La geometría se encuentra en todos los lados; dentro y fuera de la casa, desde los mosaicos de la cocina hasta las plantas del jardín, puede ser en un auto, una silla, un gato; también en un rostro y en esos minúsculos triángulos que forman la piel. Vicente Rojo decía que vivimos acompañados de la geometría que hay en los objetos que nos rodean. Y si, es así.
No había cumplido todavía dieciocho años cuando llegó a México por el exilio español y conoció a Miguel Prieto, Carlos Chávez, Fernando Gamboa, Salvador Novo y también a Miguel Covarrubias, quienes le abrieron paso en el mundo intelectual y cultural del país en los años cincuenta.
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De todo México, uno de los lugares más emblemáticos que sirvió de inspiración para crear una de las series más famosas de Vicente Rojo fue el valle de Cholula. El mismo lugar que se considera como el pueblo vivo más antiguo de América, donde actualmente está la Universidad de las Américas Puebla y donde el artista trató de descubrir cómo pintar un México bajo la lluvia.
Para algunos autores Cholula significa “lugar donde corre el agua o agua que corre”, pues de una forma u otra, el glifo de Cholollan ostenta un símbolo del agua y se interpreta como “agua que cae”, mostrando un río fluyendo. Tal vez por eso Vicente Rojo vivió una experiencia similar que lo acompañó durante toda su vida, ya que fue en ese valle donde él recuerda haber visto llover dos veces “…como un paisaje de Velasco, pero con dos cortinas de agua, que además se movían en los dos extremos. Curiosamente era lluvia inclinada, aunque no a los cuarenta y cinco grados que la pinté, pero sí tenían esa misma inclinación. Vi ese espectáculo natural maravilloso que me dejó muy inquieto…”. Y al fondo del paisaje, los volcanes.
Vicente Rojo basó su producción artística en cinco series que nombró “Señales”, en las que trabajó con formas geométricas; “Negaciones”, con variaciones a la letra T; “Recuerdos”, sobre una infancia difícil; “México bajo la lluvia”, concebida un día que vio llover en Cholula, y “‘Escenarios”, compuesta de miniseries que encuentran su origen en el mundo prehispánico y, por supuesto, geométrico, el cual comenzó con pirámides, plataformas, estelas y terminó con diseños de volcanes inventados.
En 1998, la Universidad de las Américas Puebla lo invitó a crear sus propios volcanes, pero con una técnica poblana, la talavera. Estas piezas son parte del patrimonio artístico de la Udlap y fueron incorporadas al acervo de talavera contemporánea de la Colección de Arte Udlap junto con dos obras gráficas de la famosa serie “México bajo la lluvia”, que pueden ser consultadas aquí.
Años más tarde se publica el libro Vicente Rojo: diseño gráfico, coedición entre la Udlap y Editorial Era de la mano de Germán Montalvo, quien deja como testigo la importante influencia artística y editorial de Rojo como un personaje que dibujó las rutas del diseño gráfico mexicano, generación tras generación.
Una década después, la colaboración entre dos de las universidades más importantes de México y Latinoamérica (UNAM y Udlap) a través de sus espacios culturales como el Museo Universitario de Arte Contemporáneo y Capilla del Arte Udlap, inauguran por primera vez en Puebla lo que fue su última gran retrospectiva en 2016 que se llamó «Vicente Rojo: Escrito/Pintado», la cual reunió 50 años de trabajo expresado en casi 500 piezas, donde la pintura, el dibujo, los libros de artista, el diseño gráfico y editorial dejaron un testimonio por el que Cuauhtémoc Medina y Amanda de la Garza, curadores de la exhibición, llamaron a Rojo “un triple agente de la cultura local”, dada su contribución como diseñador, pintor y editor, que equiparan con la vida cultural de intelectuales como Octavio Paz, Fernando Benítez, Jaime García Terrés, Carlos Monsiváis, Fernando Gamboa y José Emilio Pacheco.
Rojo fue uno de los artistas más influyentes en la construcción de la identidad visual mexicana de la segunda mitad del siglo XX. Muchos de nosotros ya lo conocíamos sin saberlo. Hemos visto su trabajo en carteles, logotipos o en las más de 900 portadas que ilustró para libros famosos como Cien años de soledad de Gabriel García Márquez y Batallas en el desierto de Pacheco. Formó parte de lo que se nombró posteriormente la Generación de la Ruptura, caracterizada por romper ideológica y estéticamente hablando con todo lo que significó el muralismo mexicano, representado por el trío Rivera, Siqueiros y Orozco.
Con este texto, la Udlap busca compartir con las nuevas generaciones la trayectoria de este importante artista que influenció la manera de ver el México actual por propios y ajenos. Su legado queda en cada trazo y en cada forma que nos regaló su mirada. La abstracción contemporánea no se entendería sin él. Su influencia estética es innegable. Descanse en paz, maestro Rojo.