Soy una guitarra y Edith Piaf me puso una cuerda: Nathalie Lermitte

Con 20 canciones en dos horas no sólo revivió a la cantante de “La vie en rose” con su voz privilegiada, sino que hizo viajar al público reunido en la Condesa al París de ayer
La cantante y actriz francesa Nathalie Lermitte soltó la risa cuando le pregunté si era una medium que invocaba en toda función suya a Edith Piaf
Lermitte (Soissons, 1966) se presentó la noche del jueves 7 de septiembre en el auditorio Blackberry de la Condesa. Foto: José Juan de Ávila

La cantante y actriz francesa Nathalie Lermitte soltó la risa cuando le pregunté si era una medium que invocaba en toda función suya a Edith Piaf. Y sí, eso hizo ella en su debut en México: trajo de nuevo a La Môme, como cuando ésta cantó en el DF en febrero de 1956.

Lermitte (Soissons, 1966) se presentó la noche del jueves 7 de septiembre en el auditorio Blackberry de la Condesa, con lleno total, con un público de arriba de 40 años, que guardó silencio, como en sesión espiritista, hasta que de plano la artista francesa lo incitó a cantar.

“Edith Piaf vivió sólo para una cosa: el amor”, dijo Lermitte, que durante dos horas y 20 canciones no sólo revivió a la cantante de La vie en rose con su voz privilegiada, que pudo haber llenado el centro de espectáculos sin micrófono, sino que hizo viajar al público al París de ayer, al de vagabundos y prostitutas, al Café del Fiore, la torre Eifel y Sacre Coeur.

Piaf! The Show, creado por Gil Marsalla, tendrá otras tres funciones este viernes 8, el sábado 9 y el domingo 10 en el auditorio Blackberry (Tlaxcala 160), para escuchar lo mejor de la chanson francaise, interpretada por una artista que, humilde, recordó al final del espectáculo que sólo hubo, hay y habrá una Piaf, mientras recibía los aplausos de pie.

Para Lermitte, Edith Piaf fue siempre dos personas: Edith y Piaf, pero de ambas destaca que eran una fuerza tremenda y verdadera, que desde niña buscó amor.

“Y a esa pequeña niña es a la que canto”, había dicho en entrevista con este reportero.

La cantante y actriz francesa Nathalie Lermitte soltó la risa cuando le pregunté si era una medium que invocaba en toda función suya a Edith Piaf.
“Edith Piaf vivió sólo para una cosa: el amor”, dijo Lermitte. Foto: José Juan de Ávila

Lermitte (Soissons, 1966) nació tres años después de la muerte de Piaf, ocurrida el 10 de octubre de 1963, pero desde que tenía 4 años, La Môme se metió en su vida, y desde hace un cuarto de siglo protagoniza espectáculos ligados a la cantante de Je ne regrette rien.

Con Piaf! The Show Lermitte ha recorrido 50 países para más de 600 funciones, y por primera vez se presenta en México con su banda de cuatro músicos (piano, contrabajo, batería y acordeón), justo a unos días del aniversario luctuoso 60 de la leyenda francesa, quien debutó en México el 3 de febrero 1956 en El Patio, con cuatro funciones para un público en el que se encontraba Agustín Lara, Pedro Vargas, entre otras celebridades.

El show de Lermitte, como en todas partes ha iniciado, con videos a espaldas del escenario que muestran imágenes del París de la época de Piaf, fotos de la cantante francesa y de sus conciertos y amores, arrancó con Chante moi (Cántame) y fue creciendo hasta el previsible final: La vida en rosa. Y no pudo faltar Non, je ne regrette rien (No, no me arrepiento de nada), que milagrosamente hizo cantar a toda la audiencia con casi perfecto francés.

La parte climática del espectáculo ocurrió después del intermedio, cuando Lermitte se caracterizó como La Môme (La Muchacha, el apodo con el que se conoció a Piaf) en sus últimos años de vida e interpretó La Foule (La turba, 1957) una canción de Michel Rivgauche cuya melodía es muy reconocida en toda América Latina; primero, porque está inspirada en un vals peruano escrito por dos argentinos, Que nadie sepa mi sufrir (Ángel Cabral y Enrique Dizeo, 1936), y sobre todo por la versión cumbia de La Sonora Dinamita.

Como anticipó en la entrevista Lermitte, habría una sorpresa con este tema para México. Y fue un preludio de La Foule interpretado a media luz con solo de acordeón, que anunció el regreso de Lermitte al escenario, con peluca al estilo Edith Piaf y con el clásico vestido oscuro de ésta. La iluminación, que reflejaba la sombra de la artista, creaba la ilusión: Piaf.

Será extraordinario cantar La Foule con ustedes, lo fue cuando fuimos a Sudamérica. Es un instante mágico. Y lo sé, es por eso que hay una pequeña sorpresa con esta canción, especial para ustedes los mexicanos. Está montada de una manera diferente. Es una canción para mi muy importante. Y es verdad que todas sus versiones son increíbles. Yo respeto profundamente el trabajo del autor de la canción La Foule, Michel Rivgauche, que escribió un texto magnifico, porque le dio una dimensión diferente a lo que se pasaba en otras versiones. Él ha creado una canción aparte, algo genial, el texto de la canción es ingenioso. Entonces, hay una pequeña pirueta en esta canción, ya no te contare más, es sorpresa”.

“Edith Piaf vivió sólo para una cosa: el amor”, dijo Lermitte
Para Lermitte, Edith Piaf fue siempre dos personas: Edith y Piaf. Foto José Juan de Ávila
Piaf, irremplazable

—Edith Piaf ha estado en su vida desde niña. ¿Qué cambió ella de usted como persona y de su carrera como cantante y actriz?

