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«México», el complejo nazi que nunca se terminó

Se trata del tercer sector de barracas en Auschwitz para albergar prisioneros de toda Europa

Oświęcim, Polonia. 7 de abril de 1944. Rudolf Vrba y Alfred Wetzler logran llegar a “México” y se esconden ahí de la búsqueda incesante de los guardias nazis de las Schutzstaffel, las temidas SS, que fracasan en su intento de encontrarlos. Tres días después, los dos eslovacos de origen judío salen de “México” y huyen hacia la libertad para contar y revelar al mundo el horror y los crímenes sin igual cometidos en Auschwitz-Birkenau, el campo de concentración y centro de exterminio en masa más grande de la historia, donde fueron asesinadas más de 1 millón de personas.

Tras su huida, una de las más conocidas de la Segunda Guerra Mundial, Vrba y Wetzler atravesaron el territorio polaco, ocupado por los nazis, y llegaron hasta Eslovaquia, donde “más de 10 días después de su escape, se reunieron en secreto con miembros del consejo de la comunidad judía en Zylina y presentaron su relato sobre las atrocidades que habían visto en Auschwitz”, explica el Museo Estatal Auschwitz-Birkenau en su página web.

Su detallado y desgarrador testimonio se compiló en el “Informe Vrba-Wetzler”, que forma parte de los Protocolos de Auschwitz, una recopilación de relatos y reportes de prisioneros que lograron huir del campo de concentración y que revelaron el exterminio en masa en ese sitio. Los otros son el “Informe Principal Polaco», escrito por el preso Jerzy Tabeau, y el Informe Rosin-Mordowicz, elaborado por Arnošt Rosin y Czesław Mordowicz, prisioneros eslovacos que huyeron a finales de mayo de 1944.

Los Protocolos de Auschwitz fueron documentos clave para que los países aliados y organismos internacionales conocieran la realidad sobre el exterminio judío e incluso fueron presentados como evidencia en los juicios de Nuremberg contra los oficiales del régimen nazi de Adolf Hitler.

Así, la audaz historia de Vrba y Wetzler fue uno de los últimos capítulos que tuvieron lugar en “México”, el tercer sector de barracas construido por el régimen nazi en Auschwitz-Birkenau para albergar prisioneros llevados de toda Europa, pero que nunca se terminó. De esta manera, y pese a estar a más de 10 mil kilómetros de distancia, México formó parte indirectamente de la oscura historia de Auschwitz-Birkenau, el símbolo universal del Holocausto en la Segunda Guerra Mundial.

Auschwitz
Foto: Jorge Valdés
El origen del nombre

Auschwitz-Birkenau, también conocido como Auschwitz II, comenzó a ser erigido en octubre de 1941 y para 1942 ya contaba con dos segmentos principales de barracas para los prisioneros: BI y BII. Sin embargo, estos espacios comenzaron a ser insuficientes debido a la cantidad de deportados que llegaban al lugar, por lo que los oficiales de la Schutzstaffel (SS), las “escuadras de protección” nazis, a cargo del sitio, determinaron la construcción de un tercer segmento. Su nombre oficial: BIII. Su nombre en la jerga del campo: Meksyk (México en polaco), el cual estaba destinado para albergar a 60 mil prisioneros.

El mapa general a la entrada de Auschwitz-Birkenau da cuenta y ubicación de la “presencia” de “México” en el lugar: “BIII –Sector III of the Birkenau Camp ‘Mexico’ (An extension of the camp that never was finished”) (BIII Sector III del Campo Birkenau ‘México’ [Una extensión del campo que nunca fue terminada]). El sitio donde se construiría el sector se localiza al noreste del lugar y para llegar a esa zona es necesario atravesar el extenso BII, el segmento más grande de los que ahí fueron construidos y en el que aún permanecen barracas en pie, caso contrario al de Meksyk.

¿Pero qué llevó a los prisioneros y a las autoridades a bautizar ese complejo para presos con el nombre de “México”? De acuerdo con la página web del Museo Estatal Auschwitz-Birkenau, cuando las mujeres judías deportadas de Hungría comenzaron a ser acuarteladas allí a mediados de mayo de 1944, no había cocinas, baños o letrinas, y muchos de los barracones no tenían literas en ellos.

Lo anterior debido a que, pese a que su construcción comenzó a mediados de 1943, para enero de 1944 solo 32 de los 188 cuarteles previstos estaban terminados y 35 más apenas estaban en las etapas de montaje o equipamiento.

“Además, los prisioneros recibieron vestidos de verano desaliñados, y algunos de ellos iban casi desnudos con solo trapos y retazos de mantas para cubrirse. Así, el nombre dado al segmento puede reflejar la imagen de México en la prensa de preguerra como un país pobre e inquieto con una administración desorganizada”, explica el museo.

La decisión de detener las obras de construcción de “México” se tomó a finales de marzo y principios de abril de 1944. Finalmente, el sector fue cerrado y liquidado en octubre de ese mismo año.

Auschwitz
Foto: Jorge Valdés
Ruinas en campo abierto

Hoy, a 77 años de su cierre definitivo, el sitio que ocupó “México” en Auschwitz-Birkenau es un campo abierto que colinda con una zona boscosa, y en el que solo permanecen algunas bases de las barracas y de las chimeneas que fueron construidas en el lugar, en las que también hubo desolación y muerte, y en donde el silencio abrumador solo es roto por el sonido del frío viento que se deja sentir en el sitio, en el que se puede caminar libremente.

Mudo testigo y vigía de lo que fue el tercer complejo para prisioneros en Auschwitz II es el que en su momento fuera el cuartel de los comandantes de las SS en el lugar, convertido ahora en la Iglesia Católica Romana de Santa Madre de Dios, Reina de Polonia. Una imponente construcción de ladrillo rojo ubicada sobre la carretera Ofiar Fascyzmu (Víctimas del fascismo, en español), que se encuentra justo enfrente de los terrenos que formaron parte del inconcluso “México” en el régimen nazi, complejo cuya historia es poco conocida dentro de todo el horror del Holocausto, la locura mayor de Adolf Hitler.mexico

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