En 1992 Jorge Pimentel (Lima, 1944) colapsó, se habla de un exceso de alcohol y él de demasiado estrés y algo de alcohol. Lo cierto es que una taquicardia lo envió al centro de rehabilitación del hospital Santa Clara, a las afueras de Lima, desde donde urdió 126 poemas que tardaron más de 30 años en salir a la luz. Quizá porque el tiempo era este.
Jardín de uñas (FCE, 2024) es el producto de unos seis meses de encierro entre oscuridad, adictos y, sobre todo, la obligación de la soledad para escribir sobre sí mismo. El resultado de esta catástrofe temporal de Jorge Pimentel, fundador del movimiento poético Hora Zero, con Juan Ramírez Ruiz, con lo que abre la década de los 70, es un mirarse continuamente ante una crudeza que se antoja universal dada la exposición a la tragedia, que conlleva cierta belleza.
Está, desde luego, la penuria que pareciera vana, pero que daba los sentidos de tolerancia y gozo a su oficio de periodista y de poeta, como lo dice en «Nostalgia de bar en el jardín», al declarar Misericordias aturdimientos llegan apretando la nostalgia y una lluvia/ Temo sonreír/ Temo ser sorprendido por el momento por el instante y el delirio/Temo este momento en el que intento abrazarte y colmarte de intuiciones/ de presagios/ de ilusiones/ de soledad.
Jorge Pimentel, de denuncia contra la crueldad
Incómodo siempre, Jorge Pimentel retrata la injusticia, y la tortura ajena y propia, pues con «Arrestos a Francisco Walsh» lanza la verdad de los procesos judiciales de la América herida. Y lo que queda, irse. …en el desierto y ahora lo pica un cascabel; chupan su sangre y a correr voltea y ya no está, voltea y el día sigue desierto y la sed lo consume, es el veneno que cruza la noche de México.
Como también sucede en «Joda por Ricardo Farías y su peligroso viaje». Ya en Los Ángeles hasta me enamoré de una mexicana que vendía dulces/Y esa fue mi tragedia, enamorarme./ Allí sólo extendí una plegaria de soledad de no estar, de reducirnos al estrecho malhumorado.
Esta es una parte medular del libro. La denuncia nunca atendida pero que, espera, persiga a los culpables por siempre. Otra muestra de ello es «La información sospechosa de Carmen Mendoza Palomino». Carmen Mendoza Palomino natural de Comas con 53 años mantuvo 19 hijos para finalmente rociar su cuerpo con kerosene y arder a las diez de la mañana/ ¿Arder a las 10 a.m.?/Qué nos quisiste informar con ese desaliento.
Belleza en su Jardín de uñas
La lectura de Jardín de uñas de Jorge Pimentel conlleva soportar la rispidez del poeta de denuncia, del hombre roto, del ser catapultado al abismo. Es todo, menos fácil, pero también se da tiempo para la belleza, la esperanza y el amor en todo este trajín.
Así lo plasma en «Líneas apasibles», cuando dice: Respira/ Habla de tus sueños/ No postergues la suavidad/ Empieza un homenaje, a la consecuencia, a la hazaña de ver,/ de estar,/ a la hazaña de durar.
O «En qué momento de la noche brotó la flor del tulipán» nos recuerda que también suceden los inesperados, casi milagrosos, renaceres. En qué momento la noche se pobló de estrellas para asir la magia del deslumbramiento/ En qué momento de la noche brotó la flor del tulipán/ Fue mientras dormías?/ Fue mientras besabas?
Casi al final del volumen, «Palpitaciones» nos da un momento de intimidad del autor, una declaración de amor.
Hay un ruido en el ciprés.
Y muertas palpitaciones en el rocío.
El cadalso de los oficios es esta forma de existir.
Y pienso en ti, si todavía existes
Eduardo Mendoza, Premio Princesa de Asturias de las Letras 2025
Eduardo Mendoza fue galardonado con el Premio Princesa de Asturias de las Letras; «Soy un hombre feliz», presume el escritor español@fpa https://t.co/Y0d5vSFGLW
— Fusilerías (@fusilerias) May 15, 2025