Grabado, y de Rina Lazo, quien le impartió la materia de dibujo aplicado en el Centro Superior de Artes Aplicadas, hay ciertas reminiscencias de Rufino Tamayo en el uso del color, e incluso en un par de dibujos de Salvador Dalí y Joan Miró, en el trazo y las formas.
Destacó que, aunque el pintor, escultor y grabador nunca fue perfeccionista en el trazo, sí fue preciosista, y muestra de ello es que todos los dibujos “son de primera intención”; es decir, no hay uno solo que tenga correcciones. También hizo hincapié en la firma que tienen las obras. Mencionó que en los años cincuenta firmaba con su apellido en letras pequeñas y debajo colocaba el año de producción. “Otras tienen una firma más contemporánea y unas más muestran un híbrido”. A partir de los años sesenta comenzó a hacer la firma que todos conocemos, con su nombre más estilizado.
Señaló González que una de las misiones de la colección Ponce Kurczyn es tomar esta colección como un archivo histórico, no sólo como una colección pictórica.
“Ha habido un gran debate en torno a estos dibujos sobre si es importante mostrarlos en un sentido de relevancia pictórica. Considero que el sentido es que Toledo es un maestro histórico consolidado, el más importante en los últimos cuarenta años, y esto puede considerarse parte del archivo histórico del maestro”.
En las obras, todas de pequeño formato, hay escenas cotidianas, objetos, animales (perros y elefantes, por ejemplo) y una serie de retratos de personas reales. González se pregunta: “¿Quiénes son ellos?” Y responde: “Posiblemente habitantes de la casa en la colonia Narvarte de la familia Medleg, quienes hospedaron al artista a sus 17 años en su primera llegada a Ciudad de México”. La mayoría de los dibujos los realizó mientras vivió en esa casa.
La consolidación del artista
Pasarían apenas dos años, en 1959, cuando Toledo montó sus primeras dos exposiciones individuales en la Galería Antonio Souza y en el Forth Worth Center, en Texas. En ambas firmó ya como “Francisco Toledo”, como lo bautizó el propio Souza.
En 1960, se estableció en París; allá hizo amistad con Octavio Paz y Tamayo, y consolidó su formación artística. Colaboró en el taller de grabado de Stanley Hayter, uno de los grabadores más influyentes del siglo XX y tuvo otras exposiciones individuales: en la Kunstnerner Hus, en Oslo, Noruega (1962), y en la Galería Karl Flinker, en París (1963).
Por eso es que 1963, el año en que regresa con éxito de Europa, es señalado por algunos historiadores como el inicio artístico de Toledo. Explica González que investigaciones como las de Teresa del Conde fueron esenciales para redescubrir su obra temprana, hasta entonces poco conocida. “La autora recuperó la exposición Nuevos exponentes de la pintura mexicana, celebrada en el Museo Universitario de Ciencias y Artes de la UNAM en 1958, en la que el también promotor cultural fue apreciado como un artista que dibujaba con la genialidad y limitaciones de un niño”.
Los dibujos que se exhiben en el Cenart formaron parte de la galería de Simón Alkon antes de ser adquiridos por la Colección Ponce Kurczyn. Desde la llegada a la Colección Ponce Kurczyn, personal especializado en la conservación de acervos documentales se ha encargado de poner en marcha un protocolo para su preservación, dada su naturaleza como patrimonio histórico-artístico y su valor como archivo, para el estudio y análisis de la vida del artista.
De hecho, una vez que concluya la exposición, los dibujos serán nuevamente resguardados en condiciones óptimas de luz y temperatura para su buena conservación, por lo menos durante los próximos cinco años.
Actividades paralelas
Mesa redonda. Panorama Toledano: perspectivas sobre la obra de Sementera y su devenir en la Colección Ponce Kurczyn. Lunes 23 de noviembre, 17: 00 horas. Aula Magna José Vasconcelos. Entrada libre | Cupo: 100 personas. Participan: Ingrid Suckaer, Angélica Abelleyra, Carmen Gómez del Campo, Luis Ramaggio y Germán Fraustro. Modera: Ana del Castillo.
Noche de museos. Visita guiada. Miércoles 29 de noviembre, 19:00 horas. Galería Arte Binario. Entrada libre | Cupo: 20 personas.
Sementera. Dibujos adolescentes de Francisco Toledo permanecerá abierta al público hasta el 28 de enero en la Galería Arte Binario del Centro Nacional de las Artes (Avenida Río Churubusco 79, Country Club Churubusco, Coyoacán). Entrada libre.