Como muchos jóvenes de su generación, Bernard Noël (Aveyron, 1930- Francia, 2021) reaccionó con rebeldía y determinación a los acontecimientos del mundo, desde Hiroshima a la guerra de Vietnam, desde los crímenes de Stalin a la guerra de Argelia, durante la cual militó con la «maleta portadora» de la red Curiel.
Esta dimensión política —en el sentido más amplio— del pensamiento y la acción nunca será olvidada y encontrará, en la obra venidera, un lugar insistente y singular, inseparable de la subjetividad, destaca Le Monde.
Algunos hechos que lo marcaron son los que marcaron a su generación: la explosión de la primera bomba atómica, el descubrimiento de los campos de exterminio, la guerra de Vietnam, el descubrimiento de los crímenes de Stalin, la guerra de Corea o la guerra de Argelia.
Partió Bernard Noël. Sus textos como poeta, ensayista y narrador trazaron una de las más altas trayectorias de la literatura europea contemporánea.
Lamentamos profundamente la pérdida de un autor muy querido. Su obra queda con nosotros. pic.twitter.com/HllMTUiBmK
— Vaso Roto Ediciones (@Vaso_Roto) April 14, 2021
“El Bernard Noël que conocí estaba cubierto de un silencio para cortar con un cuchillo», escribió su amigo Georges Perros en 1977 y busca destacar una paradoja fundacional: la obra abundante, inspirada y reflexiva, de Bernard Noël se construyó en esta relación violenta con interioridad silenciosa. Violencia de qué lenguaje es el instrumento, el arma.
En una entrevista con Claude Ollier, en 1995, declaró: “Para mí nunca ha habido otra cosa que el lenguaje. Sólo existe lo indecible porque existe lo que se puede hablar. Esta observación se refiere tanto al hombre que vive en su tiempo como al escritor, al poeta que fue”.
Bernard Noël nació el 19 de noviembre de 1930 en Sainte-Geneviève-sur-Argence, en Aveyron. Habiendo dejado su región natal, escribió en 2005 un Retrato de l’Aubrac. Tras sus estudios secundarios en Rodez, llegó a París y se matriculó en la Escuela Superior de Periodismo, pero abandonó rápidamente este camino.
Hacia 1953, Bernard Noël fue uno de los miembros activos del Cercle d’études métaphysiques y se acercó al pensamiento de Raymond Abellio, escritor y pensador apegado al estudio de las tradiciones gnósticas y esotéricas, pero ilustrado por la fenomenología.
Siguiendo el consejo de sus padres, Bernard Noël renuncia a su indulto, hace el servicio militar, pero escapa de la guerra en Argelia.
En la década de 1960, Bernard Noël trabajó en la redacción de varios diccionarios Laffont-Bompiani, luego se convirtió en director literario de las ediciones Delpire, de 1967 a 1970. Unos años más tarde, en 1977, se hizo cargo de la colección “Textes” en Flammarion, creado por Paul Otchakovsky-Laurens, quien, a partir de 1988, se convertirá, en su casa, en POL, su fiel y casi exclusivo editor.
Bernard Noël murió el martes 13 de abril a la edad de 90 años , anunció su editorial POL en Twitter.
