Microcuentos
El poesido
La poesía poseyó a quien nada poseía. No paraba de escribir con rimas, ritmos y cadencia; y ya entradas las noches, declamaba sin parar, con ojos muy en blanco y voz que no era suya.
-¡Está poseído de poesía!
Gritaron en el pueblo, llamando al exorcista:
-Sal de ese cuerpo que has tomado, ¡¡maldita poesía!!
Pero no lo hizo, y peor aún: sin darse cuenta el exorcista, de sus conjuros y oraciones, fue surgiendo poco a poco… ¡pura pinche poesía!
Fin
Las cosas buenas
Supo que moriría pronto. Ya no podría disfrutar de todas las cosas buenas de la vida y eso le causó una gran tristeza; pero luego se dio cuenta de otras cosas buenas: con su muerte, dejaría de sufrir por no poder disfrutar de todas las cosas buenas de la vida.
Fin