Nacho López y la danza: el cuerpo en movimiento

A 100 años del nacimiento del gran fotógrafo Nacho López, el Cenart presenta una exposición-homenaje conformada por 60 imágenes, casi todas inéditas, sobre el mundo de los bailarines, organizada por su hija Pilar
Las bailarinas Magda Montoya, Lila López, Concha Aguilar et al, 1952. Foto: Nacho López.
Las bailarinas Magda Montoya, Lila López, Concha Aguilar et al, 1952. Foto: Nacho López.

“A mi padre lo que le interesaba era la realidad del cuerpo en movimiento, eso es lo que se ve en sus fotografías”, afirma Pilar López Urreta, curadora de la exposición Nacho López: imagen, memoria y visión crítica a 100 años de su natalicio, que se inauguró el pasado 19 de octubre en el Centro Nacional de las Artes (Cenart) como un homenaje por el centenario del nacimiento de uno de los grandes maestros de la fotografía mexicana, nacido el 25 de noviembre de 1923 en Tampico, Tamaulipas.

La muestra, realizada a iniciativa de López Urreta, quien es coreógrafa y bailarina, está conformada por 60 fotografías, la mayoría de ella inéditas, que el artista realizó sobre la danza (bailarines y obras coreográficas) y sus procesos creativos (los ensayos, las reuniones de trabajo) que hoy forman parte del recuerdo colectivo y la herencia dancística de nuestro país.

En las imágenes, que están montadas en el vestíbulo de la Biblioteca de las Artes, el público podrá apreciar “la esencia del movimiento y la belleza del cuerpo humano danzando”. Explica en entrevista López Urreta: “El ojo de mi padre no estaba en la postura, la forma, o que se viera bonito, sino en la realidad del cuerpo moviéndose y eso se ve ahí, esa tensión. La danza es mucho más que una simple posición bella”.

Además de las fotografías de danza, la exhibición se complementa con una serie que Nacho López realizó de los pueblos indígenas, donde se muestra la cotidianidad de habitantes de Oaxaca, Chihuahua, Durango, Chiapas, Yucatán, Jalisco y Tabasco, y con un conjunto de entrevistas de audio y video en las que sus hijas (Citlalli y Pilar), colegas, y el mismo Nacho López hablan del enorme legado fotográfico que está resguardado por la Fototeca Nacional.

Esta exposición se suma a la que se inauguró el pasado 11 de octubre en la galería Ramón Alva de la Canal en Xalapa, Veracruz, El México de Nacho López: 100 años, 100 fotografías, que fue curada por Citlalli López, hija del fotógrafo; Santiago Pérez Garci, coordinador del recinto, y Alberto Tovalín, editor y fotógrafo.

En esta muestra, el público puede apreciar los paisajes rurales, semirrurales y los procesos de urbanización de Ciudad de México en los años 50, así como  fotoensayos que son parte fundamental de su obra. Entre los que se pueden ver están: Cuando una mujer guapa parte plaza por Madero y Venus se fue de juerga por los barrios bajos.

Los bailarines Antonio de la Torre y Rocío Sagaón, sin fecha. Foto: Nacho López.
Los bailarines Antonio de la Torre y Rocío Sagaón, sin fecha. Foto: Nacho López.

Diálogo mediante la danza

–¿Cómo recibe las dos exposiciones, esta y la de Xalapa, que se han hecho en homenaje a su padre?

–No, si aquí en el Cenart yo fui la que lo originó, no me la propusieron. Yo nada más había propuesto una conferencia, pero a partir de ahí se empezaron a abrir opciones: la exposición y la muestra de las películas. Eso lo recibo con un agradecimiento enorme, porque la verdad ha sido una labor de muchas personas muy comprometidas y respetuosas con la obra de mi padre. Ha sido un ciclo muy noble y lo agradezco mucho.

–¿Considera que las autoridades culturales han estado al nivel de lo que representa Nacho López?

–Puedo decir que sí. Además, hay que tomar en cuenta que esto se hizo con recursos humanos, pero sin recursos económicos.