Les éditions P.O.L ont la très grande tristesse de faire part de la mort de Bernard Noël à 90 ans. Écrivain et poète engagé, romancier, historien, reporter, polémiste, sociologue, critique d’art, éditeur, il a publié vingt-cinq livres aux éditions P.O.L. pic.twitter.com/aCrkhQ1iQ9
— éditions POL (@editionsPOL) April 13, 2021
- El jardín de tinta, por Bernard Noël
- Traducción de Sara Cohen
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- y ahora he aquí que ahora se da vuelta como un guante
- el tiempo quizá vaya a comerse a sí mismo qué hacer de lo desconocido
- a veces todo es diferente de los estados que fueron los nuestros hasta el
- pero uno percibe estados acerca de los cuales uno no posee la experiencia
- una cosa el azul el viento otra la desgracia que llega a nuestra espalda
- el día se cepilla y se raspa hacemos como si debería servir de vuelta
- luego cae la tarde y la noche borra la novedad una miseria
- viene a oprimirnos la garganta y mientras la voz se quiebra buscamos
- dónde ha quedado ese ahora que habíamos arrojado como un ancla
- algo ha estallado no sabemos si acá o acá adentro afuera
- una estupidez flota bajo los hombros un deseo de estar fuera de uno
- de ser el tú que mataría la impostura de ser un viviente abreviado por adelantado
- hemos sin embargo bien mezclado el uno al otro los demasiado tarde los demasiado temprano
- tentado de trenzar los contrarios de sembrar de olvido los recuerdos
- la lengua remonta el curso del vocabulario elevando palabras
- una espuma en la punta algunos remolinos verbales una estela
- donde el pensamiento súbitamente no es más que una arruga recorriendo la superficie
- 2
- y ahora he aquí ha llegado el tiempo de mirar aquello que no se puede ver
- es una dirección un llamado un apetito el deseo de algo
- un temblor al borde de los ojos el gusto de lo insaciable
- tal es así que en caso de que la aparición tomase forma su rechazo
- haría arrojar los ojos sobre ella y ahora surge el miedo
- de que venga a fuerza de insistencia la cosa que no sería imagen
- sino carne en descomposición la carne podrida de pensamientos muertos
- o aquella que fermenta al fondo de la descarga humana
- en el lugar mismo en donde el poema busca escarbar restos
- a fin de que las palabras tomen a través de sus curvas y sus trazos
- todo el vejestorio carnal el estiércol de nuestro sentido
- y suba entonces el largo croar de los huesos la palabra física
- que sueña el cuerpo cansado del viento de la palabra una suerte de grito
- un estertor en la garganta cerrada por el tiempo o por esta angustia
- el pobre tributo pagado al ejercicio del conocimiento
- y ahora como una cicatriz enrollada en la boca
- el recuerdo busca a qué herida se quedó colgado
- 3
- y ahora qué hacer con la nada en donde respiran las palabras
- en tanto que las cosas multiplican sus formas en el espacio
- y que la vida remueve sus arrugas o las repliega en el fondo del corazón
- por todos lados una ilusión plana que uno querría cambiar en certidumbre
- vaho de vaho nos han prevenido pero quién creer en el humo
- uno intenta vuelta a vuelta la lengua el sueño la pluma y el cuchillo
- luego la cabeza se va a sumergir entre las salazones de la literatura
- a veces algunas pequeñas sombras dan al pasar un poco de gusto al aire
- un peligro misterioso perfuma su huella una amargura una falta
- luego la boca palidece por haber acogido esos residuos de sensaciones
- en vez de hacer imágenes o bien ese endeble susurro sobre los labios
- sin embargo un soplo sobre la sien suscita el deseo de creer aún un poco
- de creer que ahora hará surgir desde ahora el Tú
- y su reserva de rostros suficiente para extraviar el tiempo
- pero para qué lo interminable si la vida no se juega otra vez
- cuando la hierba haya crecido sobre la lengua encontraremos quizá
- la articulación del misterio entre los restos de una frase
- 4
- y ahora alguien atraviesa la cabeza una forma un recuerdo
- un transeúnte que ha perdido su rostro o bien los malabarismos de una sombra
- querrías palpar eso tocarlo para que vuelva la materia
- por qué no te atreves a decir la carne como si un cuerpo no pudiese surgir en ti
