Londres. Tengo tres hijos y viven en diferentes países: si junto dos de tres ya hay suficientes motivos para descorchar unas buenas burbujas. Dos de ellos se pusieron de acuerdo y organizaron todo para invitarme al primer concierto de presentación de Subtract, el álbum más reciente de Ed Sheeran que todavía no sale al público y este lunes 27 de marzo se presentó en el Eventim Apollo de Londres con un aforo íntimo, 3 mil personas, que para alguien que ha llenado en solitario el estadio de Wembley es como tocar en la sala de su casa.
Tomamos la Línea Azul del Metro a la estación de Hammersmith, llegamos al recinto, revisaron nuestras entradas y nos dieron un papel en el cual escribieron con plumón indeleble el lugar que teníamos asignado. Lo hicieron así porque nos pidieron que metiéramos nuestros teléfonos, audífonos y relojes en unas bolsas cerradas que sólo se pudieron abrir al finalizar el concierto. Tuvimos prohibido tomar fotos y videos de lo que ocurrió ahí dentro ya que el concierto se hará público por medio de Apple Music el 10 de mayo. Mi lugar: la fila E con el número 69, desde cualquier lugar se veía perfecto y nos sentíamos cerca.
Sin los estorbosos teléfonos tuve un flashback y me instalé en mi juventud, cuando la memoria era la que tomaba las fotografías y las guardaba en el disco duro del cerebro. Fue muy divertido ir al baño y quedarnos de ver en un punto específico, porque no teníamos mensajes ni llamadas para comunicarnos: el punto de encuentro fue en una columna frente al bar, donde pedimos ellos sus cervezas y yo mi vino (de lata, que era lo que había). Sin reloj ni teléfono nos colocamos al margen del tiempo, viviendo el instante, como ya lo había dicho Cerati: siempre es hoy.
Tres mil almas que hemos coreado las canciones de Ed Sheeran nos vimos a los ojos sin los distractores de las pantallas, sin sabernos las nuevas rolas. El escenario estaba pintado de rojo, el techo era una piscina invertida. De pronto –y sin aviso– salió Ed Sheeran vistiendo unos pantalones negros, zapatos tenis y una camiseta blanca sin adornos, y nos dijo: “I am going to play the songs that you know”, y se arrancó con “The A Team”. Lloré de felicidad, abracé a mi hijo. Terminó la canción y nos dijo: “I will introduce myself”. Todos estábamos en silencio, sin pantallas ni distractores, viviendo el concierto. Ed nos dijo que quería que nos divirtiéramos y que tuviéramos pensamientos que nos llevasen hacia nuestro interior. Prendió su looper y se arrancó con “Shivers”, a las primeras vueltas de la canción se interrumpió: “I missed up the loop so I will do it again, now you know that I am playing live”, y sí, detuvo su propia secuencia y volvió a empezar (en mis adentros, pensé que es lindo equivocarse y volver a empezar). Era la primera vez que tocaría Subtract completo y nos pidió una disculpa por haber resguardado nuestros teléfonos.
De inmediato prosiguió con “Castle on the Hill” y volví a llorar, mi hijo buscó un papel de su cartera para que yo siguiera tomando notas y recordara lo que estábamos viviendo (ya llevaba escrita una servilleta y dos trozos de papel) cuando sonó “Bloodstream”, en la que Sheeran sacó sonidos cardiacos del looper y se escuchó un inmenso rugido. Apareció en escena la primera guitarra eléctrica y se oyeron los primeros acordes de “Thinking Out Loud”. Sin pantallas ni teléfonos que obstruyesen la visión, la audiencia y el creador nos convertimos en uno, la comunión perfecta. Siguió con “Shape of You” y “Perfect”. A mi hijo se le acabaron los papelitos de la cartera y yo saqué uno de mi bolsa —el de la compostura de un pantalón, que me valió y me seguí escribiendo ahí y en el aire, no había márgenes ni límites, sólo un corazón que se me salía por la boca.