–Justo a eso me refiero. Acaba de pasar el centenario de Héctor García y para celebrarlo se realizaron nueve exposiciones…

–La intención no era hacer una magna exposición. La magna exposición ya se hizo en 2016 en el Palacio de Bellas Artes. Se ocuparon todas las salas y ahí se exhibieron cientos y cientos de fotografías, fue una cosa impresionante.

“Para mí lo importante en esta ocasión era que se conociera la obra de danza, porque eso se conoce muy poco. Cuando se han reproducido las imágenes en libros, por descuido o por ignorancia, no traen el crédito.

“Para mí, como coreógrafa y bailarina, eso era lo importante. El área dedicada a Pueblos Indígenas la integramos para tenerlos presentes. Yo sé que la gente que sabe de la obra de Nacho López o que sabe de fotografía en general, sabe de estos trabajos de indigenismo que él hizo. En realidad, yo considero que la obra de Nacho es muy conocida, a pesar de que han pasado 37 años de su muerte, que impresión.”

–Resulta muy interesante el diálogo que su padre y usted establecieron a través de la danza…

–Bueno, él me tomó muchas fotos de danza, sólo que no las quise incluir en esta exposición para que no se hablara de mí, porque el enfoque es para él.

“Sobre la relación que mi padre estableció con la danza es interesante, porque mi tía Rocío, la hermana menor de mi papá, fue una gran bailarina; su nombre artístico era Rocío Sagaón. Entonces, el acercamiento de mi padre con la danza fue a partir del acompañamiento que le hizo a mi tía Rocío cuando ella estaba estudiando danza.

“Se interesó por este arte, le pareció muy importante, y empezó a tomar mucha fotografía de danza. Ya cuando Rocío era profesional, tomaba fotos a ella y a todos los demás bailarines y coreógrafos, porque le parecía un arte esencial.

“Este vínculo con la danza no dudo que me haya influenciado a mí. Yo vi danza toda la vida, desde que era un bebé, entonces para mí era lo más natural.”

–Ha hablado del interés de Nacho López por capturar la esencia de la danza. Platíqueme de eso…

–Hay una fotografía del bailarín y coreógrafo Xavier Francis. No se sabe que es él, porque no se ve el rostro, sólo el tronco, parte de los brazos, y la energía que sale del cuerpo. Es como si hubiera un sistema de tensiones y de fuerzas contrarias que va hacia el espacio, pero curiosamente mi padre decide no utilizar el espacio alrededor del cuerpo, sino crear la intensidad casi con un close-up del tronco. Uno puede ver cómo sale la energía. La cabeza está de tal manera acomodada que parece que esa energía del centro del tronco estalla hacia arriba. Es excepcional.

“Lo que le interesaba era el movimiento. El ojo de mi padre no estaba en la postura, la forma, o que se viera bonito, sino en la realidad del cuerpo moviéndose y eso se ve ahí, esa tensión. La danza es mucho más que una simple posición bella.

“Si uno profundiza en lo que es bailar, en lo que es hacer danza, moverse, vemos que hay un complejo de energías que tienen que lograr expresar una parte muy profunda del ser humano, que va más allá de la sola emoción; porque uno podría volverse melodramático y no es por ahí. Es una verdad dramática del cuerpo que se mueve y eso es lo que él fotografiaba.”

–¿Cómo definiría a Nacho López como padre y como artista?

–Mi padre tenía un gran sentido del humor, miraba más allá de las cosas. Era un hombre que era muy bueno para poner apodos, pero eran muy nobles, no ofensivos. Teníamos en casa de la abuela, su mamá, un amigo que estaba muy cercano a mi abuela, se llamaba Agustín. Era un hombre alto, delgado, de caminar lento, y hablaba de manera suave, con nostalgia. El apodo que mi papá le puso fue: El Lobo Hechizado. ¿No es hermoso?

“No era un padre autoritario ni regañón. Era alguien muy reflexivo, de pocas palabras.Cuidadoso, pero al mismo tiempo directo; muy amoroso, pero también muy crítico, aunque no hacía que el otro se agachara y se sintiera mal.

