La otrora brillante promesa en desarrollo de biotecnología y más grande incluso que Bill Gates o Steve Jobs, Elizabeth Holmes, acaba de ingresar hace unos días a una prisión en Texas y las primeras imágenes contrastan con la apariencia con que el mundo la conoció hace una década.
Holmes, fundadora y ex directora de la desaparecida empresa Theranos, ha comenzado a pagar la condena que la mantendrá en prisión hasta que pase los 50, en 2035, y diferentes publicaciones han revelado cómo luce la que llegó a ser la primera mujer billonaria que obtuvo su fortuna de 4 mil 500 millones de dólares con base en su trabajo y no en una herencia.
Con el cabello alborotado, sin retoques del tinte, usando un par de lentes que oculta un poco sus brillantes ojos azules, Holmes fue captada en el patio de la Prisión de Bryant vistiendo pants color café y deslavada playera negra, imagen muy diferente a la de aquella empresaria que acostumbraba el negro y cuellos de tortuga, look similar al de Steve Jobs.
Holmes saltó a la fama por promover intensamente una promesa muy concreta: a través de una sola gota de sangre podría detectar el estado físico de salud de un ser vivo, por medio de los aparatos que la empresaria había diseñado después de dejar la Universidad de Stanford a los 19 años, para perseguir su sueño de “descubrir algo que nunca antes la humanidad hubiera conocido”, como confesó a su padre cuando era niña.
En vez de extraer diferentes, variadas y costosas tomas de tejido, piel, sangre, músculos y huesos para determinar presencia de infecciones, enfermedades y su posible grado de avance, el paciente sólo tendría que pararse frente a su minilaboratorio personal, diseñado por Theranos, y sabría la respuesta de forma más rápida, barata y eficiente que en la manera tradicional.
Era un sueño hecho realidad. Los pacientes podrían saber sin intermediarios si padecían de alguna de las más de 250 enfermedades que aseguraba detectar y darle un seguimiento personalizado a sus casos.
Fue así que Holmes consiguió que el mundo entero aplaudiera sus aparentes logros. Figuras del nivel político de Bill Clinton y Henry Kissinger fueron grandes entusiastas de su idea. Magnates como Rupert Murdoch y la familia Walton invirtieron millones para que pudiera conseguirse el sueño de salud. Fue portada en publicaciones como Fortune y Forbes, quién señaló que esta empresaria alcanzó a ser la mujer billonaria más joven del mundo que obtuvo su fortuna por su trabajo y no por una herencia, comparándose así con Mark Zuckerberg, creador de Facebook.
Sin embargo, la promesa resultó ser un fraude, pues los aparatos cuantificadores diseñados por Holmes no parecían funcionar, sus resultados eran dudosos y poco concluyentes, por lo que en secreto se recurría a la tecnología tradicional y antigua para realizar las mediciones que los pacientes necesitaban.
Además, los minilaboratorios, similares en estructura a una impresora de escritorio, sólo eran capaces de detectar 12 padecimientos, y por si fuera poco, se entregaban resultados con falsos positivos y falsos negativos.
Fue así que después de un juicio altamente mediático y de no entregar los minilaboratorios a quienes ya habían pagado millones por ellos, Holmes fue encontrada culpable por cuatro cargos de fraude, pues ella sabía que su producto no funcionaba y que se utilizaba a terceros para hacer el trabajo que, decían, realizaba con sus equipos.
Por si fuera poco, mantuvo en secreto la relación personal que mantenía desde que tenía 18 o 19 años con Ramesh Balwani, quien se convirtió en su mano derecha en Theranos y los testimonios de ex empleados lo describieron como un hombre que gustaba de presionar a aquellos que solamente trabajaran las reglamentarias ocho horas diarias por las que originalmente se les había contratado.
En el trayecto del juicio, Holmes tuvo dos hijos, por lo cual también recibió los latigazos en redes sociales que señalaban que estas acciones estaban más relacionadas con evitar a toda costa pisar la prisión que en realidad convertirse en madre. Se entregó el pasado 30 de mayo para iniciar la sentencia de 11 años y tres meses que deberá cumplir en la prisión de mínima seguridad en Bryant, Texas.