El público la llamaba “La chica del monokini”. La aclamaba. Eran los años 70 y Meche Carreño, esa chica veracruzana, apenas empezaba a despuntar su carrera combinada entre la actuación en obras de teatro experimental en la academia de Andrés Soler, alguna con Alejandro Jodorowsky, y el modelaje, hasta que cayó la oportunidad de debutar en la arena profesional con la puesta El hombre y su máscara, de Carlos Ancira.
Sin embargo, María de las Mercedes Carreño Nava (Minatitlán, 1947), auténtico sex symbol del cine mexicano que falleció ayer a los 74 años, decía haber llegado a las pantallas “de pura casualidad”. Así se lo contó a este reportero en una entrevista el 11 de diciembre de 2006.
“En aquel entonces mi mamá sabía que deseaba ser parte de la escuela Fernando Soler, pues el séptimo arte me atraía, pero no me dejó, decía que eso no era para mí. Por fortuna un comercial donde hablaban de esa institución lo cambió todo y accedió porque decía que era una escuela de artes escénicas y la convenció, aunque me acompañó los primeros días para ver si era verdad.
“Después de eso llegaron las oportunidades para estar en pequeños papeles teatrales, el modelaje y luego el cine, primero en pequeñas intervenciones que para mí eran oro molido y comencé a entender que todas las trabas que salieran me las ponía Dios, para que valorara lo que tendría. Cuando me llamaron para trabajar en la primera de mis películas (Damiana y los hombres, 1967, Julio Bracho) me sentí agradecida con Él, pues sabía que con ello empezaba otra vida, en la que la pobreza donde se hallaba mi familia podría desaparecer por medio mío.
“Posteriormente me dieron la oportunidad de trabajar en otras películas donde mostraba mi cuerpo o con guiones que ameritaban ser más intrépidos ante la cámara. Me casé con José Lorenzo Zakani e hice Andante (Julio Bracho, 1969), filmada en diversas locaciones en Europa, pero que hasta la fecha no tuvo el éxito comercial que se buscaba. Luego hice con Rogelio A. González La sangre enemiga (1971) y La inocente (1972). En 1973 hice quizá la película con la que más me recuerda el público, La Choca.
“De esa cinta tengo grandes recuerdos. Conocí a Emilio Fernández, su director, y a grandes compañeros. Yo hacía el papel de Flor (por el que ganó el Ariel por Mejor Coactuación) y todos me decían que era ‘La gran flor de México’, lo que era todo un halago. Siguió La otra virginidad (Juan Manuel Torres, 1975, director que fue su segundo esposo) y Zona roja (Emilio Fernández, 1976).
“A finales de los setenta murió Juan Manuel y me fui a vivir a París. Sólo actuaba esporádicamente como por allá de 1974 en la telenovela Siempre habrá un mañana (del productor Valentín Pimstein). Realizar ese tipo de personajes no se dio porque los buscaba, llegaban solos y sentía que era mi deber llevarlos a cabo. A fin de cuentas, sólo eran películas, pero me alegraban el corazón.
“Otro duro golpe fue la muerte de mi mamá. No quería saber nada, mi autoestima se cayó y preferí abandonarlo todo e irme a vivir con mi hijo a Los Ángeles. Así estuve durante 20 años, me mantuve al margen de los reflectores, no así del aprendizaje, pues como distracción tomaba clases de dirección cinematográfica. Dios fue mi guía en ese proceso y le agradezco que me haya dicho lo que tenía que ser, pues sentía que mi vida se acababa sin mi madre.
“De esas dos décadas es muy poco lo que puedo contar, pero no de noviembre de este año (2006), cuando me invitaron al Festival de Cine de Morelia para hacerme un homenaje. En mi mente estaba mi mamá y no deseaba retomar la vida pública, pero nuevamente Dios y ahora mi hijo me dijeron que acudiera, pues algo habría de pasar. En efecto, desde el 6 de noviembre que llegué a México no he podido regresar a Los Ángeles y ya hasta estoy en busca de casa aquí, pues además de Morelia, me llamaron para recibir varios reconocimientos en otros encuentros cinematográficos.
“En Morelia quería hacer algo más que ser invitada. Por supuesto que observé un gran número de películas y conocí a varios directores por lo que tomé una cámara y los empecé a filmar. Dios y el tiempo me dirán si hago un documental, pero lo que sí puedo afirmar es que haré una película que se llamará Rabioso cielo, pero que detallaré en otra ocasión porque primero debo ponerme de acuerdo con el director y el productor.
“También me he dedicado a la ecológica. Cuando murió mi mamá sentí que se iba parte de mí, pero ahora que estoy en esto de cuidar y sembrar árboles me doy cuenta de que la madre de todos es la Tierra, por ello ahora quiero quedarme un muy buen rato en México. Sé que mi madre está aquí. En estas andanzas desde los setenta hasta este nuevo siglo he aprendido un par de cosas: Dios elige destinos y para hacer lo que te gusta, jamás habrá obstáculos…”
—Para recordar a Flor, de La Choca, ¿hoy qué clase de flor desearía?
También te puede interesar:
Cortometraje mexicano es semifinalista rumbo al Óscar estudiantil
La AMACC despide con tristeza a la inolvidable actriz Mercedes «Meche» Carreño, merecedora del premio Ariel en 1975 a mejor coactuación femenina por «La choca», de Emilio Fernández.
Abrazamos a sus familiares y amigos. pic.twitter.com/pQjHBxZfRb
— AMACC (@AcademiaCineMx) July 22, 2022