“En cuanto al artista, yo creo que a mi padre le dolía mucho México, la desigualdad que veía, a los niños en la calle, la complejidad de la vida. Le molestaba mucho el pensamiento del querer tener y querer lograr. Él era un hombre de izquierda, aunque luego se entristeció mucho con el camino que había tomado Cuba. Era un hombre muy compasivo y generoso, y eso lo transmitió filosófica y estéticamente en sus imágenes, ahí está todo eso.”

La bailarina Josefina Lavalle, sin fecha. Foto: Nacho López.
La bailarina Josefina Lavalle, sin fecha. Foto: Nacho López.

Nacho López, una vida dedicada a la imagen

Nacho López nació en Tampico, Tamaulipas, pero desde su infancia hasta inicios de su juventud vivió en Mérida, Yucatán. A los 21 años fundó en Mérida, con sus compañeros de preparatoria, el Club Fotoafición Yucateca. Un par de años después, ya en Ciudad de México, estudió fotografía con el maestro Víctor de Palma, fotógrafo de la revista Life, en la que también se desempeñó como asistente de su profesor.

Egresó del Instituto de Artes y Ciencias Cinematográficas en 1947 y un año después fue invitado por la Universidad Central de Caracas, Venezuela, para impartir la materia de técnica fotográfica. Es allí donde realizó su primera exposición fotográfica individual y presenció y registró fotográficamente el derrocamiento del entonces presidente de Venezuela, Rómulo Gallegos, por parte de las fuerzas militares de ese país.

Entre 1940 y 1955 fue colaborador, redactor y fotógrafo de las revistas PulsoMañanaHoy y Siempre, en las que publicaba sus fotografías y textos.

En 1955 participó en la exposición colectiva La danza en la plástica mexicana, al lado de Miguel Covarrubias, Carlos Mérida y José Clemente Orozco, entre otros. A partir de ese año llevó a cabo muchas exhibiciones más.

Fue maestro en el Centro Universitario Cultural de la UNAM y en la Universidad Veracruzana, donde además aportó su conocimiento y visión artística para crear un área académica dedicada a la imagen y la fotografía, desde su perspectiva filosófica y social. Murió en Ciudad de México el 24 de octubre de 1986.

Los bailarines Xavier Francis y John Sakmari, 1950. Foto: Nacho López.
Los bailarines Xavier Francis y John Sakmari, 1950. Foto: Nacho López.

Actividades paralelas

En el contexto de la exposición Nacho López: imagen, memoria y visión crítica a 100 años de su natalicio, el Cenart, en colaboración con el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas, el Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de la Danza José Limón y el Museo del Palacio de Bellas Artes, llevará a cabo un programa de actividades paralelas con el objetivo de recordar al artista por sus imágenes fijas y en movimiento.

Cine Club. Nacho López y el cine. Se llevará a cabo el jueves 26 de octubre a las 17 horas en el Aula Magna José Vasconcelos. Se proyectarán los dos trabajos cinematográficos que dirigió Nacho López: Misión de Chichimecas (1970) Los hombres cultos (1972). Entrada libre.

Presentación. Revista Cuartoscuro 178, dedicado a Nacho López. Se realizará el miércoles 8 de noviembre a las 19 horas en el Salón de Usos Múltiples de la Biblioteca de las Artes. Entrada libre.

Conferencia. Nacho López: imagen, memoria y visión crítica a 100 años de su natalicio. Se llevará a cabo el jueves 9 de noviembre a las 19 horas en el Aula Magna José Vasconcelos. Participarán Ofelia Chávez de la Lama, Citlalli López Binnqüist, Joshua Dalí Sánchez González y Pilar López Urreta. Entrada libre.

La exposición Nacho López: imagen, memoria y visión crítica a 100 años de su natalicio se podrá visitar de lunes a domingo de 9:00 a 19:00 horas hasta el próximo al 15 de diciembre. Entrada libre.

 

 

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