Ed volvió a hablarnos: “the album is not very up beat, I warn you”, pero se acercó a un teclado y tocó “Bad Habits”. El público del Eventim Apollo se puso de pie y coreó la canción. Hizo un alto radical y nos dijo: “regreso en 18 minutos”, lo que aprovechamos para ponernos de pie e ir al baño y al bar —salí llorando de la sala, con los sentimientos a flor de piel—, vi pasar a un hombre idéntico al tecladista de mi banda Octubre XX y supe que me sentía contenta. Fui al bar y lo atendía un grupo de mujeres que emanaban un aroma dulce, atractivo (el olfato tiene sus caminos).
Regresamos a nuestros sitios (el 69 siguió siendo el mío) y los colores habían sido cambiados, ahora resaltaban los amarillos y un enorme símbolo de resta (Subtract) iluminaba la pantalla detras del escenario. Ed ya no estaba solo, un ensamble de cuerdas (violines, violas y violoncellos), un bajo, dos guitarras, unas percusiones, la batería, un piano y un teclado lo acompañaban. Nos contó que ahora sí empezaría a tocar Subtract y que quería llorar, se le cortó la voz y las tres mil almas del lugar también lloramos, fue un momento de comunión antes de empezarnos a encariñar con la nueva creación. Empezó a cantar “Boat”, se interrumpió y dijo: empiezo de nuevo. Es tan grande Ed, totalmente humano. Tocó “With My Eyes Closed”. Había un hombre a mi derecha con una pluma que ostentaba un enorme diamante de bisutería, tomaba notas al igual que yo, nos miramos y sonreímos, nos supimos cómplices. Sonó “Salt Water”, era la primera vez que la pantalla proyectaba otra cosa que no fuera el símbolo de la resta y aparecieron olas oscuras.
Terminó la rola y Ed nos contó que tardó una década en componer Subtract y que el álbum está vestido de pensamientos oscuros y tristes vivencias. Nos contó de la muerte de su amigo Jamal y se le volvió a cerrar la garganta, yo no me explico cómo pudo cantar de esa manera. Vino “Life Goes On” y yo me sentí la Nemirovsky, escribiendo con letras diminutas al borde de un pedacito de papel que pudiera contener mis emociones. Sé que los que procuramos el oficio de la escritura no dormimos, somos insomnio, vigilia, taquicardia y sobresalto. Mi vino en lata, la risa y el llanto se entrelazaron con “Dusty” y Ed nos refirió la historia de sus hijas y de su esposa. A sus espaldas se mostró un video de él y una de sus hijas preparando el desayuno, sostengo que la cocina se hizo para bailar. Brindaron el café con el zumo de naranja; hay lugares tan simples que contienen toda la felicidad y debemos estar atentos para no perderlos.
Presentó “End of Youth” y nos confesó que él ha vivido depresiones profundas y cantó “Curtains”, aquí por error se desvió del setlist y puso a la banda en predicamentos de los que salieron avantes. Inauguraron “Colourblind” y nos recalcó: “it is the first time that I play this”. Sonó “Borderline”. Dejó la guitarra y se escuchó solo su voz, la melodía me hizo pensar en lo emocionales que somos los creadores y lloré de nuevo viendo el inmenso mar de la pantalla. Bautizó “Spark” y todo semejaba una hoguera, saltaron chispas de fuego y caí en un estado de entrega total. ¿Sería porque solamente dormí dos horas la noche anterior, tal vez apenas junto diez en los últimos cuatro días? Viajé oníricamente y creí escuchar alguna referencia a Harry Potter de los labios de Ed. Cantó “Vega” mientras el video mostraba un Ed haciendo círculos como los de Nasca en la tierra bajo sus pies. Presentó a sus músicos, tocaron “Sycamore” y “No Strings”, aparecieron violines que sonaron como gaitas, un canto celta se elevó en un atardecer imaginario y cerró con “The Hills of Aberfeldy”. Al término del concierto los músicos se abrazaron, todos nos abrazamos y supimos que momentos como ese son únicos y no se repiten más.
Por eso quise escribirlo a las 2 de la madrugada del 27 de marzo de 2023.
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A special stripped back version of Eyes Closed is out now. Check out the video for it on YouTube – Ed performing with @aaron_dessner and a string section 👌https://t.co/KfHPRaxJ0F pic.twitter.com/N8vIaDe5X4
— Ed Sheeran HQ (@edsheeran) March 27, 2023