war horse

‘War Horse’ cumple 40 años en un mundo en guerra

La novela cuenta la saga de un caballo de granja separado de su amo y amigo, Albert Narracott, para servir en la Primera Guerra Mundial, una historia narrada con ingenuidad por el equino

Cuando Michael Morpurgo publicó en 1982 War Horse (Caballo de Batalla, Noguer, 2011) en la editorial Kay & Ward, su mayor éxito hasta hoy, había guerras entre Irán e Iraq, entre Argentina e Inglaterra por las islas Malvinas, la URSS combatía en Afganistán, Israel invadía Líbano, donde meses más tarde se masacró a refugiados palestinos en Sabra y Chatila, mientras en Guatemala, Efraín Ríos Montt perpetraba un golpe de Estado para encabezar una sanguinaria y genocida dictadura en la nación.

Sir Morpurgo ((St. Albans, Herfordshire, 1943) firmó en ese contexto un libro antibelicista que devino obra de teatro en el West End londinense en 2007 a cargo del dramaturgo Nick Stafford, ganadora de varios premios Laurence Olivier en Inglaterra y Tonys en Broadway; pero, sobre todo, lo catapultó una película en 2011 de Steven Spielberg, protagonizada por Jeremy Irving, Emily Watson, Tom Hiddleston y Benedict Cumbertbach, hoy candidato al Oscar por The Power of the Dog (Jane Campion, 2021).

La música de la obra de teatro fue compuesta por Adrian Sutton y la de la película, por John Williams.

War Horse cumple 40 años este 2022 en medio de otra amenaza bélica global: el conflicto entre Rusia y la OTAN por Ucrania. Su autor, nacido a mitad de la Segunda Guerra Mundial, granjero y profesor, militar fallido, cantante de coro y escritor por azar al darse cuenta en Kent que la única manera de llamar la atención de sus alumnos era con cuentos, está por llegar a las ocho décadas con más de 130 libros publicados; además, desde 1976, con su esposa Claire, estableció el programa altruista Farms for City Children, que ha permitido a casi cien mil jóvenes urbanos experimentar la vida del campo.

caballo de guerra
Obra War horse. Foto: National Theatre de Londres

Y es justo en la zona rural de Devon donde el relato de War Horse comienza, suerte de trágica ironía de cómo la gente que cultivaba el campo, y que no sabía la razón de una guerra entre potencias europeas por el predominio de una sobre otra, terminó sembrando con sus cadáveres otro campo: el de batalla.

La novela War Horse, de menos de 90 páginas, cuenta la saga de un caballo de granja, Joey, separado de su amo y amigo, Albert Narracott, para servir en la Primera Guerra Mundial. La historia, narrada con ingenuidad por el equino, se convirtió en un clásico de la literatura juvenil, aunque su autor siempre ha negado que escriba para la juventud, sino que, más bien, como maestro, niños y adolescentes han sido su universo.

El drama comienza en una subasta de feria en Devon donde Joey es separado de su madre y comprado por el padre de Albert, y termina con otra subasta de caballos sobrevivientes, en Francia, que se irán a un matadero, como mal pago por sus servicios a los británicos durante los cuatro años de conflicto, en el que perecieron miles de animales por heridas de batalla o por agotamiento al transportar artillería.

Joey, mitad pura sangre y mitad caballo de trabajo, ambienta su narración entre Inglaterra y Francia, adonde es trasladado después de que el padre de Albert, el alcohólico Ted Narracott, lo vende a la caballería británica para pagar la hipoteca de su granja. El capitán James Nichols lo toma bajo su cuidado para combatir montado en él, al lado de su amigo el mayor Jamie Stewart y su potro Topthorn.

Nichols, un oficial que teme a la muerte y no sabe por qué va a la guerra, monta a Joey en su única y fatal batalla; éste, rescatado por Stewart, en su siguiente combate cae en manos de los alemanes junto con el mayor y Topthorn; ambos animales son destacados para trasladar heridos con las ambulancias, gracias a lo cual son cuidados por la adolescente francesa huérfana Emilie y su abuelo, a quienes son obsequiados cuando la tropa alemana parte, aunque después llega otra compañía del Káiser, que se los lleva como bestias de tiro para mover artillería, con lo que miles de caballos fueron sacrificados.

