“Esta es una poesía del vuelo, desde una versión de lo real a lo otro. Pero a la par es una guerra por la expresión, lanzada por un hombre «que fue juzgado en siete ocasiones en el horno del destino» y vivió tan sólo por la verdad de su poema”[1]. Con esas palabras explica Peter Cole, traductor y comentarista de la poesía de Solomon Ibn Gabirol (ca 1020/ca 1057), la intensidad de las líneas que mantienen la fama del poeta hebreo intocada a lo largo de los siglos.
El suyo es un mundo lírico en el que el colorido de la naturaleza y las paradojas de la vida cotidiana permiten al poeta esbozar los principios de una arquitectura individual de sensaciones, que debido a su donaire e ingenuidad, a su garbo y delicadeza, logran un acento universal que los distingue. Su mundo es desconocido para los lectores actuales, lo mismo por la distancia en el tiempo que por la falta de difusión de los grandes poetas del pasado. Pese a ello, los permanentes asombros por la belleza de la existencia, aunado a cierta dosis de capacidad imaginativa para disfrutarla, llevan a sus lectores a una Península ibérica medieval en la que diversas influencias culturales generaron un nutrido escenario de tesoros compartidos.
No estamos en presencia de un poeta para quien la inmediatez se atribuye a los anhelos de transcendencia. Sí puede hallarse el gozo de vivir en sus poemas, pero nunca por sí mismo, esto es, nunca como una finalidad a la que el individuo pueda arrojarse confiado de que no se equivoca en la elección. Gabirol, como cualquier escritor de la época, mantiene hondas preocupaciones espirituales y la búsqueda de la divinidad es una de las más sugerentes de su obra literaria. Es posible celebrar la vida, incluso de manera continuada, siempre que no se aleje la idea que nos refiere a un principio ordenador del universo. De otro modo, ¿cómo podría disfrutarse de la poesía (o aun siquiera intentarla) sin un asidero que guíe nuestros pasos y nos aporte un paradigma de conducta?
“Los que esperan a Dios aumentarán sus fuerzas”[2], escribe Gabirol en uno de sus poemas. Este poeta pregona de manera frecuente la esperanza como un medio legítimo de sobrellevar la penuria y practicar la vida religiosa. El pueblo hebreo, que conoció la esclavitud y fue liberado, que padeció la dureza del desierto y halló la tierra anhelada para aposentarse, es por fuerza un profesional del anhelo que se materializa en herramientas para prolongar la vida terrenal que aspira a ser eterna. En su modo de ejercer la poesía, no se considera la posibilidad de disfrutarla como si se tratase de un bien suntuoso, creada para la élite y los habilidosos para entenderla.
Por el contrario, la poesía en sus manos es un arco tenso al cual fiarse cuando llega el momento en que los adversarios se presentan para intentar un acto de violencia. La historia de sobrevivencia de los hebreos marca su decir poético. La escritura poética no puede permitirse el exotismo ni la estetización sin sentido. Por el contrario, es un arma de combate o un escudo para protegerse si todas las demás armas fallaron.
En otro ámbito de sus variados registros, la poesía de Gabirol se muestra contigua a la sensibilidad moderna. Las nociones morales son propias de la época en la mayoría de las piezas porque es lo normal de la época, aunque es perceptible la intención de llevar el registro poético hacia un terreno que no brotaría sino hasta el Renacimiento, en la que el individuo es considerado una singularidad y no tan sólo parte de una organización (léase iglesia, comarca, Estado nación, etcétera). Escribe en una pieza: “¿Por qué estás abrumado y temeroso, alma mía? Relájate y habita en donde te encuentres”.
La idea que se conserva de su labor es polivalente. W. Zeev Harvey refiere del poeta: “ha sido el más grande neoplatónico de la tradición filosófica medieval árabe y posiblemente haya sido también el más grande poeta medieval hebreo”[3]. Esa doble condición lo vuelve valioso por cualquier flanco. Por una parte, al igual que Filón de Alejandría, logra fusionar parte de la tradición del pensamiento griego a la sabiduría hebrea y, por otra, crea una obra de corte humanista en una época en la que las alabanzas a la divinidad tapiaban por completo cualquier posibilidad de mirar al individuo con posibilidades de ser cantado en sí mismo.
Escribe Raymond Scheindlin: “…en hebreo no existía tradición alguna que celebrara públicamente los placeres materiales”[4]. Pese a ello, Gabirol lo hace sin arriesgarse al incumplimiento de la exigente normatividad judía. Eso igualmente representa otra forma de sincretismo, ya que a decir del mismo Scheindlin: “Los poetas árabes no componían generalmente dentro del terreno de la religión”[5], esto es, para evitar cualquier forma de controversia elegían temas cotidianos.
Debido a su mala situación económica Gabirol “tuvo que acogerse a la protección de los mecenas”[6] y debido a ello escribió “muchos panegíricos y elegías a personalidades famosas”[7]. El poeta hebreo padeció las intrigas palaciegas y, como sucede, tarde o temprano perdió el favor de los poderosos, que lo echaron como a cualquier otro poeta del mismo periodo. El califato de Córdoba vivía por entonces una época de esplendor y prueba de ello es que mecenas otorgaban su favor a los poetas, en otro tiempo expulsados de la ciudad por considerárseles una presencia ociosa.
