La vejez en la miseria, la voz atormentadora del crítico interno en forma de fantasma, un pueblo atrapado en sus propias hambres, un billete destinado a ganar el sorteo de riquezas nunca vistas en ese lugar y la construcción de algo parecido a la santidad son los hilos con los que Luis Antonio Rincón García (Tuxtla Gutiérrez, 1973) urde La bruja de las tijeras, (Nostra Ediciones, 2024).
La novela se sitúa en los últimos días de una anciana Otilia, que a punto de morir de hambre, a medias por la pobreza a medias por el orgullo, recibe de manos de un ladrón el boleto de una rifa de grandes riquezas y que le cambia la existencia no sin antes sentir el recelo del caso.
“Entendía que, si desapareciera de pronto, nadie la extrañaría, era la sacrificable de la colonia y, por tanto, con ella se podía experimentar cómo enloquecer por completo a una persona”.
El billete foliado con el número ciento catorce mil setecientos noventa y uno la llevará a convertirse en una iluminada y elegida (con trono y templo) para dar al poblado el dinero que todos creen que se merecen.
Jorge el taxista, Rosa la que a pesar de la peste le daba agua, Mauro el gandalla protector, los niños que grotescos se burlaban de la vieja que apenas podía andar. Con todos ellos, el novelista logra pintar una comunidad mexicana con sus dolores, carencias y absurdos. Un pueblo chico en donde bastó una chispa para causar un incendio enorme.
Rincón García narra una historia que transita entre la podredumbre física y emocional mostrada por los personajes, la curiosidad que despierta el boleto y los cuadros del pasado con lo que se explica esa voz que escucha Otilia, La bruja de las tijeras, que jura amarla pero la hiere con cada palabra que pronuncia.
El autor nos regala en La bruja de las tijeras la disección de un fantasma, que a su vez es crítico, juez, padre, amor, víctima y verdugo. Y jura nunca irse.
“No importa lo que crean los demás o lo que veas tú en un espejo, sigues siendo la misma hija de puta mal nacida de siempre. Y yo estoy aquí para recordártelo, por si acaso lo has olvidado…”, le recuerda esa voz.
Los últimos días de Otilia, la muchacha, la enamorada, la trabajadora, la prostituta, aquella que “un día perdió las tijeras, los lápices de colores los repartió entre los locatarios del mercado y ella pareció olvidar su negocio”, la adolorida entre sus culpas, la decrépita, son los más intensos de su vida.
Rincón García despliega así en 132 páginas el camino de seres enloquecidos que tienen la capacidad de contagiar a otros con una sutil demencia que se infiltra en los lectores.
📷La Bruja de las tijeras es una obra que humaniza a los marginados y profundiza en la soledad, el amor y la esperanza. 📷📷
Luis Antonio Rincón te atrapa a lo largo de la narración.
¡Adquiérelo y déjate abrazar por sus historias! 📷#LaBrujaDeLasTijeras #NostraEdiciones pic.twitter.com/Vgf7TFLFwI— Nostra Ediciones (@Nostraediciones) January 7, 2025