Cuando duermes, el cuerpo físico permanece aquí mientras el mental va a otros universos: visita las capas del astral donde existen quimeras, remordimientos y monstruos. Pero al mismo tiempo atisba a seres mágicos como los ángeles, duendes y hadas.
El mundo onírico serpentea entre múltiples posibilidades. Pero no es la única “realidad”, no es el dintel entre la vigilia y el sueño la única dualidad que experimentamos. Hoy, el ser, nosotros, deambulamos entre la existencia física y tridimensional y la virtualidad.
¿Qué es real? Para el gran sensor, la criba de las percepciones o cerebro, es todo: lo que imaginamos, leemos, decimos y experimentamos. No suele distinguir entre bromas, exageraciones o fantasía. Por eso la realidad y virtualidad son un mismo estadio.
Esa dicotomía, los dos caminos o realidades, nos conducen a lo que es nuestra vida.
¿Qué dejamos entrar en ella, qué significados le damos a todo lo que experimentamos, con que bases tomamos decisiones y decidimos trabajar, interactuar y amar, cómo amalgamamos nuestros triunfos, miedos y credos?
No es sólo lo que inunda la realidad física, también es lo que nos prodiga la supercarretera de la información, las redes, los juegos en línea…la virtualidad. Vivimos en mundos paralelos. Todo esto nos impacta y dota de significados.
Los héroes de ficción conforman nuestra realidad, las oraciones que aparecen en los videos también. La realidad paralela es transversal e impacta a lo que somos, hacemos y deseamos.
Pero no somos seres a merced de circunstancias ajenas, imprevisibles y fuera de control. Cada uno decide a quien y qué deja que ingrese a su realidad, a lo que lo conforma y experimenta: anhelos, historias de obcecación, derrotas, nuevas visiones, ideas, paz, significado benevolencia…pero también cuestiones estresantes, enredos o violencia.
Existe un término poco explorado: infodemia. ¿Qué narrativas se incorporan a nuestra vida?, ¿anhelos superficiales y egoístas, pláticas insustanciales, ideas de solución, deleites no imaginados? Es necesario concientizarnos de las ideas que permitimos entrar a nuestra realidad. Es momento de frenar las visiones catastróficas y obscuras, los paradigmas de superficialidad, la dubitación estéril.
Incorporemos ideas que nos vuelvan relevantes, credos en los que nos situemos como estrellas de nuestra historia, palabras que vuelvan relevantes a los personajes que están en nuestras raíces e historias, amores que no sucumben a la tragedia, belleza no intrincada a la volatilidad…
Es posible decidir la narrativa de nuestra vida y los personajes que la conforman en nuestra estadía por los dos mundos. Pero también podemos incidir en es realidad olvidada: la onírica: soñamos la realidad, lo que capta el subconsciente, lo que vivimos.
¿Qué conformara entonces nuestra experiencia y vida? Cada uno lo decidiremos. Cada quien tiene la criba personalísima de detectar experiencias y factores que deseamos incorporar a nuestra realidad física o virtual.