“¡Échenlos!”, fue el abucheo generalizado que refleja de forma alarmante el sentir de la sociedad ante agendas justas, pero que se han ganado la antipatía social a causa de activismos protagónicos.
La primera semifinal femenina del Abierto de Estados Unidos estuvo interrumpida durante 49 minutos debido a la protesta desde la grada de un grupo de activistas contra el cambio climático.
La protesta fue reivindicada por la organización ecologista Extinction Rebellion (XR). No obstante, no es la primera en este tipo de eventos. El año pasado, una activista irrumpió en la semifinal masculina de Roland Garros entre Marin Cilic y Casper Ruud atándose a la red.
En julio, tres personas fueron detenidas tras interrumpir el juego en Wimbledon, esparciendo confeti y piezas de rompecabezas por la pista.
El cuestionamiento no es sobre la causa. La preocupación por el ambiente es una causa genuina y su atención es de carácter prioritario. Es una realidad que el verano de 2023 es el más caluroso desde que hay registros y agosto es el segundo mes más caluroso.
De acuerdo con los datos del Servicio de Cambio Climático Copernicus, el termómetro global marcó una media de 16.82 grados centígrados durante este mes, lo que supone un incremento de 0.71 grados respecto a la media registrada entre 1991 y 2020 para el mismo periodo. Asimismo, en la Antártida, la extensión del hielo marino alcanzó niveles sin precedente para esta época del año, situándose 12 por ciento por debajo de la media, Mientras tanto, en el Ártico, aunque la cobertura de hielo marino fue mayor que en julio, aún se mantuvo notablemente por debajo de la media. (Nat Geo 2023).
Pese a estos datos, el activismo es lo que se ha confundido con la causa debido al protagonismo. Y el repudio o la aversión generada tiende más a afectar a la causa que beneficiarla.
¿Cuál es el problema del activismo de nuestros tiempos? Las protestas en el tema ambientalista y en otros también se han radicalizado. Los comunicadores o asociaciones a favor de ello esgrimen que es la manera de que el reflector esté sobre ellos. Y si bien es cierto que este tipo de protestas en eventos deportivos –o en museos, como recientemente ocurrió en el del Prado en España– han llamado la atención mundial, el humor sobre ello ha sido negativo.
¿Resultado? El favorecer que, con la polarización, se llegue a criminalizar la protesta, puesto que al no tener empatía en la sociedad, grupos extremos toman ventaja para acallar las voces.
Pero más allá sería interesante saber si se ha medido el efecto de estos activismos en las causas. En qué medidas han impactado sus manifestaciones. Parecen olvidar que una causa no es sólo atraer reflectores, sino tener un plan, una agenda de acciones más allá de interrumpir partidos o pegarse a obras. Mientras que esto no exista no estamos antes activismos climáticos, sino ante perfomances o retos virales de internet.