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“En el interior ocurren cosas catastróficas”: Bernal Granados

El poeta, traductor, editor, ensayista y narrador presenta su libro ‘Interiores’, con el que propone un viaje a la intimidad cuya materia prima son sus recuerdos

Poeta, traductor, editor, ensayista y narrador, Gabriel Bernal Granados propone un viaje al interior, un viaje a la intimidad cuya materia prima son sus recuerdos, en su nuevo libro Interiores (Ediciones Odradek, 2022), con una docena de textos que viajan dentro y fuera de sí mismos entre los géneros, y que muestran su tesis de que en el interior de las personas y las obras ocurren cosas catastróficas.

En entrevista, Bernal Granados desmenuza esa materia prima con la que, a lo largo de muchos años, se asomó a su interior y al interior de pinturas de Egon Schiele, Edgar Degas o Pablo Picasso, de la música de Arvo Pärt, la narrativa de Julio Ramón Ribeyro, la trama de El mago de Oz o el circo volador del misterioso y legendario quaterback montañés de los Cargadores de San Diego, Dan Fouts.

—¿Por qué buscó  esta relación entre el ensayo y el recuerdo?
—Más que entre el ensayo y recuerdo es la relación entre el ensayo y la narración, y el recuerdo como como la materia o el material del que se nutre el relato. Son textos muy breves, que, efectivamente, muchos de ellos tienen su material nutriente en los recuerdos, en la memoria, y en momentos muy significativos de mi experiencia, de mi vida. Y quizás esa significación es lo que permite al escritor convertir ese recuerdo en ensayo, en idea, en cifra, más bien.

—Hay una miscelánea de temas, desde Dan Fouts hasta Arvo Pärt o las pinturas sobre San Jerónimo y el león de Caravaggio, Antonello da Messina o Vittore Carpaccio. ¿Cómo halló ese equilibrio para insertar temas populares dentro del trabajo reflexivo, narrativo, en Interiores?
—Como te decía, son momentos muy especiales en la historia de mi vida. Por ejemplo, el texto sobre Dan Fouts habla sobre mi relación que mantuve durante mi infancia y adolescencia con mi hermano mayor, él era fanático, o fan, más bien, de los Cargadores de San Diego, donde jugaba este hombre que, por otro lado, estaba rodeado de un áurea misteriosa, porque después de jugar una determinada temporada con su equipo, él se retiraba a las montañas en soledad. Y para mí pues era una figura muy enigmática y muy atractiva la del montañés Dan Fauts. También debo decir que todos estos textos se fueron escribiendo a lo largo del tiempo. Y, es muy curioso, porque yo tenía, conforme los iba escribiendo, una idea muy clara de que tarde o temprano se iban a acumular en forma de libro; yo ya los tenía seleccionados, en el momento de estarlos escribiendo, decía: “Estos textos van a formar parte de este libro, cuyo común denominador serían, por un lado, la extensión, se caracterizan todos ellos por ser piezas muy pequeñas o breves; y, por otro lado, efectivamente, como tú dices, es la memoria y el recuerdo un disparador del ensayo  narrativo, casi casi cuento. Por ejemplo, hay el texto que es como un cuento, como un relato muy pequeño, que es Para Alina, inspirado en esta pieza de Arvo Pärt, que lleva el mismo nombre (Für Alina), en el disco, si no recuerdo mal, Spiegel im Spiegel (Espejo en el espejo), y esta pieza estaba relacionada con una muchacha que yo conocí hace ya varios años, que pasó por mi vida como un cometa, desapareció, pero me dejó esa canción. Y quise fijar ese momento en esta constelación de textos breves, que tienen estos comunes denominadores y giran en estos temas.bernal granados

