Mientras países como México ocupan los resultados de la prueba PISA para grillar políticamente, como viene ocurriendo desde hace casi una década, Chile volvió a figurar como el país mejor evaluado de América Latina, al ubicarse en el puesto 37 entre los 81 examinados.
Uruguay, en el lugar 53 de la clasificación, es el segundo de la región, mientras que México, que terminó en el puesto 57, está en el tercero.
Perú (59), Costa Rica (63), Colombia (64), Brasil (65), Argentina (66), Panamá (74), Guatemala (77), El Salvador (78), República Dominicana (79) y Paraguay (80) completaron la lista.
Pese a que Paraguay se ubicó apenas por encima del último calificado, Camboya (81), en el reporte se destacaron los esfuerzos realizados en la última década por este país para “universalizar la educación secundaria”.
Y de esta manera se podría estar aplaudiendo el sistema chileno cuando la verdad es otra y tiene marcada la cara de la desigualdad. Se dice que no hay educación más privatizada que la chilena. Y en parte es responsabilidad del sistema de vouchers que impera.
Es presentado “como un sistema que permite a las familias elegir la educación para sus hijos”. El voucher (de allí la denominación con la que se conoce el sistema) es un cupón que se asigna a cada hogar. En lugar de financiar la oferta educativa, el Estado pasa supuestamente a sostener la demanda educativa. Colocar el centro en la demanda es una vía para librar al Estado de la obligación de prestar el servicio educativo, de tal manera que someten su financiamiento a reglas de oferta y demanda.
Una educación de mercado, en definitiva, “en que las escuelas deben empeñarse en atraer a los padres que pasan a revestir la condición de clientes. Esto, según sus apologistas, mejoraría la calidad educativa, pues obliga a los colegios a competir entre sí por la matrícula y conquistar la inscripción de los alumnos a sus establecimientos” (Prensa Obrera).
Sin embargo, transcurridas más de cuatro décadas de implementación, esta reforma
educativa que nació con la dictadura militar de Pinochet y fue perfeccionada bajo el gobierno de Eduardo Frei –con la transición democrática– ha provocado, de acuerdo con sus detractores, el efecto contrario. En lugar de aumentar la calidad y equidad, ha aumentado la desigualdad y la diferenciación, a la par de la privatización progresiva del sistema educativo.
La subvención por alumno otorgada por el Estado que reciben los establecimientos es baja en relación con sus necesidades, de modo tal que “se han ido generalizando los copagos”. La educación privada, de acuerdo con cifras de 2020 en Chile, es de 63 por ciento, del cual 53 es subvencionado y el 9 de pago directo.
¿En realidad los resultados de PISA son congruentes con las realidades y contextos de nuestras sociedades? Pregunta sin tono neoliberal.
👧👦 Persisten las brechas de género en la educación.
📊 En promedio, los niños superan a las niñas en matemáticas en los países de la OCDE, pero a las niñas les va mejor en lectura. Más información en inglés 🔍 https://t.co/duwe7oG5mc pic.twitter.com/Nw3kaSq2dx— OCDE ➡️ Mejores Políticas para una Vida Mejor (@ocdeenespanol) December 12, 2023