El 18 de marzo próximo se conmemora en México el bicentenario de la creación del Museo Nacional, festejo que parece improbable ya que ahora abarca tres diferentes instancias y una de ellas ha perdido su estatus de nacional. Sin embargo, la fecha es altamente simbólica, pues desde el siglo XVIII toda nación moderna erige una institución de este tipo para legitimar culturalmente su territorio y estructurar un proyecto de sociedad.
Dos siglos después, nuestro país forma parte de mapa mundial de naciones, es reconocido en su particularidad cultural y cuenta además con varios museos de estatus nacional, que, podríamos decir, son tributarios de esta conmemoración.
Como demuestra la historiadora de esta institución, la doctora Luisa Fernanda Rico Mansard, debemos la creación del Museo Nacional a Guadalupe Victoria (1786-1843), primer presidente del México independiente, hecho que nos da en sí mismo una primera clave de la relevancia de la conmemoración. En aquel entonces, el Museo debía resguardar y desarrollar una colección de antigüedades y con ello surge la idea de patrimonio cultural del país.
La inestabilidad política impidió el florecimiento de la institución en sus primeros años, pero Benito Juárez primero y después Porfirio Díaz le dieron una gran importancia y aseguraron los recursos suficientes para que el museo emprendiera de manera permanente expediciones arqueológicas para enriquecer su colección.
También se promovieron ahí sociedades científicas que intercambiaban ideas en el ámbito nacional e internacional y que tuvieron como tarea construir la historia nacional. El nombre de algunos de los 16 directores que tuvo el Museo Nacional bautiza hasta nuestros días grandes avenidas, calles y bibliotecas a lo largo y ancho del país. Citemos tan sólo a Manuel Orozco y Berra, Alfredo Chavero, Manuel Urbina y Francisco del Paso y Troncoso.
Para la construcción de la historia nacional, el Museo promovió la creación de varias pinturas que hoy son emblemáticas del Museo Nacional de Arte (Munal), por ejemplo La invención del pulque de José María Obregón, y varios de los paisajes de gran formato del pintor José María Velasco, quien formaba parte del programa de viajes y expediciones del Museo Nacional, teniendo como responsabilidad la elaboración de dibujos para ser publicados en los Anales del Museo Nacional.
Así, la ambición por un Museo Nacional estructura las bases culturales del territorio al mismo tiempo que refuerza la idea de patrimonio cultural.
Si en un principio el museo se planteó para el resguardo de antigüedades, Maximiliano de Habsburgo propuso que el museo reuniera tres tipos de colección: de historia natural, de antigüedades y de historia general, que se albergaron en la calle de Moneda, en un edificio adosado al Palacio Nacional.
La primera división de estas colecciones sucedió en 1910, cuando Porfirio Díaz ordena el traslado de la colección de historia natural al Palacio de Cristal, edificio que hoy conocemos como el Museo del Chopo. El declive en el interés por esta colección resultará en el traspaso de la colección al Distrito Federal, en 1964, instalándose en el Bosque de Chapultepec. En 2008, este museo se convierte en el de Historia Natural y Cultura Ambiental.
Las otras dos colecciones conservarán el estatus de nacional hasta nuestros días, pero ocupan diferentes recintos. En 1944 Lázaro Cárdenas ordena el traslado de la colección de historia al Castillo de Chapultepec y respecto a la colección arqueológica, ésta se traslada en 1964 a las inmediaciones del Bosque de Chapultepec, en el emblemático edificio coordinado por el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez.
Para terminar, el legado del presidente Victoria respondió a la costumbre política de todo Estado moderno a partir del siglo XVIII: el establecimiento de un museo nacional con fines de prestigio, legitimación y conformación de la idea de patrimonio.
Con su creación, Guadalupe Victoria estableció uno de los tres factores que, según el politólogo Benedict Anderson, explican el establecimiento de todo Estado moderno a partir del siglo XVIII: el mapa oficial, el censo (el Instituto Nacional de Geografía y Estadística de México será creado en 1833) y un “museo nacional”.
Conmemorar el bicentenario de la creación del Museo Nacional es festejar la afirmación de México como nación, su reconstrucción política y cultural después del periodo colonial. En marzo próximo podríamos celebrar no sólo uno, sino todos los museos nacionales de nuestro país, todos ellos pilares culturales de nuestra sociedad.
Para saber más sobre el bicentenario:
Exhibir para Educar. Objetos, colecciones y museos de la Ciudad de México (1790-1910), Ediciones Pomares, 2004. Basado en su tesis de doctorado en historia del arte en la UNAM, presentada en 2000.
Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y la difusión del nacionalismo, Fondo de Cultura Económica, 1991.
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🖼️ Cañada de Metlac (1897) José María Velasco#ColecciónMUNAL pic.twitter.com/up6VjxVFlh— MUNAL (@MUNALmx) March 6, 2025