Ella era la chica que le cantaba al presidente, la bomba rubia que los hombres querían y las mujeres querían ser.
Hoy, la fiebre por Marilyn Monroe se ha reavivado con Blonde, la película de Netflix que llegará a la plataforma el 23 de septiembre de este año. El filme está basado en la novela homónima de Joyce Carol Oates y será protagonizado por la actriz cubano-española Ana de Armas.
Y si bien en el plano profesional en su tiempo se posicionó indiscutiblemente como símbolo sexual, estatus emblemático que aun posee, existe aunque parezca increíble para muchos, una agenda que rara vez se asociaría con una “bomba sensual”, y es la de feminista.
Pues más allá del lugar común en el que se ha convertido hablar de la cosificación del cuerpo y de objetualizarlo como contenedor de toda clase de fantasías personales, hay quienes remarcan las características actitudinales de Monroe para etiquetarla como feminista en avanzada.
Si, en avanzada, pues en la década de los 50 no existía el fervor por ser asociados a causas, agendas o banderas. Pero retomando el punto de partida, bien vale la pena cuestionarnos qué es aquello que permite a diversos sectores feministas considerarla como una de ellas.
En 1955 creó Marilyn Monroe Productions, convirtiéndose en la segunda mujer de Estados Unidos, después de Mary Pickford, en crear su propia productora.
Después de muchas disputas legales, Monroe y la Fox llegaron a un acuerdo en el que ella negoció con éxito el pago de un salario más alto y la posibilidad de decir algo en cuanto a los guiones, los directores y los directores de fotografía, algo inusual en su época e incluso en la actualidad.
Asimismo, se puede hablar de ella como pionera del #MeToo. En Los lobos que he conocido, un artículo del que fue autora para el número de enero de 1953 de la revista Motion Picture and Television Magazine, denunció el acoso sexual en Hollywood. «Hay muchos tipos de lobos. Algunos son siniestros, otros son simplemente juerguistas que intentan conseguir algo a cambio de nada y otros lo convierten en un juego».
No obstante este optimismo y esfuerzo por reivindicarla como feminista –y se puede alegar que fue por romper con el purismo alrededor del cuerpo–, la duda recae en si fue intencional el mostrar libertad sexual o fue consecuencia de haber sido introducida a un mercado que la vio como un objeto a desear.
Para la escritora argentina Clara Obligado, esto es claro: «Marilyn Monroe fue víctima de una época, de un estereotipo y del poder, que la usó brutalmente. La maltrataron, la violaron, no le dejaron ser la mujer inteligente que era… Quiso salir de ese papel pero no tenía armas suficientes para hacerlo»
Como se puede ver, podríamos hablar de una Marylin que abogó por los derechos laborales pero más por un tema personal, y como alguien que evidenció el acoso sexual, pero una golondrina no hace primavera. Cabe destacar que el problema no está en Monroe, sino en el feminismo que no termina de definir si la sexualización de los cuerpos en unas es cosificación y en otras rebelión… pero nunca un feminismo de ocasión.
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Esta historia basada en la exitosa novela de Joyce Carol Oates, nos muestra la tensión entre la vida pública y privada de la icónica Marilyn Monroe. pic.twitter.com/ERJrKUkxes
— Netflix Latinoamérica (@NetflixLAT) June 16, 2022