El llanto 2. Con ella y sin que nadie me vea

El segundo cuento de la serie nos presenta a Gera, Alicia y a su amigo… ¿cuántos sobrevivirán?
No sé si llorar sirva de algo cuando nadie me ve, a mí me brota el llanto sin las jaladas de machitos y no me voy a desangrar sintiéndome un señor rancio mientras la cabeza de Alicia está sobre mis piernas.
Apareció Gera, vestido de negro y con Alicia. No sé por qué llegó con él. Su familia nada en varo. Imagen: Pixabay

No sé si llorar sirva de algo cuando nadie me ve, a mí me brota el llanto sin las jaladas de machitos y no me voy a desangrar sintiéndome un señor rancio mientras la cabeza de Alicia está sobre mis piernas. No tengo la culpa, sólo sucedió. Ya va a amanecer.

Gera me despertó temprano. Contesté el teléfono sin ver quién era y luego reconocí su voz. Compa, tira paro, pidió cuando yo apenas veía entre las cortinas de mi cuarto un brillo rojizo. No me gusta despertar sin luz, me hace sentir que voy a morir sin un peso en la bolsa. Giré la perilla, apareció Gera, vestido de negro y con Alicia. No sé por qué llegó con él. Su familia nada en varo. Fueron derecho al sillón, se dejaron caer apestando la mañana a alcohol y tabaco.

Cómo me jode el olor al cigarro, pinche tufo, no les importan los demás. Gera lo sabe, odio que fumen en la casa, pero lo hicieron, reían como changos, seguro que traían más de un pase adentro. Alicia se levantó, tropezando con sus tacones altos, llegó al baño.

No sé si llorar sirva de algo cuando nadie me ve, a mí me brota el llanto sin las jaladas de machitos y no me voy a desangrar sintiéndome un señor rancio mientras la cabeza de Alicia está sobre mis piernas
Fueron derecho al sillón, se dejaron caer apestando la mañana a alcohol y tabaco. Cómo me jode el olor al cigarro, pinche tufo, no les importan los demás. Imagen: Pixabay

Mira, me habló Gera y se puso los lentes negros. No dejaba la carcajada. Si me preguntas dónde quedó el carro de Ali… No sé… El mío, tampoco. Fue una noche con muchos… matices, cuidó las palabras como quien cruza un río. Y pues ya la viste, ¿no? Sólo déjanos estar acá un rato para dormir y luego ver qué pedo con su auto y mis cosas. Bueno, ni traigo para el hotel, apenas pagué el taxi. Se le retorció la boca, venía trabado. Pinche adicto, al menos fuera mota. 

No me sorprendió que llevara una morra, lo había hecho durante años. Ella no es una más. Su perfume aclaró el aire y con cabello se cubrió un poco el escote de la espalda. Algo me dijo que estaba guardando llanto para más tarde, cuando sea mejor soltarlo. 

Les dejé en mi cama. Total, estaban tan dañados que seguro Gera no se la iba a dar ahí. Me estaba engañando. Estuve en la mesa de la cocina. Serví un poco de jugo de naranja. Ojalá no comiencen a gemir, pensé, tendría que poner música y en la mañana no me gusta, eso sólo lo hacen las gordas del zumba que siempre comieron porquerías y quieren arreglar todo en media hora.

Alicia tiene el cabello negro, cuando se lo recoge se asoma un tatuaje en su nuca con la palabra fe en árabe (eso dijo, no lo sé pero le creo). Parece frágil. Me la presentó Flor en la fiesta de un ruco que le gustaba presumir. Este güey la había metido a trabajar de editora de una revista, para eso era amigo del dueño. No sé cuántas veces regresó a la mesa a querer llevársela como pinche señor rancio mamador. Ella no necesitaba un sugar.

Yo esperaba a Gera, iba a pasar por mí para salir del lugar. Llegó hasta donde estábamos. Junto con Ali, Flor y una maldita borracha nos dimos a la fuga. Cómo odio que se peguen en el aventón. Esa tipa no sabía ni dónde íbamos, pinche ebria. me caen mejor los mariguanos. Alicia y yo platicamos esa noche separados por la briaga esa. Luego la veía esporádicamente por algún bar de Condesa. Un día dejé de saber de ella, parece que Gera no.

No sé si llorar sirva de algo cuando nadie me ve, a mí me brota el llanto sin las jaladas de machitos y no me voy a desangrar sintiéndome un señor rancio mientras la cabeza de Alicia está sobre mis piernas
Alicia tiene el cabello negro, cuando se lo recoge se asoma un tatuaje en su nuca con la palabra fe en árabe (eso dijo, no lo sé pero le creo). Foto: Especial

Fui al sillón, pero no pude volver a dormir. De pronto creo que llorar no significa demasiado pero es peor no soltarlo, siempre lo he sabido. Uno debe actuar, lanzarse a otra cosa cuando la respuesta es no. Nadie debe decir no. Así que me quedé con el teléfono en la mano, hice un par de llamadas sin pensarlo, conozco gente, es que los escuché reírse en mi cama, estaban en mi cama, no sé muy bien lo que dije al teléfono.

No era para romper el llanto. A las cuatro de la tarde se despertaron, él salió del cuarto con la camisa a medio abotonar. No, compa, destruido, pero destruido, se pavoneó (como decía mi tía la jodedora) mientras revisaba su ropa. No mames. Ahorita ya nos vamos, primero se quiere bañar. Perdón, hermano, sabes que te pago las chelas en la noche, me prometió antes de buscar algo de beber. 

