Luis Bugarini Fosse

El arte de comentar con César Aira

El paso de los años dota al escritor argentino de una mirada que le permite llevar al lector tan lejos del libro que glosa como su capricho lo requiera

Como sucede con los asuntos de importancia, las opiniones sobre literatura suelen ser menospreciadas, más aún si las profiere un escritor. Peor aún si ese escritor ya goza de cierto renombre. Tales opiniones se juzgan una trivialidad, como si emitirlas fuera cosa menor y bastase con abrir la boca para que salgan con libertad de ella. No es así.

Las opiniones literarias ayudan en la tarea de clarificar el posible valor de una obra, una vez que el contexto en el que se publicó desaparece por completo. Esto para utilizar un ejemplo concreto de su “utilidad” en el circuito académico, hoy por hoy la arena que subraya “lo que importa” y desecha lo que juzga que sólo es rebaba del tiempo. Pero, sin las opiniones literarias, ¿cómo sabríamos cuál fue la respuesta a la lectura de las obras de Pío Baroja? ¿O las Miguel Hernández? ¿Y las de Gonzalo Torrente Ballester? Cierto: no lo sabríamos.

César Aira (Coronel Pringes, 1949) abandona en esta entrega su terreno natural ―la narrativa breve y el ensayo personal― para abrirse paso en el impetuoso mar de los juicios de valor en las páginas de La ola que lee. Artículos y reseñas 1981-2010 (2021). Y es que al igual que otros autores, Aira ha sembrado los medios periodísticos con notas espaciadas sobre sus afectos lectores. Pasado el tiempo, con alguna suerte, ese corpus se transforma en una ocasión para compartir nuestros afectos.

cesar aira
El escritor César Aira.

Son casi tres décadas de escritura suelta que puesta en perspectiva, dibuja la imagen de un lector exquisito que no dudó en mostrarse feroz durante sus primeros años de peregrino de la crítica, para luego transitar hacia la noble tarea de poner ante los ojos de los demás, un puñado de libros que deben ser visitados por personas con afectos semejantes. La vida no da para más y hacerlo además es un privilegio de muy pocos.

Es posible que el lector escuche el término “opiniones literarias” y se imagine el manantial de chismes que brota en cualquier cantina. Nada más lejos de ello. En las manos de Aira, la reseña literaria, conforme pasan los años, se transforma en crítica literaria y, de ahí, a una ensayística personal cuya misión es revelar el amor más prístino por una forma de literatura. Él es un lector, lo ha dicho en repetidas ocasiones, y ese fue el inicio de su trayectoria escritural. Lo refiero porque un lector, por lo común, tiene dos actitudes ante lo que acaba de leer: olvidarlo por completo o comunicar su entusiasmo a los otros.

El paso de los años dota al escritor argentino de una mirada que le permite llevar al lector tan lejos del libro que glosa como su capricho lo requiera. Son los momentos más felices del volumen: aquellos en los que una referencia casual se vuelve una oportunidad para ensayar sobre una preocupación, o para resaltar la acción de un personaje que parece secundario y en realidad no lo es. El arte de comentar en su momento más atendible.

Aira se ha distinguido por dar a la imprenta libros breves de narrativa y ensayos a la mayor cantidad de sellos posibles, en cualquier país imaginable. Debido a ello, la lectura de sus obras nunca es total. Además, a este momento, no se tiene noticia de una reunión de sus obras, al parecer por pedido expreso suyo. Como si su intención fuese motivar una lectura caótica de sus títulos, para nunca tener una idea cabal de su producción o incluso de quién es el autor o si es que lo hay. La ola que lee, en contraste, ofrece el privilegio al lector de tener un universo cerrado de sus opiniones sobre títulos que se cruzaron en su camino y merecieron una página de memoria.cesar aira

Manuel Puig y Roberto Artl aparecen como figuras tutelares de su comprensión lectora. A ambos les reconoce lugares principales lo mismo en la literatura argentina que en su propia trayectoria creativa. Lo mismo Jorge Luis Borges, a quien se menciona tan sólo en contadas ocasiones, como si fuese ocioso hacer mención a su vida y obra por ser parte del alfabetismo natural que debe poseer cualquier individuo con interés por la cultura literaria. Borges forma parte de su dieta y su deuda con el autor argentino no tiene medida.

En sus excursiones a literaturas extranjeras, el autor de Cumpleaños (2004) leyó a Carlos Fuentes, en específico Gringo viejo (1985), y su dictamen es adverso y volcánico. Uno diría que Aira, a media lectura, perdió la entereza con ese modo vertiginoso de Fuentes para ganar páginas y, en consecuencia, le recrimina su verbosidad y falta de compasión con el lector. Las opiniones sobre el autor mexicano son duras y categóricas y lo califica de “mediocre”.

Uno recorre los libros que recogen las notas al vuelo y comentarios variados sobre la literatura como si se tratasen de un testimonio de fe, ejercida a lo largo de las décadas, como si se tratase de una vocación de mártir. Es previsible que La ola que lee no será uno de los títulos más leídos por quienes buscan una historia breve de Aira para volver a Netflix lo antes posible. Lo será, en cambio, por quienes buscan en la literatura las claves para su propia vida. Un destino, el camino a seguir, una luz en el camino… llámesele de cualquier modo.

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