—Muchísimas cosas. Cambió mi concepción de esta profesión igual que como ser humano. Y me aportó eso que ella misma buscó toda su vida: el amor.

—En Piaf! The Show ¿quién sube al escenario: Nathalie Lermitte, Edith Piaf o sus canciones?

—Es una mezcla sabia. De cualquier manera, no es Edith Piaf, porque ella es única, irremplazable e inimitable; por tanto, no soy Edith Piaf. Por otro lado, ella me hizo vibrar algo que hace que esta cosa vibre finalmente en mí a su manera. ¿Cómo explicarlo? Es como si yo fuera una guitarra a la que Piaf me hubiera puesto una cuerda, que cuando vibra es esa cuerda que me dio Edith Piaf.

—¿Qué es lo que ama de las canciones de Edith Piaf?

—Que son como pequeñas obras de teatro de tres minutos. Soy cantante, pero a la vez actriz y al final estas canciones son pequeñas obras que actúo durante tres minutos. Es una dramaturgia para interpretar en tres minutos. Es un dolor que interpreto por tres minutos. Y más a allá de eso, lo que amo también de sus canciones es que son populares; es decir, que van dirigidas a la mayoría de la gente y van a tocar sus corazones. Eso es lo que amo de sus canciones: que son populares.

—Volviendo a que Piaf ha atravesado su vida desde niña. ¿Cuál es su Piaf preferida? Y ¿cuál es su Nathalie Lermitte preferida en ese contexto de vida que ha recorrido con Piaf?

—Ja, ja, ja. Qué bonita pregunta. Mi Piaf preferida, esa que me llega, a la cual me engancho, es la de niña. De hecho, no es Piaf, es Edith, la pequeña Edith, aquella que buscó el amor toda su vida. Esa que reflexionó sobre sus heridas de abandono. Ella me conmueve enormemente. Es la pequeña Edith que lloraba en las canciones de Piaf, que pedía amor en las canciones de Piaf. En ella pienso todo el tiempo, y es a esta pequeña Edith a la que canto. Y respecto a mí, (mi preferida Nathalie) es la pequeña niña también que se trastornó por cómo veía a esa pequeña Edith a la que también, aunque era igual de pequeña, quería abrazar.

—Para mucha gente en México, que no habla francés, las canciones de Piaf pueden sonar muy tristes. Pero, hay mucha esperanza en ellas. ¿Qué piensa de esa paradoja en las canciones?

—Respecto a las que escogimos para el espectáculo Piaf! The Show, creo humildemente que eso quería que pasara con Piaf, incluso en la dramaturgia. Porque es verdad que sus canciones son tristes regularmente, pero detrás de todo eso hay muchísima esperanza. No importa qué cosa le pasara, Piaf tenía una fe inquebrantable en el amor y en algo mucho más grande. Y son eso, de hecho, las canciones de Piaf: hoy estamos tristes, pero mañana será un día maravilloso; y si nos caemos mañana, pasado mañana nos volvemos a levantar. Esa era Piaf. Era esta fuerza increíble. Por eso cuando ella finalmente murió tan joven, a los 47 años, nadie podía creerlo, porque la creíamos eterna. Y, al final, ella permanecerá eterna, gracias a su fuerza y a su legado. Ella ahora es eterna.

La cantante y actriz francesa Nathalie Lermitte soltó la risa cuando le pregunté si era una medium que invocaba en toda función suya a Edith Piaf.
«Soy cantante, pero a la vez actriz y al final estas canciones son pequeñas obras que actúo durante tres minutos». Foto José Juan de Ávila

—Este año, en octubre, se cumplen 60 años de su muerte. Gracias a usted, los jóvenes en Francia están recuperando a Edith Piaf, a pesar de la influencia que tienen otros ritmos. ¿Cómo lograr que las canciones de Piaf vuelvan a ser populares con los jóvenes?

—De hecho, no es nada complicado; aunque las canciones de Piaf fueron creadas hace ya un tiempo, hay algo de mágico en estas canciones tan populares. Tenemos la sensación de que pasan a través del ADN y que los padres y los abuelos que lloraron con estas canciones es como si las pasaran a la generación joven. Otra cosa: las canciones populares son eternas, como los refranes. Otra cosa que nunca muere, que es la verdad, y Piaf era tan verdadera, tan real, tan íntegra, sus canciones expresaban esto. La verdad no muere jamás, es eterna.

—Hay personaje indiscutible en las canciones y vida de Piaf y de usted y de su carrera: París. ¿Cómo asume cantar las canciones de ese París de Piaf y el París de la actualidad?

—París, es verdad, tiene un aura muy, muy fuerte. El mundo se mueve y las cosas evolucionan, pero la energía de París se mantiene igual y es importante mostrar eso al extranjero, traer esto a ustedes, a México, traer esta energía parisina y francesa también. Es muy importante. Es cierto que Piaf estaba apegada a París, es un símbolo, es importante observar eso. De hecho, este espectáculo es un viaje en el que ustedes permanecen en su silla, pero con las fotografías que son reproducidas, da la sensación de estar viajando en el tiempo y mundo.

—Nathalie Lermitte me parece que actúa como una médium que nos trae de nuevo a Piaf. Si la tuviera frente a usted en una sesión espiritista ¿qué le diría?

—Ja, ja, ja. Le preguntaría si soy digna (de ella), si soy lo suficientemente digna.

La respuesta la dio ese aplauso final de pie en el auditorio Blackberry:

Sí, Nathalie Lermitte es digna de Edith Piaf.

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