“Mi única hija, Perla, tiene 10 años y en la próxima primavera se convertirá en madre. Algo insólito en una niña tan callada y sola. Nunca esperé algo así de ella. Bueno, la verdad no la conozco bien. Me parece muy rara… Desde que nos dejó su padre, su mirada es muy triste. Le digo que tiene ojos de canica: inmóviles y sin vida. Ella no replica nada.
“Cuando Juan quiso vivir con nosotras, creí que a mi hija se le espantarían los pesares. Al fin y al cabo estaría en casa una figura paterna, alguien para cuidarnos. Pero no. Se recrudeció el rictus de pena. Me desespera.
“Después su vientre abultado. Asumí que era empacho. Pero pasaron los días y se hinchaba más. Me asustó y la llevé al doctor.
“¡Embarazada! Sólo eso me faltaba de esta criatura de pelos esmirriados y patas flacas. La viva imagen de su padre”.
—¡Hay Perla! Parece que no te eduqué. ¡Quién sabe con qué chamaco abriste las patas! Pero si ni siquiera sabes trabajar, aún no terminas ni la primaria. Chamaca malvada. Qué bueno que no viven tus abuelos para no ver esta desgracia…
“Juan me dijo que no la obligara a decir el nombre del padre de la criatura que nacerá en abril».
—No tiene caso. Al cabo yo me quedo en la casa y voy a cuidarla a ella y al chamaco que viene en camino. Tú te vas tranquila a trabajar y no pasa nada…
—Pues es que eso me desespera, Juan. Si cuidándola mira como nos salió con su domingo siete.
“Juan trata de calmarme. Es un verdadero padre para ella. Le tiene más paciencia que yo. Y miren que la Perla es malagradecida.
“El otro día me dijo que Juan le jalaba el vestido y se la pasaba toqueteándola… la paré en seco:
—Mira muchacha, tú no hablas mal de mi marido. Ya tenemos muchos problemas contigo. Y de una vez te digo que ya no vas a ir a la escuela. No quiero que anden hablando de ti. Y no te hagas la remilgosa conmigo que bien que te anduviste arrastrando ve a saber adónde y con quién. Desde ahora te vas a poner a hacer algo de provecho.
“De repente la veo mirando el horizonte muy triste… me da harta pena. Tan chiquita y ya se desgració la vida. Por qué ¿qué va hacer cuando yo muera? Tan inútil mi chiquita. Y de paso con otra boca que alimentar…
“Juan no tiene trabajo. Por eso se queda en la casa. Dice que ya aparecerá una oportunidad… yo le doy para sus cigarros y las cervezas. Ni modo que no vea a sus amigos…
“Mi hija es otra más de las niñas que se embarazan. Dicen que cada día en este país nueve niñas de 10 a 15 años dan a luz… que pena por ellas. Parece que los padres no las educan. Y yo tanto que me he desvivido por ella…
“Lo bueno es que tengo a Juan. El me hace olvidar el desprecio del padre de Perla. Creo que está muy enamorado de mí: otro hombre no aguantaría vivir con una mujer con la hija de otro y encima próxima a parir…
“¡Ay, lo que una de madre ha de soportar…! ¿será buena madre mi Perla?
“Dicen que las causas inmediatas del embarazo de niñas son la violencia sexual, matrimonio infantil y uniones tempranas, proyecto de vida dependiente y el ejercicio no planificado de la sexualidad… ¡De veras que el demonio está en todo…! ¿Por qué tuvo que tocarle a mi hija?
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El @SanIldefonsoMx alberga la exposición ‘Mujeres de Letras. Retratos de @barrydominguez‘@CulturaUNAM @fotogrammas https://t.co/jqeUQsDYC7
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