Científicos del Consorcio para el Análisis de la Diversidad y Evolución de Latinoamérica (Candela) identificaron una variación genética asociada a una mayor altura de la nariz, la cual, se presume, fue heredada de los neandertales a los ancestros de los pueblos originarios de América.
A este hallazgo se llegó tras comparar la información genética y morfológica del rostro de más de 6 mil voluntarios de Brasil, Colombia, Chile, Perú y México; en nuestro país, el estudio se llevó a cabo en laboratorios de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH).
En el estudio, cuyos resultados se dieron a conocer el pasado 8 de mayo en la revista Communications Biology, editada por Nature, participaron investigadores de China, Reino Unido, Francia, Alemania, Argentina, Chile, Perú, Colombia y Brasil, además de seis mexicanos, entre ellos Víctor Acuña-Alonzo y Jorge Gómez-Valdés, de la ENAH.
Este análisis es parte de un proyecto colaborativo de varios años, en el que los responsables del nodo en México son dos académicos de la ENAH, junto con el investigador de la Facultad de Química de la UNAM, Samuel Canizales-Quinteros.
Los científicos mexicanos llevaron a cano los estudios entre 2010 y 2012 a voluntarios que acudieron, en su gran mayoría, al Laboratorio de Genética Molecular de la ENAH y a la UNAM.
Acuña-Alonzo y Gómez-Valdés analizaron las muestras de ADN y los datos genéticos, además de los primeros estudios de morfología facial, realizados a partir de fotografías de las personas.
Acuña-Alonzo detalló que la forma de los rostros fue analizada con un nuevo método automatizado, basado en un programa computacional trabajado, principalmente, por los investigadores chinos Qing Li y Jieyi Chen, de la Universidad de Fudan, en Shanghái.
Genética
Los resultados fueron comparados con marcadores genéticos distribuidos en el genoma completo, lo que permitió identificar 33 nuevas regiones asociadas a la forma del rostro humano.
El hallazgo más interesante se produjo en el gen ATF3, ubicado en el cromosoma 1, ya que se identificó una variación genética ligada a una mayor altura de la nariz. Este gen “puede haber sido heredado de los neandertales para ayudar a los humanos a adaptarse a climas más fríos cuando salieron de África”, según Qing Li.
Al respecto, Acuña-Alonzo comentó que “aunque los neandertales vivían en regiones con climas diversos, la idea es que, en el pasado, el clima frío y seco pudo ser un reto para la sobrevivencia”.
“Cuando una secuencia de ADN de una persona tiene posible origen neandertal decimos que esto ocurrió por introgresión, esto es un movimiento de genes de una especie a otra, resultado del mestizaje, en este caso, de neandertales y humanos”, detalló.
A su vez, Gómez-Valdés destacó la importancia del trabajo entre las instituciones latinoamericanas, principalmente tras la fundación de Candela en 2010.