Tenoch Huerta: de señalador a señalado

Y mientras tanto el actor y el colectivo que encabeza suman una polémica más
Sarai AguilarMUAC: violencia disfrazada de arte

En la casa del jabonero el que no cae, resbala. Así reza un conocido refrán mexicano. Hoy, el actor mexicano y autonombrado activista Tenoch Huerta parece estar comprobándolo de manera personal.

Tras una querella tuitera originada por lo que se mencionaba como una falta de pago en un podcast, la saxofonista María Elena Ríos comenzó señalando al colectivo Poder Prieto de incumplimiento y, tras deslindarse la organización, la discusión dio un giro inesperado cuando la artista acusó a Tenoch Huerta de ser un depredador sexual y de ser encubierto por el propio colectivo.

El resto es historia. María Elena Ríos, conocida por su denuncia por haber sido agredida con ácido, de inicio no dio más detalles, sino solo mencionó el que era depredador. Otra actriz, Fernanda Tosky, ha señalado después de la acusación de Elena Ríos que tuvo una “experiencia muy fea” con él. “Tengo otra amiga abusada por él”, afirmó además la ilustradora Sofía Weidner.

El actor señaló que, en el caso de Ríos, él sostuvo una relación con ella pero que terminó y ella había tergiversado situaciones, por lo que ya está preparando una defensa legal por difamación. No se ha pronunciado de los otros señalamientos. Posterior a ello. Elena Ríos compartió un comunicado en el que mencionaba el “stealthing” (quitarse el condón sin avisar, lo cual en México aún no está tipificado como delito), dando a entender de manera ambigua que el actor lo había realizado, así como una serie de acciones que, si bien son violencias emocionales, tampoco son delito.

Y mientras tanto Tenoch Huerta y el colectivo que encabeza suman una polémica más. Nadie niega el derecho que Tenoch Huerta tiene a un debido proceso. Que la presunción de inocencia es clave y que, aunque la corrección política y el #MeToo insista en que la víctima no tiene por qué comprobar nada, legalmente quien acusa debe de hacerlo. Y esto no es restar veracidad a la denunciante, es solo respetar la integridad de todas las partes.

No obstante, el mal rato parece regocijar a más de uno. Y no porque el pigmento de su piel sea incómodo sino porque han sido rápidos en promover cancelaciones y señalar la viga en ojos ajenos, pero en este momento el silencio los envuelve. Hoy Tenoch habla de defensas legales, de malos entendidos y de demandas. A la queja original de la falta de pago, Poder Prieto exigía “derecho de réplica”, un derecho que nunca fue mencionado por ellos para sus señalados.

Y no, no es momento de caer en revanchismos y alegrarse de que alguien no tenga un debido proceso. Es hora de tratar de calmar las aguas en las que muchos fueron arrasados ante linchamientos mediáticos y acusaciones sin pruebas. No se duda de Elena Ríos ni de Fernanda Tosky. Y antes que los verdugos de la corrección señalen que no somos nadie para pedir pruebas o denuncias formales, se debe recordar que cuando las denuncias se vuelven linchamientos al aire, nos afectan a todas aquellas personas que luchamos porque el acoso y hostigamiento sexual sea tomado en serio y tenga las consecuencias debidas. Que la lucha no se debilite ante inconsistencias y que los agresores, cuando sea el caso de delitos, paguen conforme a la ley.

Pero al parecer la cultura de la cancelación y las flamas de la hoguera que ellos mismos avivaron, desde la superioridad moral de la pigmentocracia, fueron tan altas que a los mismos incendiarios alcanzaron.

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