El acento contemporáneo en la vida del poeta hebreo no sólo es posible hallarla en su decisión de dar espacio a los asuntos ordinarios, lejos de la gran poesía litúrgica o devocional. Su forma de sobrevivencia era precaria y dependía de su capacidad para lograr apoyos de individuos que podían disfrutar de la poesía (era una época delicada), pero en sociedades en las que el poeta no estaba fuera de las confabulaciones, sino en muchos casos en el centro de ellas. La posibilidad de “decir” llevaba consigo una responsabilidad que no pocas veces se pagó con la muerte. La palabra es poderosa y lo sabían los cortesanos principales. El poeta conocía el lenguaje, las formas poéticas y la expresión justa de los conceptos, lo que se vuelve un peligro en tiempos de turbulencias políticas.
La “poesía del vuelo” a la que hace referencia Peter Cole cruza los siglos para llegar hasta nosotros. Lo hace, además, con un lenguaje terso que evita la conceptualización excesiva y los retruécanos para que las experiencias no se emboten con el paso del tiempo. La antología bilingüe titulada Poesía secular (1978), traducida por Elena Romero, es una de las compilaciones más recientes de su poesía. De ese título destaca el poema “A un amado que desconfía”, en el que se canta a dos de los privilegios más altos de la experiencia humana: la amistad y el amor. Escribe Gabirol:
¿Acaso has olvidado, amigo, mis amores
que fueron para ti más prodigiosos
de lo que nunca fueron para el resto
de mis enamorados?
Y aunque no los mencione con palabras,
¿no están, acaso, ocultos en medio de mi entraña?
En poemas como el transcrito, se vuelve comprensible la idea de Scheindlin: “…los poetas hebreos atravesaban la línea entre lo secular y lo religioso mucho más libremente que los poetas árabes”[8]. En esa elección destella la modernidad de Gabirol. A su modo y con sus medios técnicos es un trasgresor. Parece decir: el individuo necesita a la divinidad para ordenar la vida social y religiosa, pero no deja de estar vivo y su emotividad requiere del influjo vital que aporta la poesía. Esta forma de actuar es inusual en un hebreo, que experimenta la como una forma de sobrevivir a la singularidad.
Las líneas del poema “A un amado que desconfía” sugieren que los hechos de la vida cotidiana nos acompañan sin remedio. Eso porque una vez que se cumplen los deberes religiosos, el individuo puede disfrutar de una generosa porción de libertad para celebrar que se tiene la ocasión de caminar entre los vivos y decidir hacer el bien o el mal. Si bien es cierto que, como refiere Navarro Peiró, Córdoba “rivalizaba” con Badgad en esplendor y creaciones artísticas, no puede concluirse que un gran poeta, dueño de una vigorosa distinción como lo fue Gabirol, se genera tan sólo porque el entorno es favorable a la creación. El misterio de la poesía no sólo llega a la propia escritura de la poesía, sino a los mecanismos que elige para mostrarse a los individuos.
La celebración de la vida no siempre fue un asunto fácil, pero Gabirol se arriesgó para escribir la poesía que le daba un sentido de plenitud. Explica Rosa Ruiz Gisbert: “…Gabirol fue un hombre casto. Sin embargo, hay versos dedicados al elogio del mancebo como recurso retórico; en alabanza del vino, cantado por fieles musulmanes a pesar de estar rigurosamente prohibido por Mahoma; descripciones de flores y jardines…”[9]. La defensa de un modo de poesía es un oficio de riesgo, más aún en un entorno religioso y en una sociedad que padece con regularidad convulsiones políticas, económicas y sociales. Sortear a los fieles musulmanes añadía riesgo a la tarea poética de Gabirol. La península Ibérica vivía en crisis permanente por la falta de uniformidad étnica y racial.
Era una época en la que abundaban los motivos para desconfiar de cualquier persona. La condición de poeta, además, acentuaba su condición marginal. Gabirol se replegó en su escritura, lo que es una encomiable estrategia de sobrevivencia, pero que no siempre lleva consigo los medios idóneos para dedicarse a las artes, que requieren tiempo y dedicación. Encuentro motivos para celebrar a Ibn Gabirol, así como para releer su obra poética, hoy tras las cortinas debido a la falta de apoyos para sacarla de los cajones especializados y ponerla ante los ojos de los lectores. Su modernidad y sentido de la rebeldía, sin embargo, nos hablan directo al oído.
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— Library and Archives Canada (@LibraryArchives) February 22, 2018
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[1] Cole, Peter. Selected poems of Solomon Ibn Gabirol. Princeton University Press, 2001. La traducción y las cursivas son mías. p. 37.
[2] Gabirol, Ibn. Poesía religiosa. Universidad de Granada, 1992. p. 139.
[3] Harvey, W. Zeev. “Filosofía y Poesía en Ibn Gabirol”. Anuario Filosófico, 2000. p. 491.
[4] Scheindlin, Raymond. “La situación social y el mundo de valores de poetas hebreos”. La sociedad medieval a través de la literatura hispanojudía. 1998. p. 58.
[5] Ídem. p. 66.
[6] Navarro Peiró, Ángeles. “Literatura hispanohebrea”. Universidad Complutense de Madrid, 2000. p. 297.
[7] Ibidem.
[8] Scheindlin, Raymond. “La situación social y el mundo de valores de poetas hebreos”. La sociedad medieval a través de la literatura hispanojudía. Cuenca, 1998. p. 67.
[9] Ruiz Gisbert, Rosa. “Salomón Ibn Gabirol”. Isla de Arriarán, XXX, diciembre de 2007. p. 35.