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Obra War Horse. Foto: National Theatre de Londres

Joey y Topthorn quedan al cuidado del Viejo Loco Friedrich, un carnicero que sólo quiere volver a su pueblo y suele conversar con los caballos, a quienes confiesa que la guerra es absurda, en una suerte de personaje espejo del infausto capitán Nichols. De hecho, pasa más tiempo con ellos que los ingleses.

En la novela no hay ni buenos ni malos, contrario a la versión hollywoodesca y maniquea de Spielberg, con guion de Lee Hall y Richard Curtis, en la que los alemanes son sádicos y traicioneros. De hecho, War Horse siempre está planteando más bien la reconciliación, no solo de países, sino de las personas con su ambiente, de las familias (como Ted y Albert) o de los individuos, como el padre alcohólico.

El clímax del libro llega cuando un soldado galés y uno alemán salen de sus respectivas trincheras para salvar a Joey, atorado entre alambres de púas; lo liberan y echan suertes amistosamente para saber quién se lo lleva. En la película de Spielberg, maniquea, es un soldado inglés el que da el primer paso.

En este contexto, la obra producida por el National Theatre volvió a proyectarse en el Lunario del Auditorio Nacional el domingo 20 de febrero, con buena acogida de público. Entre sus mayores atractivos, sin duda están el trabajo espectacular con marionetas de la Handspring Puppet Company sudafricana y la música original de Adrian Sutton, que ha colaborado en otras puestas en escena como Coram Boy (2005), The Revenger Tragedy (2008), Nation (2009), The Curious Incident of the Dog in The Night-Time (2011), Rules for Living y Husbands and Sons (2015) y Angels in America (2017).

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Obra War Horse. Foto: National Theatre de Londres

En 2008, la pieza teatral fue nominada a seis premios Laurence Olivier y ganó en Mejor diseño de escenario (Rae Smith, Basil Jones y Adrian Kohler, de la Handspring Puppet Company) y Mejor coreografía teatral (Toby Sedgwick). En 2011 la puesta en escena de Broadway recibió cinco Tonys.

Destacan las marionetas de caballos, una mezcla de estructuras y esculturas, diseñadas y construidas por los artistas sudafricanos, las cuales se mueven con gran precisión, logrando escenas maravillosas donde los animales galopan, se mueven y actúan al ritmo que les marca el relato de la puesta en escena.

Respecto al filme, en una entrevista para un canal de YouTube, Morpurgo cuenta que asistió varias veces al rodaje y trató de aconsejar a Steven Spielberg, que tenía una visión de hacer una película tipo John Ford, sobre elementos fundamentales de la historia sobre la vida en el campo inglés, que distaba de ser idílica, como la supuso el realizador. Incluso le llevó un libro de James Ravilious, un fotógrafo especialista en la zona rural del condado de Devon en esa época, donde transcurre el arranque de la novela, para que conociera cómo la gente tenía la ropa y calzado sucio de barro, por el arduo trabajo.

Incluso Morpurgo comenta que tanto el drama de Stafford codirigido por Tom Morris y Marianne Elliott como la película de Spielberg decidieron cambiar cómo estaban retratados los alemanes en el libro War Horse, y, por ejemplo, alguno aparecía como un personaje incluso sádico, que torturaba a hombres y animales, muy lejos de la visión de Joey, sin juicios morales y más con empatía por todas las personas.

No obstante, después de la adaptación de Stafford, gracias a la cual alrededor de 8 millones de personas en el mundo conocieron la historia de Joey por el montaje de Tom Morris y Marianne Elliott, pero sobre todo por el filme del Spielberg, que recaudó casi 180 millones de dólares en taquilla y obtuvo seis nominaciones a los Oscar, la novela de Morpurgo, que apenas se había traducido a 4 idiomas en 1982 –año en que también apareció Mi último suspiro, las memorias de Luis Buñuel, y Gabriel García Márquez recibió el premio Nobel de Literatura–, después de 2011 ya tenía versiones en 48 lenguas.

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Obra War Horse. Foto: National Theatre de Londres
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