—Dentro de Interiores, de hecho, paradójicamente hay mucho movimiento. Pasa de lo popular a la pintura, a la poesía, a esa pieza de Pärt. Hay movimiento en viajes, en bicicletas…
—El libro empieza recogiendo esta serie de recuerdos y de estampas, por ejemplo, el de El mago de Oz que también es una historia literaria que estaba íntimamente relacionada con mi infancia y con una prima muy querida que tuve a lo largo de mi infancia, que era casi, casi como mi hermana. Y la editora de una revista me solicitó un texto sobre El mago de Oz, con motivo de algún aniversario –no recuerdo ahora la efeméride–, y fue muy interesante revisar o reeler la novela (de Lyman Frank Baum, ilustrada por W. W. Denslow), creo que ni siquiera la conocía. El mago de Oz es algo que forma parte del imaginario colectivo de mi generación. Y aprovecho para recordar o relacionar literatura con estos momentos de la vida cotidiana de un muchacho, que tiene una relación muy estrecha, especial, con su prima que es como su hermana, una relación que de repente se rompe, y se rompe cuando se termina la infancia, que también son el tipo de reflexiones que a mí me interesan y que forman parte del libro. Efecivamente, Interiores se va desplazando de estos momentos significativos en la historia de un individuo hasta llegar a reflexiones sobre pintura, están muy relacionados con el ensayo sobre Egon Schiele, un autorretrato brutal suyo, que es uno de los momentos más escabrosos de un libro que es, en su mayoría, muy amable, es uno de mis libros más amables, más abiertos para con los lectores, sin embargo, llega este momento donde yo reflexiono sobre la interioridad y el mundo interior, y la manera en que ésta se vuelca hacia el exterior de una manera brutal y salvaje en el autorretrato de Schiele, que aparece reproducido en blanco y negro en el libro. Y después ese texto da pie a un ensayo sobre dos cuadros, una serie de cuadros de Degas y Picasso, que tienen como común denominador esta idea de que en el interior, en el universo interior suceden cosas catastróficas que tarde o temprano terminan volcándose al exterior. Y, en el caso de los cuadros de Degas y Picasso, se trata de anticipaciones o, de plano, representaciones de la crisis o del contexto de crisis que denominamos “modernidad”.

Bernal Granados, que en su libro anterior Leonardo da Vinci. El regreso de los dioses paganos (Turner, 2021) se adentra en las obras del genio renacentista para exhibir el neoplatonismo de su universo, resume en la entrevista parte del análisis que hace en Interiores sobre el retrato Interior, de Degas.

bernal granados
cortesía: GBG

“El cuadro de Degas se titula Interior, y se le conoce, sin embargo, como La violación, que está sugerida. Es un cuadro muy enigmático que me ha provocado a mí una gran perplejidad, por esta enorme capacidad de sugerencia que tiene y por los símbolos que lo pueblan. Grosso modo podríamos decir que hay un fauno, un hombre vestido de traje, impecable, pero que tiene las orejas de fauno, y que está colocado en una de las esquinas de este cuadro, recargado en las esquinas de una habitación, y está contemplando a una muchacha que le da la espalda, vestida con un camisón blanco, arrodillada. Y ahí hay una luz. Es un cuarto sumido en la tiniebla; sin embargo, hay algunos puntos de la habitación que están iluminados, por ejemplo, el cuerpo de la muchacha que está hincada.

“Degas subtitula sugerentemente este cuadro como ‘Una violación’; y lo relaciono con el poema famosísimo Soneto en X de Mallarmé, donde, en una habitación vacía, en la luna de un espejo, tallada, aparece la escena de una ninfa atacada por unos unicornios. Estas son anticipaciones de la guerra, de la Primera Guerra Mundial, que Picasso también –inconscientemente si tú quieres–, está representando en los numerosos cuadros donde un minotauro se está ayuntando, relacionando con una mujer, que también puede ser visto como la unión sagrada entre lo humano y lo divino. Para mí es un momento crítico en el devenir de Interiores, porque el universo de lo interior se vuelca de manera violenta hacia el exterior y se descubre que una cosa es espejo de la otra, el exterior es reflejo de lo interno”.bernal granados

—Yo veía la conexión entre Para Alina e Interior en la ausencia en que terminan, en que se va desarrollando su relato. Al final, el último cuadro de Degas queda vacío, lo mismo que Para Alina.
—Es muy bonito lo que acabas de decir. Es una interpretación que yo no había contemplado, pero que me gusta mucho, estoy totalmente de acuerdo contigo. La pieza de Arvo Pärt es muy melancólica, muy triste, de plano, minimalista, es una pieza muy hermosa. Pero, sí, efectivamente, al final de ese relato el hombre se queda en ausencia de la mujer, o de eso que representaba la mujer, que no es otra cosa que la posibilidad de ser feliz en este mundo, donde todo va cambiando, por otro lado.