Ella apareció con el cabello mojado, desmaquillada y dejando vapor a su paso. Sus ojos de fiera no se desafilaron ni con esa cruda. Ya hacía calor, todos estábamos sudando. Nos vamos, pero sabes que te lo debo, se despidió masticando su noche de ron. Alicia recorrió la estancia hasta pararse enfrente de mí, dijo gracias y me besó en las dos mejillas. Si hubiera sido en la frente le miento la madre. No sé por qué sentí ardor, me ardía que se fuera.

Motivos para el llanto

No es mi mujer, lo sé, pero debía serlo. Gera abrió, fingió una seña caballerosa. Debía darme la vuelta e ir a mi cama, pero me quedé viendo cómo esperaban un auto. Ahí fue cuando llegaron dos tipos en un carro como de galán de pulquería vieja, Neón negro con tumbaburros, sin bajarse apuntaron sus armas a Ali y Gera. Yo debía aparentar y esconderme bajo las sábanas, pero fui detrás. Me estrellaron la cacha en la frente para meterme al auto. Los tres estábamos adentro, yo ya sangraba.

Ya te cargó la chingada, pendejito. No tienes una puta idea, idiotita. A ver, tú. Vamos a pararnos acá adelante, te vas a bajar para manejar. Cuidado y te pasas de pendejo porque te chingo, ¿entendiste?, me gritaron al detener el automóvil. 

No sé si llorar sirva de algo cuando nadie me ve, a mí me brota el llanto sin las jaladas de machitos y no me voy a desangrar sintiéndome un señor rancio mientras la cabeza de Alicia está sobre mis piernas.
e estrellaron la cacha en la frente para meterme al auto. Los tres estábamos adentro, yo ya sangraba. Foto: Freepíok

Ya estábamos en el acotamiento de una carretera, había mucha luz. Me sentí mareado, se formó una costra en mi frente. ¿Por qué se sentían tan chingones para tratarnos así? Tomé el volante y seguí por el camino secándome el sudor marrón que se desprendía de la herida. Uno de los matones iba en el asiento del copiloto amenazando con la pistola.

Ahora sí, mamoncito, dime de dónde chingados sacaste la droga. Tú la mueves, tú dime. Si cooperas igual nomás te quedas de nuestro cuate y pos ahí te las vas llevando. Qué, ya canta, hijodetuputamadre, lo presionó aquel que se quedó atrás para que Gera confesara. El rostro de mi amigo cambiaba, tenía muy abiertos los ojos y babeaba por un costado de la boca. Me dijeron que tomara un camino de terracería bordeado de plantas crecidas al tamaño de un hombre. Salimos a un despeñadero ya de noche, donde me hicieron frenar.

A esta puta, me la voy a coger aquí, cabrón, así que vas a cantar ahora o vas a ver cómo me la chingo. Ándale, pendejo, me vas a contar dónde tienes la mercancía, le ordenó mientras tenía a Alicia contra la puerta. No me dices, cámara, te gusta ver, pos vas a ver, amenazó cuando comenzaba a romper el vestido. No mames, no, mames, chilló el pinche Gera. Lo que quieras, lo que quieras, pero déjala.

Alicia se cubrió la cara con las manos. No lloraba, pero le costaba trabajo respirar, gemía, apretaba los labios, se retorcía sometida y manoseada. ¿Era buen momento para que se me saliera el llanto?

Gera intentó noquear al atacante con un izquierdazo pero creo que nunca le había pegado a nadie, el que venía conmigo disparó. Mi amigo, herido en la cabeza, quedó estrellado con hueso y sangre contra la puerta. Rompió el vidrio. Estaba muerto. Ella intentó desarmar al asesino hasta una segunda detonación. Su mirada poco a poco perdió el filo.

No sé si llorar sirva de algo cuando nadie me ve, a mí me brota el llanto sin las jaladas de machitos y no me voy a desangrar sintiéndome un señor rancio mientras la cabeza de Alicia está sobre mis piernas.
Le costaba trabajo respirar, gemía, apretaba los labios, se retorcía sometida y manoseada. Imagen: Freepik

Algo me susurró antes de desplomarse. Ojalá haya sido un te quiero. Me dieron ganas de soltar el llanto. 

Me sacaron del auto casi con delicadeza. No, güero, pos te voy a tener que meter un plomazo para que no digan. Te me apendejaste bien cabrón. Pa qué te viniste con ellos, la cagaste. Eres cuate, pero pues si ya estabas ahí cómo te dejo en la calle. Ya ves que se puso loco ese güey. Si confiesa, lo consignamos y ya, pero pos no. Y tan bonita la chava. Pos mira, va a la pierna y tan amigos como siempre, ¿no? Tus nos llamaste y si rajas… Sabes lo que nos pasa.

Dolió como si le hubieran vuelto a disparar a Alicia, o eso creo, pero luego se calmó. Sangro y me mojo en llanto, aunque no sé si sirva de algo si nadie me ve. No debí salir de mi casa pero quería ver cuando todo pasara. No sé si amanezca en este automóvil. Entre rato y rato me siento como esos viejos rancios que a güevo quieren a una morra, pero no soy así, yo soy responsable con eso, sé llorar, pero si no lloro frente a alguien, no sé si sirva de algo que se me salga el llanto. Ya va a amanecer.

@condesm

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