A pesar de que es imposible conocer con certeza la manera de reproducción en los dinosaurios, y de que seguramente contaban con distintas estrategias para llevarlo a cabo, el modelo más aproximado a éste es el de los gatos domésticos, afirmó la bióloga Ana Paula Machargo.
Durante la conferencia “Amor en tiempos jurásicos. Reproducción, huevos y crías”, organizada por el Museo de Geología de la UNAM, la especialista del Instituto Politécnico Nacional aseguró que este método de reproducción, en el cual la hembra se apoya en las patas delanteras para quedar expuesta al macho, parece ser la más aceptada actualmente.
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Esto, a pesar de que no se cuenta con un registro genital de los dinosaurios y, aunque es lo más probable, “no se sabe con certeza si poseían un pene”; no obstante, se cree que, al igual que aves y reptiles actuales, contaban con gónadas confinadas internamente y con una cavidad conocida como cloaca, donde convergen el sistema digestivo, el urogenital y el reproductivo.
“Supongamos que nos posicionamos debajo de un Tiranosaurio rex y decidimos abrir la cloaca. Si se trata de un macho, probablemente los últimos segundos de nuestra vida nos encontraríamos con un pene similar al de los cocodrilos”, señaló.
Si bien la teoría más aceptada es la que coincide con la reproducción en gatos, actualmente las aves copulan a través del frotamiento de sus cloacas, por lo cual, indicó, también se cree que los dinosaurios más cercanos a éstas pudieron llevar a cabo este procedimiento.
Asimismo, la experta en embriología reiteró que aunque se han realizado varios estudios sobre la vida pre y postnatal, en la actualidad no se cuenta con la información suficiente acerca de la copulación y anatomía de los dinosaurios, por lo que las conjeturas realizadas se basan en meras hipótesis.
Respecto al apareamiento, la también investigadora agregó que los restos hallados aportan mucha información acerca de las estrategias de cortejo que existían entre los dinosaurios, pues aspectos como las cabezas ornamentadas y las estructuras corporales pueden ser interpretadas al compararlos con animales que poseen similitudes.
En los terópodos, por ejemplo, algunos como los dilofosaurios poseían una cresta ósea doble y delgada, tanto que se tiene la hipótesis de que la única función que ésta desempeñaba era la de exhibición al momento del cortejo; otros, como los espinosaurios, contaban con espinas alargadas en sus vértebras traseras, cuya visibilidad pudo ser empleada para llamar la atención del sexo opuesto.
Dentro de los carnívoros grandes, destacan los tiranosaurios, los cuales poseían una papada que, en palabras de Machargo, pudieron haber utilizado “mostrándola (para el apareamiento). Si era una bolsa como la de los pelícanos, lo más probable es que se inflara”.
Asimismo, otras especies como los apatosaurios se pudieron haber visto envueltos en combates de cuello entre machos para pelear por sus parejas; “también se sabe que tenían pulgares con una garra que pudieron haber utilizado los machos rivales para competir”, indicó.
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Hilo ?
Una nueva especie de dinosaurio se ha unido a la familia de los parasaurolofinos, se trata del _Tlatolophus galorum_, que vivió hace unos 73 pic.twitter.com/IaUirY4Iyk
— Museo de Geología de la UNAM (@MuseoDeGeologia) May 20, 2021
Según la especialista, se tiene conocimiento de que los dinosaurios contaban con otras estructuras de exhibición para el apareamiento que no se fosilizan, por lo cual, “no podemos descartar que hayan existido otras”.