Marién Estrada El Niño y la harza Miyazaki

‘La sociedad de la nieve’: convertir el no en sí

La película del director español Juan Antonio Bayona ha sido nominada en dos categorías de los premios Oscar: Mejor película extranjera y mejor maquillaje

Después de los doce minutos de aplausos al final de su estreno en el Festival de Venecia, donde clausuró el certamen fuera de competencia, La sociedad de la nieve, del director español Juan Antonio Bayona, ha sido nominada como se esperaba en dos categorías de los premios Oscar: Mejor película extranjera y mejor maquillaje.

La historia no es nueva para el cine, de hecho, son ya tres largometrajes de ficción que abordan la tragedia ocurrida en los Andes en 1972.El primero de ellos: Supervivientes de los Andes, hecho en México en 1976 con muy poco presupuesto bajo la dirección de René Cardona y protagonizado por el actor de moda Hugo Stiglitz. A estos se suman nueve documentales y 26 libros.

Y uno de esos libros es el que da cuerpo al argumento de La sociedad de la nieve, el texto de 2008 que toma el nombre con el que se identificaba el grupo en la montaña, del escritor y guionista Pablo Vierci, quien no cayó en la cordillera ese 13 de octubre de 1972, pero que era compañero de escuela y amigo de los sobrevivientes.sociedad de la nieve

La sociedad de la nieve no viene entonces a revelar ningún “hecho”, pero sí nos acerca de manera casi vivencial a través de la voz de Numa Turcatti —quien murió poco antes del recate y es interpretado por el actor uruguayo Enzo Vogrincic— a los secretos profundos de esos terribles 72 días que pasaron 29 y al final 16 de 45 pasajeros del avión de la Fuerza Aérea Uruguaya que se desplomó sobre el fatídico Glaciar de las Lágrimas en la cordillera andina.

La elección de Numa Turcatti como hilo conductor de la historia es uno de los grandes aciertos del filme, pues a través de él se logra rescatar la memoria de los desconocidos de la tragedia, esos que no pudieron contar sus historias, pero que viven en cada uno de sus compañeros sobrevivientes.

Paradójicamente, Numa no había sido alumno del colegio Stella Maris, como el resto de los jugadores del equipo de rugby Old Christians Club, que hacían ese viaje para enfrentarse a un rival en Chile, por lo que no conocía a la mayoría de los pasajeros del vuelo. Viajó después de dudarlo mucho, por invitación de su amigo Gastón Costemalle, con el que estudiaba en la Facultad de Derecho.

Numa, según recuerdan los sobrevivientes, “dejaba sentir su presencia a través de actos heroicos silenciosos: nadie luchó tanto por que sobreviviéramos, nadie nos inspiró tanta esperanza y nadie mostró tanta compasión por quienes más sufrían”. Antes de morir, Turcatti, quien decidió no comer la carne de los muertos, había escrito en un papel un fragmento del Evangelio de San Juan: “No hay amor más grande que aquel que da la vida por sus amigos”. Al día siguiente, Roberto Canessa, Fernando Parrado y Antonio Vizintín emprendieron la caminata para buscar ayuda.

El tema de la antropofagia, que no el canibalismo que es el acto de matar a otro ser humano para comerlo, es uno de los hechos que más impactan a quienes conocen esta historia, a lo que Roberto Canessa, hoy cardiólogo especialista en cirugía de malformaciones congénitas en niños, responde: “No nos salvamos porque nos comimos los muertos, sino porque éramos un equipo con una mística, Dios era amigo tuyo y cada quien aportó algo diferente. Cristo ofreció su cuerpo y estábamos obligados a comer para vivir”.sociedad de la nieve

Testimonios de sobrevivientes

Lo cierto es que, contra todo pronóstico y después de escuchar en un pequeño radio que los equipos de rescate habían dejado de buscarlos, uno de ellos exclamó: “Son buenas noticias, porque ahora salvarnos depende sólo de nosotros”. Sin embargo, como explica Canessa, cuando pensaron que no podían estar peor cayó un alud sobre el fuselaje del avión que mató a ocho personas más. Lo que puede parecer una historia de muerte y tragedia en realidad es un viaje espiritual de vida, de compasión, de perdón y agradecimiento, y en su sentido más extremo, de comunión eucarística.

Y es que después de ver la película de Bayona es imposible no buscar los testimonios de los sobrevivientes —que asesoraron a los actores antes de iniciar el rodaje y tienen apariciones especiales en la película— que abundan en internet. Ahí es donde la película cobra todo el sentido del mundo.

Como reza el inicio de la película, hay que regresar al pasado sabiendo que el pasado es lo que más cambia, y Gustavo Zerbino, por ejemplo, cuenta cómo vivían cada segundo como si fuera el último: “Nosotros nos rebelamos ante la muerte y la única manera de derribarla era viviendo”. Pedro Algorta, por su parte, asegura que su experiencia en los Andes es una más y que habría terminado siendo el mismo con o sin ella. Canessa, en cambio, se considera un privilegiado: salí con una deuda con la vida resultado de 45 tipos, muchos de los cuales lucharon y se murieron; como un elegido de ese grupo y aprendí a agradecer”

Para Canessa, la tragedia de los Andes fue un experimento de la conducta humana, donde cada uno tuvo su particular forma de sobrevivir: “No sobrevivió ni el más fuerte ni el más inteligente, sino el que le gustaba más la vida. La nuestra no es una historia de héroes, está llena de errores, por eso es superhumana. Es un documento del comportamiento en su faceta más primitiva, despojado de clases, de cosas materiales, es la esencia del hombre, la gente tiene que darse cuenta de que vive flotando en los tibios, en los beiges.

“Haber vivido este poderoso episodio nos dio un montón de vínculos espirituales que todavía seguimos descubriendo. Eso es lo poderoso de esta historia, que está llena de errores, porque la vida está llena de errores. La deformación de que el héroe es el que se las sabe todas es mentira. En lo más terrible, las cosas más sencillas y pequeñas son las que te hacen salir, paso a paso.”sociedad de la nieve

La mayor parte de las escenas de la cordillera se rodaron en Sierra Nevada en España y sólo algunas, con un equipo experto de alpinistas, en el Glaciar de las Lágrimas. El compromiso de Bayona y de los actores fue total. De hecho, algunos de los histriones, sometidos a un riguroso régimen alimenticio, perdieron 23 kilos que se sumaron a las rudas condiciones del frío de la montaña donde se rodó la cinta.

El director de películas como Lo imposible, El orfanato, Un monstruo viene a verme, Jurassic World o las dos primeras entregas de El señor de los anillos explica que la máxima trascendencia surge con el sentimiento de camaradería: “En el momento de máxima necesidad, cuando nos lo han quitado todo, es cuando el corazón se entrega. Yo me he pasado toda mi filmografía luchando contra el cinismo”.

La sociedad de la nieve podría describirse como un viaje de conciencia que nos lleva a darnos cuenta de que hasta lo que parece más imposible puede hacerse posible, ese es el potencial del ser humano, y de que todos somos sobrevivientes de nuestras propias cordilleras, como dice Canessa: “Yo aprendí a mirar al sol y al cielo, y agradecer por estar vivo. Vivimos anestesiados, tenemos todo, pero nos la pasamos diciendo este auto no me gusta, este apartamento no me gusta: ¿qué tiene que pasar?, ¿se te tiene que caer el avión para que te des cuenta de que la vida nos da mucho más de lo que necesitamos y que hacemos mucho menos de lo que podemos?”.

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