Esa parece ser la máxima que siguió Johnny Depp tras haber estado envuelto en la polémica por el juicio de violencia doméstica con Amber Heard, del cual, si bien ambos tuvieron que pagar compensación al otro, fue la actriz quien legal y monetariamente perdió.
No obstante, Depp –estrella ahora de una película francesa, Jeanne du Barry, que abrió el más reciente festival en la Riviera– ha cargado los efectos de la cancelación por diferentes sectores al haber quedado evidenciado como un hombre violento.
“No pienso en Hollywood, no me importa Hollywood, no necesito a Hollywood”, dijo el actor cuando fue cuestionado sobre la existencia de un boicot en su contra tras las denuncias de violencia doméstica.
Para él, fue un momento de quiebre el que fuera despedido de las películas taquilleras de Hollywood sin pruebas de las acusaciones.
“Cuando te piden que dejes una película que estás haciendo por algo que es simplemente una función de vocales y consonantes flotando en el aire, sí, te sientes boicoteado”, dijo recordando el momento en el que fue despedido de una exitosa franquicia de Disney cuando los rumores de abuso hacia Heard empezaron a hacerse públicos. “(…) Pero ya no me siento boicoteado por Hollywood, para nada, no me siento así porque no pienso en Hollywood, ya no lo necesito”.
Estas declaraciones surgen entre los que dieron una calurosa ovación de siete minutos y otros manifestantes que reclamaban lo que llamaban “paso franco”.
Y más allá de salir a defender honras o atacar a denunciantes, lo que debemos revisar de fondo es el efecto de la cultura de la cancelación y sus repercusiones reales.
La periodista Eve Barlow, supuestamente amiga de Heard, lanzó una campaña en las redes sociales, #CannesYouNot, que acusa al evento de “apoyar a los abusadores” y publicó fotos de Depp junto a imágenes de Harvey Weinstein y Roman Polanski, ambos invitados habituales de Cannes en años anteriores. En otro lugar, la actriz francesa recientemente retirada Adèle Haenel publicó una carta abierta en la que afirmaba que el festival tiene un historial de misoginia institucionalizada.
¿Pero, realmente está funcionando cancelar a personas en la disminución de violencia doméstica, abuso sexual y misoginia? La ovación de minutos debe darles la respuesta a los fanáticos de la cancelación. Esta sólo ha logrado exacerbar los ánimos y polarizarlos a lo sumo. Por si fuese poco, es cuestionable asociar la vida moral de los creadores a la obra. El arte no se delimita por supuestos moralinos, al menos no desde la edad media.
Al parecer, la hoguera sigue encendida. Sin darse cuenta los inquisidores están avivando tanto la hoguera que el fuego puede terminar por alcanzarlos a ellos.