De todas las colonias de Ciudad de México, la San Rafael tiene la gracia de siempre dirigir mis pasos a algún lugar interesante y en esta ocasión estoy a la puerta de la Casa de Cultura San Rafael, que ofrece la exposición Periplo sin retorno de Josué Soria Conde, organizada por la Colección Ponce Kurczyn, significando una fascinante incursión en el imaginario de este joven artista multidisciplinario.
La muestra, curada por Guillermo Clemente Ruiz, incluye 67 obras que abarcan dibujos, libretas de apuntes y esculturas en cerámica.
El título de la exposición, Periplo sin retorno, pareciera contraponerse irremediablemente, pero contemplando la obra me hace pensar en la intrínseca necesidad de querer volver al origen, que a su vez resulta una carga en mayor o menor medida y es, al mismo tiempo, la añoranza por un pasado y el terror de no querer volver nunca, en algunos casos la vida y la muerte en un mismo ser.
Será, pues, decisión de cada espectador que, como yo, se cuestionará su origen y su presente y al final se hará la inevitable pregunta que el autor propone como tesis en su título: ¿volver al punto de partida, quedarse y no mirar o nunca volver atrás?
Encuentro en su obra también historias cuyo principio y fin conviven en un mismo recuadro, siempre entre sombras, como si fuera sólo un recuerdo. La disposición de la obra combina muy bien entre cuadros, esculturas y cuadernos, y me da la sensación de intimar con el artista, discutir con él las historias y hojear sus cuadernos al calor de una buena copa de vino.
La muestra de Soria Conde en la Casa de Cultura San Rafael es una visita obligada para los amantes del arte inteligente. Con entrada libre, ofrece una oportunidad única para apreciar el trabajo de un artista joven que, sin duda, continuará dejando una marca significativa en este mundo y por lo pronto en esta ciudad, cuya especialidad son las historias.
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