En mis primeras macros salidas fotográficas fue inevitable nuestro encuentro y desde esos momentos me han dejado siempre cautivado. Muchos describen esos lindos ojos como dorados, aunque a mi parecer esconden dentro de ellos el mismo arcoíris que me deja mudo, como embrujado.
Hablo de la Crisopa, un insecto del orden de Neuroptera, de color verde y alas transparentes que sirve como control biológico, al tener entre sus alimentos —cuando es larva— a plagas como los áfidos (pulgones) con un apetito insaciable que pueden limpiar en poco tiempo alguna planta llena de ellos.
En cierta ocasión husmeando entre las hojas de las plantas me llamó la atención un hilo colgando de ellas terminando en el otro extremo unas bolitas blancas, hoy sé que son los huevos de Crisopa. Vaya sorpresa que me llevé al revisar las fotos en la computadora, al percatarme que de uno de ellos muy ligeramente estaba saliendo una diminuta larva. ¡Vaya suerte de tipo!, dirían algunos amigos.
Ahí no acabó mi suerte, ya que tiempo después vi caminar en la corteza de un árbol a un pequeño ser camuflado con restos de basura, no era más que otro estado larvario de la Crisopa, que atrapa al áfido con sus mandíbulas y succionan el contenido del cuerpo del pulgón hasta dejarlo seco.
Pero no solo este insecto me ha dejado “enamorado” por sus ojos, también otro miembro del orden Neuroptera me ha dejado sin aliento y sorprendido.
Me refiero a la Hormiga León, nombre que recibe la larva del Mirmeleóntido, porque vive en suelos arenosos y excava un hoyo en forma de embudo en cuyo fondo se esconde, dejando sobresalir sólo sus mandíbulas.
Los insectos pequeños caen en esta fosa y no pueden salir debido a las paredes de arena suelta, de manera que son comidos por la Hormiga León, según datos que encontré en Wikipedia.
Esto último ya lo había visto en un documental, pero tuve la fortuna de verlo en acción y pudiendo fotografiar a la larva en todo su esplendor, inclusive registrando en un video cómo crea la fosa para luego esperar a su presa.
Pero la Hormiga León me tenía otra sorpresa, ya que en estado adulto la volví a encontrar pensando que era un Caballito del Diablo, dado su parecido en las alas, pero con antenas muy distintas y que gracias a unos amigos entomólogos es como supe que se trataba de otra especie.
Al hacerle la sesión no pude evitar compararla con “Campanita”, aquella hada del cuento infantil por su graciosa manera de volar, por lo que he llegado a la conclusión que mientras más fotografío a estas almas invisibles, más me enamoro de ellas, pero sabiendo que jamás podré terminar de fotografiarlas a todas. ¡Vaya suerte la mía!
Hasta la próxima colaboración, estimados amigos.
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— Mexjesus (@JesusPenaJ) October 22, 2022