—Respecto a El mago de Oz, un filme que me parece aburridísimo, también veo esa inversión de valores característica de Mozart; de hecho, siempre me ha parecido una versión popular de La flauta mágica, en cuanto a que los valores del bien y el mal se invierten, por ejemplo; o sobre los ritos iniciáticos, que en Mozart tienen que ver con su masonismo. Y, en ese sentido, su ensayo me recordó a su libro anterior sobre Leonardo da Vinci y la simbología esotérica en sus obras.
—Así es. En el libro de Leonardo decía yo que es una idea neoplatónica, la correspondencia que existe en el mundo interior y lo que se encuentra afuera. También hay un texto sobre san Jerónimo y su león, esta es una leyenda que siempre me llamó mucho la atención, uno de los padres más significativos de la iglesia, un visionario en todos los sentidos, y uno de los responsables de la consolidación de esta institución que conocemos como Iglesia católica, san jerónimo. Cuenta la leyenda que, en el monasterio donde él vivía, compartía el espacio con un león, y siempre me intrigó esta relación, qué significaba, qué había detrás. Y me parece encontrar la relación en esta misma relación que tengo con mis animales. Yo tengo una perrita muy querida —en aquella época tenía dos–, que es una terrier escocesa, también tengo un gato. Es como una necesidad del hombre de recordar ese vínculo que de alguna manera se quebró, y casi por completo, se disolvió con la naturaleza.

“Hablábamos de esa relación entre lo exterior y interior, pero también es posible derivar esta reflexión hacia la pertenencia del hombre a un orden superior, o un sometimiento a un orden superior, que denominamos naturaleza, y que bien podrían ser también los planetas y los astros y nuestra pertenencia a un universo, con reglas, que van mucho más allá de nuestra capacidad de concebirlas o de interpretarlas, de nuestra inteligencia. Como humanos, estamos en un plano de igualdad con los animales y los vegetales que habitan un planeta que está todo él sometido a reglas que empezamos a vislumbrar desde el siglo pasado con las teorías de Albert Einstein. En El mago de Oz me gusta mucho que uno está buscando lo que no tiene, y al final del relato uno se da cuenta de que no hace falta buscarlo fuera, porque eso que estábamos buscando fuera ya lo teníamos en el interior: el hombre de hojalata, que creía que no tenía corazón, descubre que tiene un gran corazón; o el hombre de paja, el espantapájaros, que quiere un cerebro, y al final se da cuenta que es un individuo altamente inteligente; y el león, que no tenía coraje, y al final defiende a sus amigos con mucha valentía. Son en general textos que a mí me gustan mucho, y este es un libro, pese a su brevedad, uno de mis consentidos”.bernal granados

Interiores también está cargado de mucho erotismo, tomando en cuenta que el erotismo es el viaje, no la llegada, no el clímax. Y al final termina con mucha sorpresa.
—Lo acabas de decir muy bien y muy bonito. El erotismo es el viaje. Hace poco tenía conversación con mi amigo pintor Guillermo Arreola. Mis libros siempre han tenido una relación más o menos sutil, más o menos abierta, entre la literatura y la pintura, y una indagación a partir de la pintura, del universo de lo pictórico, o de las representaciones plásticas. Yo le pregunté qué le pareció Interiores y él me respondió una cosa que se me hizo de lo más interesante y de lo más inteligente: “Me gustó mucho. Pero, la joya de la corona es la crónica de viaje que se encuentra al final”. Que se llama Mérida o la oveja negra de la familia Stein”. Que es un trabajo que comencé a escribir hace 20 años. Publiqué una primera versión en la Revista Crítica y a lo largo del tiempo, esporádicamente, lo iba puliendo, corrigiendo. Y yo quería publicarlo, pero no sabía cómo exactamente, y tenía muchas dudas acerca de él. Y Guillermo Arreola, en esta conversación, me aclaró todas esas dudas.

“No es una crónica de viaje, no es un ensayo, aunque puede leerse como un ensayo intervenido por destellos narrativos o momentos narrativos muy marcados y muy hondos, es como una pequeña novela, también puede leerse como micro novela en donde se habla de una relación entre un hombre y una mujer, una pareja, que realizan un viaje juntos a la ciudad de Mérida.  Y el narrador que cuenta la historia lleva una serie de libros. Y es muy interesante que la ficción o la erudición contenida en los libros —uno de ellos trata sobre la caída de Constantinopla en el siglo XV–, y estas atmósferas, van contaminando la realidad contada o narrada durante el viaje y lo que está sucediendo entre esta pareja, que es –a lo mejor que no queda del todo claro en el relato– una mujer mayor con un hombre significamente menor. Y las preocupaciones que tiene este hombre respecto del deterioro de la mujer, una mujer con la que mantiene una relación apasionada o amorosa, pero se empieza a dar cuenta cómo esta relación se va deteriorando o muriendo. Y suceden cosas que navegan entre estas dos aguas de la ficción contenida en los libros que viajan en la maleta del narrador y lo que va sucediendo a lo largo del viaje. El relato termina cuando regresan a Mérida después de visitar unas ruinas que se encuentran cerca, vuelven al hotel donde se hospedan y el narrador ya no reconoce a Mérida, y cree que han regresado a un lugar ideal, que no es otro sino Estambul adonde él siempre querría haber estado”.bernal granados

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