- como si todos los espectros no pudiesen volver más que como corrientes de aire
- y ahora miras del lado de ese vocabulario personal
- el de los nombres que una vez por todas se han declarado propios
- pequeños esqueletos suspendidos en algún espacio privado de porvenir
- sueñas un instante con la pólvora dicha con simpatía un polvo
- una sustancia capaz de hacer del presente con la pérdida con lo bajo
- pero qué es el lodo del tiempo esa cosa ni siquiera sucia
- aún cuando chorrea entero de la muerte un acto acuérdate
- un acto que de un momento a otro nos arroja a lo impensable
- en tanto la carne hormiguea sobre los huesos y rápido va hacia la nada
- los nombres pueden siempre volver a servir pasar de tal a tal otro al que sigue
- dos fechas alcanzan para limpiar un nombre para nuevo uso así
- el apellido y el propio se reciclan en medio de la ausencia
- 5
- y ahora como un espejo ofrecido a los vapores del mercurio
- esperas a que venga en el día la imagen latente bajo lo crudo
- un sobresalto de sombra o esa cosa inasible presente por todos lados
- no la vida que va en ti sin ti escondida en su corriente
- una especie de Norte misterioso que tira hacia él siempre el corazón
- intentas en vano orientar la huella luminosa o el pliegue
- el temblor predisponiendo el espesor carnal para devenir pensativo
- pero el pensamiento olvida al instante sobre qué terreno él se eleva
- la cabeza no sigue aparentemente lo que ella ha sin embargo proyectado
- un abismo está bajo la formación de las palabras una boca invertida
- en la cual la apertura es sin cesar velada por la sombra de las ideas
- no sabemos lo que mata la intención primera o bien la come
- sentimos tan sólo flotar en el espacio el borde de un por aquí
- un lugar huidizo que la lengua a veces acaricia inconcientemente
- un silencio pone una pequeña duda en la garganta luego cae
- y no sabemos por qué lado se ha perdido ni siquiera si ha dado una señal
- porque el coraje falta súbitamente para mirar hacia lo desconocido
- 6
- he aquí que muerdes en el ahora el puño elevado contra el tiempo
- y eso no tiene mayor efecto que si golpeases una ilusión
- sin embargo ese gesto es un acto aunque bata la nada
- pero estamos acaso seguros de la nada desde que la observación crea la realidad
- los ojos se van a tocar el movimiento que no ven
- han envejecido a su retorno y no ven con alta definición
- un temblor un dolor tantos lapsus la lengua deviene torcida
- querría cabalgar el lenguaje y hacerle el amor
- ella absorbe de sí misma la saliva a fin de que húmedas sean las letras
- los nervios de la garganta para bañarlas una a una del jugo bucal
- pero apenas salidas de los labios ellas se alinean y hacen el juego del tiempo
- es acaso a fin de significar que la carne acá no es necesaria
- ni razonable siquiera en vista de cierta pesadez ficticia
- no contaremos más con la llegada súbita de un milagro silábico
- ni con el cerrojo del punto final de hecho tan poco definitivo
- ninguna cosa verbal puede atajar el arrebato de la separación
- aunque la soledad someta toda la vida bajo los hombros
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- y ahora este ahora quiere hacer una muralla en el presente
- pero he aquí que la vida se entromete y pasajera reclama un pasaje
- su voz da miedo siempre se interroga y quiere mascar sentido
- alguien mira avanzar el desastre y se pregunta por qué
- toma una palabra otra las pone al lado luego espera
- dios se disolvió en el misterio del mundo y el cielo azul
- todo andaba mejor sin el pequeño cadáver de la realidad
- cómo enterrarla en ella misma mientras la bóveda del pensamiento
- no es más que el aire soplado en el aire la pérdida en forma perpetua continúa
- la muralla de ahora no construye más que un brocal en torno al vacío
- el cuerpo de un Tú flota por el muy viejo poder de un sueño interno
- el sueño que ese agujero al corazón de cada vida es como una pupila
- dirigida hacia algún afuera alguna orilla del paraíso perdido
- que experimenta un ojo al contemplar el vacío su espacio inagotable
- imagina que se marchita ese órgano inútil y que la cabeza también
- no es más que una nube derritiéndose en el polvo de las sílabas.