Crédito: Alfredo Campos Villeda

Guns N’ Roses: del caos al éxtasis con Slash

El Guitar Hero que llegó impactar ya en este siglo a la generación Disney ha ofrecido un recital como los más grandes en la capital del país.

Haciendo eco a la proclama aquella que dio título a dos cidís, Use your illusion, el veterano fan de Guns N’ Roses debió comenzar a imaginar lo que pasaba en la cancha del otrora Estadio Azul, convertida en escenario de rock, sólo a imaginar, porque la desorganización de las empresas Musicvibe y Funticket motivó que alguna parte de los convocados entrara hasta 40 minutos después de iniciada la tocada, donde para entonces ya el grupo se había despachado “It’s So Easy”, “Mr. Brownstone”, “Chinese Democracy”, “Slither” y la icónica “Welcome to the Jungle”.

Crédito: Alfredo Campos Villeda
Crédito: Alfredo Campos Villeda

El mayor problema después de tener que imaginarse lo que se oía desde las puertas de la Plaza México, por cuyo túnel taurino al estadio futbolero entró la concurrencia que pagó boleto para cancha, fue ajustar las expectativas en relación con los treinta años que han pasado desde los videos de las rolas clásicas, aquellas con una mezcla de imágenes en vivo en las que figuraba en la voz un Axl Rose colocado en el pedestal de sex symbol del cruce entre los ochenta y los noventa, ataviado apenas con short, botas y un paliacate sujeto a su rubia cabellera, corriendo de un lado a otro mientras el misterioso Slash hacía vibrar al respetable con su lira y su gran sombrero.

Crédito: Alfredo Campos Villeda
Crédito: Alfredo Campos Villeda

El primer ajuste fue atestiguar cómo aquel Adonis pendenciero nacido en Indiana, que insultaba al público y lo hacía cantar a su orden, ha devenido un malencarado sexagenario con sobrepeso que parecía estar cumpliendo con la chamba y punto. La apatía en persona. Cinco o seis cambios de playeras alusivas a películas en español y luchadores, un saco para “November Rain” y sombreros marfil y negro entre una y otra rolas. Sólo invitó a la multitud un par de veces a corear “Knockin’ on Heavens’ Door” y acaso el único detalle que reveló que no era un autómata sobre el escenario fue lanzar su micrófono en el cierre. Conserva la voz, hizo algunos recorridos y se dignó a presentar a la banda, con gran ovación a la guitarra principal, por supuesto, y al bajista Duff McKagan, quien vestía sin pudor una playera sin mangas con el logo del grupo Motorhead.

Crédito: Alfredo Campos Villeda
Crédito: Alfredo Campos Villeda

Slash, en cambio, estuvo en modo Slash. Sombrero de copa y lentes típicos, camiseta verde y pantalón negro de piel, el Guitar Hero que llegó impactar ya en este siglo a la generación Disney de Phineas & Ferb ha ofrecido un recital como los más grandes en la capital de un país que ha visto pasar, y no es poca cosa, a Jimmy Page, a Eric Clapton, a Carlos Santana, a Steve Morse, a Joe Satriani y a Mark Knopfler, entre otros genios. Garigoleando a Hendrix y echándose un solo de blues, preparó el encore con una selección deliciosa que hizo olvidar para entonces la muina a todos los siervos del rock que entraron a media tocada mientras rasgaba las cuerdas, ahora seis, ahora doce, ahora la lira con doble mástil, en un éxtasis que el tipo sólo puede provocar oculto detrás de esas gafas por una timidez histórica confesada en el documental Icons of Rock de Amazon.

Guns N' Roses
Guns N’ Roses

El arranque de “Sweet Child O’ Mine” anuncia un festín reservado para el último tercio que ya no tendrá reposo, seguida por “November Rain” con Axl en los teclados, el cóver extraordinario de Bob Dylan ya citado y “Night Train”, para cerrar con “Coma”, la virtuosa “Patience”, “Don’t Cry” con la gente encendida y el gran finale a ritmo de “Paradise City”, que de un plumazo ha hecho olvidar a todos los ofendidos las largas filas y el desorden para estar en esta gira llamada Guns N’ Roses are F N Back, que llegó a México de Sudamérica, donde la banda tuvo diez fechas en Brasil más las paradas en Argentina y Uruguay. Acá entró por Mérida, hizo escala en la capital y anoche estuvo en Monterrey antes de ir a Zapopan. Dos horas y media de gran rock, de nostalgia a cada acorde, de los años maravillosos, pues, de una generación que creció al ritmo de una banda legendaria y un héroe de la guitarra que ya oficia desde el Olimpo de las cuerdas, a quien le sobró ánimo después de dos horas y media de ejecutar su instrumento para hacer un parado de manos que ni el ex clavadista Greg Louganis en la plataforma, cuando iba camino al camerino, captado por sus camarógrafos y replicado por las pantallas gigantes para regocijo del respetable.

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